Tras una década de ingreso masivo de dólares gracias a los precios récord de exportaciones agrícolas, se quedó sin reservas en el BCRA, ni siquiera para el funcionamiento mínimo de la economía.
A escasos días de dejar el poder, la crisis del Banco Central de Argentina (BCRA) se hizo indisimulable: se limitaron las importaciones; se dejó caer un negocio de YPF porque no había US$120 millones en la caja y se achicó el cupo para los ahorristas. Al gobierno de Cristina Fernández y su modelo económico le está pasando algo parecido a lo que vivió Carlos Reutemann en el Gran Premio de Fórmula 1 de Argentina de 1974, cuando lideró con comodidad toda la carrera y se quedó sin nafta justo en la recta final, ante la mirada incrédula de su público.
Tras una década de ingreso masivo de dólares gracias a los precios récord de exportaciones agrícolas, se quedó sin reservas en el BCRA, ni siquiera para el funcionamiento mínimo de la economía.
El objetivo político y económico trazado para los últimos dos años fue el de llegar con relativa calma al recambio gubernamental. Y en un país donde el dólar es el termómetro del humor social y el gran tabú de los gobiernos, el mandato autoimpuesto era llegar sin una devaluación abrupta y sin privar de divisas a empresas y consumidores.
Pero no se logró. Como en el tanque de combustible de Reutemann, la caja del BCRA marca "empty" a menos de una semana para el traspaso de mando. Y, a pesar del esfuerzo por "maquillar" las cuentas, no hubo forma de disimularlo: a pocos días para su partida, el gobierno no pudo evitar ponerse en evidencia con una serie de medidas francamente deshonrosas.
Para empezar, tuvo que hacer un nuevo recorte a los cupos permitidos para importación –generalizando la ínfima cifra de US$ 50 mil diarios– y en los hechos la actividad está paralizada.
Por caso, los industriales de electrónica de Tierra del Fuego ya fueron notificados informalmente sobre la inutilidad de molestarse en pedir divisas hasta el cambio de gobierno. De manera que deben resignarse a ver cómo la deuda del Banco Central –por importaciones efectivamente hechas pero nunca pagadas– sigue subiendo y ya se ubica en US$1.300 millones. La cifra total adeudada a industriales y comerciantes se estima en US$9.500 millones.
La otra noticia conmocionante, el mismo día, fue la de la frustrada compra de dos empresas de petroquímica por parte de YPF. La petrolera nacional, símbolo máximo de la gesta reestatizadora, no pudo concretar ese plan de expansión porque no recibió autorización para sacar del país US$122 millones, una cifra ridículamente pequeña para el tamaño de la economía argentina. Qué lejanos parecen aquellos días de 2008 en los que el Banco Central se daba el lujo de ofertar, en una sola jornada US$1.000 millones en el mercado mayorista para "domarlo" con una demostración de su poder de fuego.
Pero ahora la caja no permite siquiera el lujo de darles billetes a las industrias que necesitan importar insumos y, de esa manera, no detener su funcionamiento. Y lo paradójico es que, en el caso de YPF, los dólares ni siquiera los debía poner el Banco Central, ya que había una financiación de una entidad privada.
Aunque había financiación privada, el "cepo" no permitió la salida de esos billetes. Lo cierto es que el esquema estaba diseñado para que los dólares del sistema bancario fueran usados, prioritariamente, para el rubro considerado más sensible políticamente: la venta a los ahorristas y turistas.
"¿No era que había cepo?"
"Desde enero de 2014 al día de ayer, 9 de noviembre de 2015 (o sea casi dos años), en el Mercado Único y Libre de Cambios llevamos vendidos a las personas físicas que ahorran en dólares US$8.968.425.533", afirmaba la presidenta el mes pasado.
Y preguntaba, con su clásica dosis de ironía: "¿No era que no se podía comprar dólares? ¿Y siguen hablando de cepo?".
Sin embargo, hoy la presidenta ya no podría repetir esa frase. La caída de las reservas ya no solo alcanza a los industriales sino que los ahorristas también están notando que el último mes de dólar subsidiado a precio de liquidación se quedó sin combustible en la recta final.
El primer día de diciembre, la cantidad de dólares vendidos a los ahorristas fue casi la mitad de la que se había vendido en el arranque de noviembre. Quedaba la duda sobre si las dificultades habían obedecido al colapso del sistema de la AFIP por la demanda inusualmente alta.
Pero la segunda y tercera jornadas ya no dejaron espacio para las dudas: cada día, se autorizaban menos dólares para los ahorristas. En el contexto de las medidas de apriete a la importación y con la insólita suspensión de las compras de YPF, todo quedó más claro.
Un límite crítico. Algunos economistas se manifiestan extrañados de que estas señales no hayan llegado antes. Aunque la cifra oficial de reservas marca casi US$26.000 millones, en las arcas del BCRA todos sabían que la cifra real era muy inferior. Una vez que se descuentan los rubros no disponibles lo que resta es casi cero.
Incluso para los economistas más críticos y para los empresarios más alarmados, lo que está ocurriendo es indicativo de que la gravedad de la situación es, acaso, peor que la esperada. Tanto que los funcionarios K no pudieron estirar la inercia de la situación financiera una semana hasta el 10 de diciembre. Sin dólares para nadie, ni siquiera para YPF, "el relato" termina malherido en su recta final.