Mario Draghi, presidente del BCE, introdujo espontáneamente en un discurso una frase que puede ser el prolegómeno para un cambio de política monetaria.
En la tradicional reunión de directores de bancos centrales en Jackson Hole, Estados Unidos, el viernes pasado, Draghi dijo que iba a impulsar la inflación en la eurozona “con todos los medios posibles”.
La hasta hace poco solo teóricamente discutida compra masiva de valores por parte del BCE puede transformarse en realidad. Lo que no quiere decir otra cosa que Draghi va a imprimir más dinero, en caso de que la inflación siga tan baja como hasta ahora.
En julio, los precios en la eurozona aumentaron solo un 0,4% en una comparación interanual. Según los pronósticos, en agosto va a seguir descendiendo. Una inflación anual del 2%, tal como es la meta del BCE, parece hoy por hoy poco realista.
El peligro para Europa es que los precios incluso sigan bajando. En la deflación, los consumidores no gastan y los empresarios no invierten, en espera de precios más bajos aún.
En Jackson Hole, Draghi no solo habló sobre política monetaria, sino que incursionó también en áreas que en realidad no pertenecen al ámbito de competencias de un banco central: la política fiscal.
Draghi dijo que sobre todo los Gobiernos nacionales deben impulsar más el crecimiento económico. Y no solo a través de reformas estructurales, sino también a través de su política fiscal.
Leña al fuego del debate
Con ello, el director del BCE echa leña al fuego en un debate acerca de la política de austeridad en Europa, en el que Alemania aboga por una política de ahorro, mientras que países como Francia e Italia exigen poder gastar más para dar impulsos a la coyuntura económica.
Las críticas a la política europea de austeridad se multiplican. Lars-Peter Hansen, profesor de la Universidad de Chicago, conocida por su archiliberalismo, se pronunció recientemente en una entrevista con el periódico alemán “Die Welt” por más inversiones estatales en la educación y la infraestructura.
Erik Maskin, profesor en el Institute for Advanced Study, de Princeton, se manifestó recientemente también contra la política de austeridad. Angela Merkel, la canciller alemana, parece perder apoyo para su estricta política de ahorro.
Entre austeridad e impulsos
François Hollande, el presidente francés, se halla bajo considerable presión luego de la renuncia del Gobierno y oscila entre la política de austeridad y programas estatales de impulso a la economía. Si ahora cuenta con el apoyo de Draghi le puede resultar más fácil decidirse por el gasto público.
También para países como Italia, Portugal y Grecia podría ser una señal de partida para ablandar su política de austeridad, hacer más deudas y tratar de impulsar así el empleo y el crecimiento.
A Jens Weidmann, director del Bundesbank (Banco Central Alemán) lo esperan tiempos difíciles. Weidmann es uno de los más decididos opositores a poner más dinero en circulación. Está planeado que hasta fines de año el BCE lance 400.000 millones de euros al mercado, en dos inyecciones. La primera, a mediados de septiembre.
Hasta ahora había consenso en esperar los efectos de ese tipo de medidas. Con las declaraciones de Draghi, quizás los Gobiernos con problemas de crecimiento y empleo no esperen mucho más para empezar a gastar.