A pesar de las promesas proteccionistas del entrante jefe de Estado, analistas dicen que a EE.UU. no le conviene cerrar su economía, pues genera 40 millones de empleos. Colombia saldría bien librada e incluso las empresas locales en este país podrían beneficiarse.
Bogotá. El próximo viernes 20 de enero, Donald Trump asume como nuevo presidente de los Estados Unidos y de esta manera empieza una nueva era en materia de comercio internacional. Desde sus debates en las primarias, este polémico empresario fue claro en que estaba en contra de los tratados de libre comercio vigentes en EE.UU., pues los calificaba como desventajosos e incluso como un atentado contra los trabajadores estadounidenses. Por esto, el mundo entero mirará con atención sus acciones como jefe de Estado, en las cuales demostrará si sus propuestas fueron solo amenazas o si se convierten en políticas que transformarán el comercio global.
Aun el analista más racional y experimentado no puede dar, con plena confianza, un parte sobre las políticas de Trump, aun si parecen inverosímiles. El futuro jefe de Estado desafió desde el comienzo de su candidatura todos los pronósticos, de manera que no se puede descartar ninguna de sus promesas. De hecho, varias de sus propuestas ya tuvieron impacto comercial, pese a que quedan cinco días para que asuma como presidente.
Un par de tuits fueron suficientes para que Ford se retractara de un multimillonario proyecto. Por medio de esta red social, Trump amenazó a esta firma de cobrarle aranceles de más de 30 % si continuaba con sus planes de abrir una planta en México para llevar los autos a Estados Unidos. Aunque este tipo de medidas comerciales requieren un protocolo institucional del cual no tiene directo control el presidente estadounidense, de todas formas dieron como resultado la cancelación de este proyecto de US$1.600 millones. Y en consecuencia motivó a este fabricante de automóviles a destinar US$700 millones para producir automóviles eléctricos en Michigan.
Asimismo, el entrante presidente de Estados Unidos llegará a la Casa Blanca con problemas con un importante país: China. Ante las críticas a los flujos comerciales provenientes de esta nación, el Gobierno chino anunció que está preparado para aumentar el escrutinio a las empresas estadounidenses en caso de que se cumplan las promesas del futuro mandatario.
Mientras más se agudicen las relaciones entre China y Estados Unidos, más aumenta el miedo de que se desate una guerra comercial entre los dos principales jugadores de los flujos de bienes y servicios. Y en el fuego cruzado podría quedar atrapado más de un país. ¿Una guerra es posible?
Para el presidente de la Cámara de Comercio Colombo Americana (Amcham), Camilo Reyes, “es imposible saber cuáles serían las consecuencias de una guerra comercial entre China y Estados Unidos y sus efectos sobre países como Colombia. Aunque EE.UU. tome medidas para generar empleo en zonas que se han visto afectadas por la globalización, en mi opinión no es probable que suceda este conflicto. Yo espero que la estructura general del comercio que se ha generado en las últimas décadas a nivel mundial, y que ha generado mucha riqueza y desarrollo, se pueda mantener”.
Por su parte, el profesor de economía de la Universidad de los Andes Marc Hofstetter afirma que “por el tamaño de la economía de estas naciones, y también por su arsenal militar, indudablemente lo que se está analizando en este momento es cómo evolucionan sus relaciones diplomáticas y cómo estas influyen las políticas comerciales. No obstante, por el momento es solo especulación, no hay forma de predecir un conflicto de este tipo”.
Respecto a las críticas de Trump sobre los tratados firmados con otros países, Reyes cree que es poco probable que cancele todos estos pactos: “Lo primero que hay que tener en cuenta es que la economía estadounidense depende del resto del mundo: uno de cada tres acres que se cultivan en EE.UU. son utilizados para producir bienes para exportar. Además, el comercio internacional genera más de 40 millones de empleos. De manera que para Estados Unidos no es fácil cerrarse”.
Sin embargo, las propuestas de Trump podrían tener un fundamento teórico: Hofstetter explica que “las más recientes investigaciones muestran que el comercio internacional tiene una importante contribución sobre la actividad económica. Sin embargo, también revelan que su aporte a la distribución del ingreso no es tan significativo. De manera que no es tan útil para reducir la desigualdad. Se trata de una conclusión que ya sabíamos los economistas y que hasta el momento no le habíamos puesto tanta atención, pero que puede explicar la reciente tendencia proteccionista”.