Ninguno de los tres aspirantes con más posibilidades de llegar al poder pone en duda la necesidad de hacer ajustes en una Argentina con una economía estancada, una inflación anual que cálculos privados estiman en 25%, con controles cambiarios y un creciente déficit fiscal.
Buenos Aires. El próximo presidente de Argentina pasará la mayor parte de su mandato de cuatro años desmantelando controles de cambios y resolviendo desequilibrios fiscales para impulsar la economía, coincidieron asesores de los principales precandidatos.
Ninguno de los tres aspirantes con más posibilidades de llegar al poder pone en duda la necesidad de hacer ajustes en una Argentina con una economía estancada, una inflación anual que cálculos privados estiman en 25%, con controles cambiarios y un creciente déficit fiscal.
Lo que discuten es si las medidas en la tercera mayor economía latinoamericana serán de "shock" o graduales. Pero todos concuerdan que primero debe levantarse el control de cambios y restricciones comerciales conocidos como "cepo".
Estos controles han ahuyentado a los inversores porque limitan el acceso a dólares para importar insumos y también la repatriación de utilidades, mantienen al peso poco competitivo para exportadores y ponen cuotas al intercambio internacional.
"La primera (prioridad) es asegurar el uso de dólares del banco central para importar bienes de capital, insumos intermedios y materias primas para que funcione la economía, y para pagar la deuda", dijo a Reuters Miguel Bein, uno de los asesores económicos del precandidato oficialista Daniel Scioli.
"Yo no lo normalizaría esto en un año, pero sí en dos o en tres", agregó el asesor de Scioli, que gobierna la provincia de Buenos Aires y conquista la mayor intención de voto según sondeos con su propuesta de "cambio gradual".
Argentina desaceleró su ritmo económico cuando comenzaron a caer los precios de las materias primas que exporta, llevando menos dólares a las arcas en medio de una larga batalla judicial con acreedores de deuda impaga que ha restringido el acceso a los mercados de capital y alejado a los inversores de cartera.
Con este escenario, la presidenta Cristina Fernández se vio empujada en el 2011 a limitar las importaciones e imponer un férreo control de cambios para evitar una fuga de dólares. Pero las restricciones aumentaron la desconfianza en la economía y la industria empezó a sufrir por la falta de insumos importados.
Como resultado, la economía apenas se expandió un 0,5% el año pasado según las cuestionadas cifras oficiales.
"Creemos que el tipo de cambio debe mantener cierta competitividad. Hace 4 años que no hay inversiones porque todo el mundo espera que haya señales contundentes de un cambio de rumbo", dijo Federico Sturzenegger, del equipo económico del precandidato Mauricio Macri, el alcalde de la ciudad de Buenos Aires que va segundo en las encuestas a solo un punto de Scioli y que dijo que quería levantar el "cepo" en un día.
Otro dolor de cabeza para el ganador de las elecciones de octubre será domar el creciente gasto público, en particular los millonarios subsidios a los servicios de energía y transporte, sin afectar la ayuda a los sectores más vulnerables.
"Hay que trabajar con una regla consensuada en la que el gasto público crezca dos o tres puntos por debajo de la recaudación impositiva", dijo Bein.
El fuerte gasto del gobierno -que crece por encima de los ingresos- y los incentivos al consumo fueron un símbolo de la gestión y uno de los motores de popularidad de Fernández, que por ley no puede presentarse de nuevo en estas elecciones.
"Hay un despilfarro del gasto por la cantidad de contratados, los subsidios, los sobreprecios de la obra pública que hay que eliminar", dijo Aldo Pignanelli, ex presidente del banco central y uno de los asesores del precandidato que va en un lejano tercer lugar en los sondeos, el diputado Sergio Massa.
Efectos tardarán en verse. Pero pase lo que pase, los asesores de los candidatos coinciden en que los efectos de los cambios se notarán recién a partir del segundo año de gestión del próximo gobierno.
Y eso incluye a una de las principales preocupaciones de los argentinos: la inflación que desde hace cinco años no baja del 20% anual.
El acelerado ritmo de precios es consecuencia de la falta de inversiones y la emisión de dinero para paliar el déficit, de acuerdo con especialistas, pero lastima el poder adquisitivo de los argentinos.
Desde el equipo de Scioli, Bein dijo que buscarán reducir la tasa de inflación en cinco puntos porcentuales anuales hasta llegar a niveles de un dígito a fines de la próxima presidencia. Y sugirió que lo haría en parte desacelerando el gasto público.
"Apuntamos a tener la inflación en una banda de entre 0 y 4% en tres años, es un enfoque gradual de reducción", dijo Sturzenegger del equipo de Macri. "Se puede lograr teniendo una política monetaria acorde a una inflación baja", agregó.
Por lo pronto, los precandidatos deberán competir en agosto en las primarias obligatorias de sus partidos: Scioli por la coalición peronista gobernante Frente para la Victoria, Macri desde el centro derechista PRO y Massa desde el partido peronista opositor Frente Renovador.
Pero quien resulte ganador de las elecciones y asuma la presidencia en diciembre, no tendrá un trabajo fácil para poner la economía de nuevo en marcha.
"No va a ser de un día para otro," dijo a Reuters Javier González Fraga, ex presidente del banco central. "Son muchos años de distorsiones".