Las AFP y gremios empresariales se han manifestado en contra de elevar el monto máximo del 30% al 50%, ya que apenas están pagando 1,24% de intereses como promedio.
El gobierno salvadoreño no descarta utilizar Letras del Tesoro (Letes) para continuar pagando las pensiones del antiguo sistema de pensiones, mientras la Asamblea Legislativa no apruebe una serie de reformas a la Ley del Sistema de Ahorro Previsional, admitió Omar Martínez, superintendente adjunto de pensiones, de la Superintendencia del Sistema Financiero (SSF).
El funcionario manifestó que aún no tiene claridad si el Estado podrá asumir enteramente sus obligaciones en abril, a través de los Certificados de Inversión Previsional (CIP) emitidos por el Fideicomiso de Obligaciones Previsionales (FOP). Actualmente, las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), privadas, pueden adquirir hasta un 30% de sus ahorros, en dichos títulos.
"Con una emisión de CIP más, a lo mejor se podría cubrir abril. No lo sé, tendríamos que revisar bien los números porque cada mes vienen nuevos pensionados", dijo Matrínez a El Economsita.
El Congreso debe resolver este tema, a más tardar, en los primeros 10 días de abril, de lo contrario, Martínez no descartó que se deba recurrir a las Letes para garantizar la mensualidad de los jubilados. Los Letes son deuda de corto plazo a intereses más altos.
"Después de acabarse el 30% el plan B podría ser una emisión de Letes corriendo", afirmó el superintendente adjunto.
Cada mes, el Estado necesita unos US$30 millones para cancelar a unas 100,000 personas jubiladas, a través del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) y el Instituto Nacional de Pensiones de los Empleados Públicos (INPEP).
Las AFP y gremios empresariales se han manifestado en contra de elevar el monto máximo del 30% al 50%, ya que apenas están pagando 1,24% de intereses como promedio. En términos reales se trata de pérdidas, ya que la inflación anual rondó el 5,1% en 2011.
Los CIP están amarrados a la tasa Libor (London Interbank Offered Rate) a 180 días, más una compensación de 0,75%. En 2006, cuando la tasa londinense variaba entre 5% y 5,5%, era atractiva, pero el año pasado, llegó a niveles de 0.38%. La semana pasada osciló entre 0,73% y 0,74%.
“La consecuencia de un mercado de valores pequeño es que las opciones de inversión que tiene son muy reducidas", apuntó René Novellino, director de Asafondos, gremio que reúne a las AFP, al matutino salvadoreño La Prensa Gráfica. El gremio propone que se amplíe el abanico de inversión.
"Si ahorita el fondo de pensión está pagando pensiones arriba del 70% del salario promedio del trabajador cotizante, con esta baja en la rentabilidad la AFP no va a tener recursos de pagar más del 40% del sueldo promedio de los trabajadores”, criticó por su lado Javier Simán, presidente de la Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI).
Según el regulador, hay coincidencias con la empresa sobre la necesidad de aumentar la rentabilidad de las pensiones. Por esto es necesario que se apruebe la Ley de Fondos de Inversión, que se encuentra engavetada en la Asamblea Legislativa.
Otras medidas que se discuten tratan sobre recortar el pago de la comisión de las AFP de 2,7% a 2,2% y establecer un fondo voluntario adicional al ya existente que le permita al ahorrante inversiones más riesgosas e, incluso, la posibilidad de sacar su dinero antes de jubilarse.
Los partidos políticos también están aderezando el paquete de reformas. El principal opositor de derecha, Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) está de acuerdo con elevar el techo, pero de manera gradual, para evitar que el Ejecutivo utilice los recursos en otras áreas.
Mientras tanto, el izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) tiene la intención de que se recorte la comisión de las AFP para invertirla en vivienda de carácter social.
Para el superintendente adjunto no sería correcto un ajuste por decreto a los CIP, pues al final sería pagado siempre por los salvadoreños.
El funcionario analiza que el modelo establecido en 1998 está sufriendo inconsistencias, ya que en un mercado tan pequeño como El Salvador, donde apenas existen unos 600.000 trabajadores formales, la apuesta fue basarlo en altas tasas de interés que propiciaba el colón.
El panorama cambió en 2001, cuando la dolarización derrumbó las tasas de interés activas, pero sobre todo las pasivas. Eso coincidió con el colapso del antiguo sistema público, cuyas reservas técnicas se agotaron entre los años 2000 y 2002.