Para este ingeniero, la agencia chilena de fomento, el fin del hiperciclo de las materias primas exigirá de la región un esfuerzo aún mayor en fomentar la innovación y la diversificación productiva.
- ¿Qué se entiende por trampa de los países de ingresos medios?
- El concepto se refiere a la dificultad que tendrían países que han superado cierto nivel de ingreso per cápita para ir más allá y converger al nivel de ingreso por persona de los países desarrollados. Es un tema empírico. Si uno analiza desde el año 60 a la fecha, de un universo de más de 100 países en vías de desarrollo, no más de 13 lograron transformarse en países desarrollados. Finlandia y Corea son ejemplos que se dan normalmente. Todos los demás siguen siendo países de ingresos medios.
- ¿Y en dónde está la trampa?
- En la productividad. Una de las paradojas de América Latina es que los cambios estructurales y la urbanización de las últimas décadas no produjeron un aumento muy significativo en productividad. Y eso es muy extraño. Una hipótesis es el planteamiento de Jeffrey Sachs de principios de los 90: que hay una especie de maldición de los recursos naturales. Cuando vienen periodos de bonanza como el que hemos visto recientemente (y que algunos denominan el hiperciclo), los países ricos en recursos naturales aumentan su producción y el crecimiento empieza a ser impulsado desde el gasto. Y ese boom de gasto produce una apreciación muy significativa del tipo de cambio. En consecuencia, los procesos de diversificación productiva y de sofisticación exportadora se inhiben. Además se genera un cierto rentismo: todos buscan cómo atrapar un pedazo de la torta y se olvidan de crear e innovar. Como estos procesos van acompañados de apertura comercial y apreciación cambiaria, desaparecen las pequeñas ventajas que podían tener en manufactura.
La otra visión es la que plantea el BID, según la cual en América Latina lo que hay es un impuesto implícito al crecimiento de las empresas, o a su formalización. Esto tiene que ver con la visión de De Soto en Perú, con la existencia de altos costos de formalización y sistemas tributarios que incentivan a las empresas para que sigan siendo pequeñas, con bajos niveles de productividad. Eso explicaría por qué la migración del campo a la ciudad generó muchas empresas muy pequeñas e incluso informales en el sector servicios, con baja productividad y con dificultades para crecer.
- ¿Qué nos espera si este hiperciclo de las materias primas llega a su fin?
- Lo que debe plantearse para Chile hoy, y dentro de poco para Perú, Colombia y otros países de la región, no es decir que los recursos naturales son una maldición, sino preguntarnos qué hacemos para aprovechar esta bonanza y generar condiciones para un crecimiento más diversificado y sofisticado, más intensivo en capital humano de calidad. La conclusión pesimista es que América Latina en general ha estado en un modo de autocomplacencia, disfrutando del boom, creciendo sobre la base de gasto.
- ¿Pero cómo se aumenta la productividad, qué factores inciden?
- La productividad total de factores se explica básicamente por el aumento de la productividad de las empresas (que es lo más parecido a la innovación) y por la transferencia de recursos entre sectores. El factor fundamental que explicó el crecimiento de la productividad en la economía chilena entre los años 1987 y 2000 fue esto último. Salieron empresas y entraron nuevas empresas en los sectores más dinámicos, especialmente sectores exportadores como minería, salmones, vinos, frutas, alimentos procesados, pesca. Chile se metió en sectores intensivos en recursos naturales y se produjo una reasignación del capital humano y físico hacia esos sectores. Por supuesto, esto se pudo expresar en mayor medida cuando se normalizaron los mercados financieros y cuando Chile bajó su riesgo país durante el proceso de redemocratización, lo que permitió un gran acceso al financiamiento internacional y a la inversión extranjera directa. Algo parecido ocurrió después en países como Perú y Colombia.
Pero a partir del año 2000 el crecimiento de la productividad cae en Chile. Y lo que ocurre es que se empiezan a alcanzar límites muy importantes. ¿Por qué? Porque los minerales pierden su ley y cuesta más extraerlos, porque la pesca se sobreexplota, se sobreexplota la columna de agua en la industria salmonera, o se explotan tierras cada vez más marginales en la industria forestal. El crecimiento basado en exportar recursos naturales alcanza un límite; se produce una reducción del crecimiento de la productividad, una reducción del crecimiento económico y un deterioro de la sustentabilidad de las actividades. Chile no hizo el esfuerzo de diversificación de la economía más allá de los recursos naturales, y sin diversificación ni sofisticación es muy difícil tener un proceso de convergencia del ingreso per cápita. Si el hiperciclo terminó, más de lo mismo nos puede llevar a un relativo estancamiento.
- ¿Y cómo hacemos para diversificarnos, para sofisticar nuestro aparato productivo?
- Es un tema complejo. Ahí uno entra en la discusión de si el Estado tiene que cumplir un rol o entregar recursos para ayudar en esto. Si debe apoyar a un sector u otro o ser neutro. A uno le gustaría tener un proceso en que existen muchos empresarios tratando de experimentar y aprender, buscando nuevas actividades, y eso depende de un conjunto de factores que son muy idiosincráticos, muy locales. Hoy se plantea que hay un proceso de autodescubrimiento de los empresarios respecto de las actividades donde el país es más competitivo. Ése es el planteamiento de Rodrik y Haussman, el concepto de auto-descubrimiento. Según estos autores, lo que inhibe el proceso de autodescubrimiento es el hecho de que cuando un empresario descubre una actividad rentable, da una señal a otros, y lo que va a ganar con ese descubrimiento es mucho menor de lo que le va a generar a la economía. Todos los demás le van a copiar. En ese contexto el nivel de inversión que hace la economía en autodescubrimiento empresarial es inferior al óptimo. Por eso en Chile se han aplicado medidas políticas neutras como la protección de la propiedad intelectual, el subsidio o crédito tributario al esfuerzo de innovación, la educación en emprendimiento dinámico, que no favorecen a ningún sector en particular.
- Si ésa ha sido la política de fomento productivo del Estado chileno, ¿qué cambios contempla introducir la actual administración?
Vamos a introducir una mayor selectividad, un porcentaje de los recursos, alrededor de un 30% se destinará a proyectos selectivos, y el resto se seguirá aplicando de manera neutra. Lo que sí hay que mejorar son los programas de emprendimiento dinámico, donde hay que enfocarse en el paso del valle de la muerte. Ahí hay brechas de financiamiento importantes, porque no hay un mercado privado para las etapas tempranas de financiamiento. El Estado hace mucho a través de incubadoras, del programa Start-Up Chile, pero al final las empresas se tienen que ir afuera porque no son capaces de conseguir financiamiento. Lo que tenemos que hacer es completar el ecosistema. En innovación empresarial, hay que avanzar en crear una masa crítica de empresas que innovan rutinariamente, y eso significa masificar el cofinanciamiento de la innovación de productos y procesos. En eso estamos.