Pero eso implica asumir un menor valor de sus negocios en el país sudamericano hasta nada o casi nada. Y eso puede ocurrir con un gran cargo extraordinario por una sola vez.
Las empresas estadounidenses, cansadas de ver a sus ganancias mal heridas por el deteriorado sistema cambiario en Venezuela, pueden -de un plumazo- borrar gran parte del problema.
Pero eso implica asumir un menor valor de sus negocios en el país sudamericano hasta nada o casi nada. Y eso puede ocurrir con un gran cargo extraordinario por una sola vez.
La automotriz Ford Motor Co anuló toda su inversión en Venezuela el mes pasado cuando asumió una amortización antes de impuestos por US$800 millones, dijo la empresa en respuesta a consultas de Reuters.
Eso implica que sin importar cuánto más empeoren las cosas en Venezuela, no deberían tener que asumir más cargos por deterioro.
Asimilar de una sola vez toda la merma le permite a Ford evitar el goteo de pérdidas de Venezuela que en el último año ha perjudicado las ganancias de algunas de las mayores empresas estadounidenses.
También significa que la fabricante de automóviles mantiene un punto de apoyo en lo que alguna vez fue un mercado prometedor, a diferencia de algunas otras empresas estadounidenses que han salido por completo de la nación petrolera.
La lenta tortura de operar en Venezuela llevó a PepsiCo a reportar la semana pasada un cargo por US$105 millones para volver a ponderar los activos de sus operaciones venezolanas.
PepsiCo preparó además a los inversores para más amortizaciones, diciendo que estaba "observando de cerca los desarrollos" para ver si son necesarias más modificaciones cambiarias.
Por su parte, el fabricante de pañuelos y pañales Kimberly Clark informó en enero que asumió un cargo por 462 millones de dólares por reevaluar sus activos en Venezuela.
Y no son sólo firmas de Estados Unidos las que están siendo afectadas. El lunes, una reevaluación similar llevó al grupo español de telecomunicaciones Telefónica SA a reducir el valor de sus activos netos en Venezuela en 2.840 millones de euros (US$3.230 millones).
El problema venezolano quedó completamente ilustrado la noche del jueves cuando el Gobierno del presidente Nicolás Maduro presentó un nuevo tipo de cambio flotante, que empezó a operar a una tasa de 170 bolívares por dólar y que el viernes se movió a unos 174 bolívares, muy cerca de la tasa del mercado negro de alrededor de 188 bolívares.
La nueva tasa es más de tres veces el tipo de cambio de cerca de 52 bolívares por dólar que reemplazó al sistema anterior, lo cual representó una fuerte devaluación efectiva de cerca de un 70%.
El Gobierno también aplica un tipo de cambio oficial fijo de 6,3 bolívares por dólar y otro resultante de un mecanismo de subasta con una tasa de 12 bolívares, pero permite sólo transacciones limitadas en esos niveles.
Conusltas a la SEC. Ford dijo en un comunicado que sigue siendo dueño de las operaciones en Venezuela, pero que valoriza la inversión como cero porque los controles cambiarios restringieron la capacidad de su filial de comprar piezas y de pagar dividendos.
En un informe que presentó el mes pasado, Ford dijo que iba a realizar una modificación contable que aislaría las operaciones en Venezuela para que ya no se tomen en cuenta en los resultados financieros de la matriz.
La empresa dijo que consultó a la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés) antes de tomar la decisión. Un portavoz de la SEC no quiso hablar sobre el tema.
Aunque Ford no usó ese término, expertos contables afirman que parece estar desconsolidando o removiendo sus subsidiarias venezolanas de sus resultados financieros aplicando una poco usada norma de contabilidad de Estados Unidos.
Bajo esa regla, los activos de las subsidiarias se marcan a valor de mercado y se anotan en la hoja de balance como una inversión en vez de estar en la parte de activos estratégicos y pasivos.
En la declaración sobre ingresos, las operaciones normalmente ya no serían parte de los resultados financieros de la firma matriz.
Otras empresas han señalado que están considerando la desconsolidación.
3M Co, que ofrece equipamiento industrial y fabrica las libretas de notas Post-it, dijo el viernes pasado que podría tener que desconsolidar sus operaciones en Venezuela debido a su incapacidad de cambiar bolívares.
Sin embargo, la medida es muy poco usual. Las rígidas normas contables casi siempre exigen que las empresas consoliden o que incluyan a cualquier subsidiaria de la que posean la mayor parte en los resultados financieros de la matriz.
La situación en Venezuela podría caer dentro de una excepción, permitiendo desconsolidaciones cuando la incertidumbre provocada por las acciones oficiales sea tan grave que la capacidad de la matriz de controlar a la filial esté en duda, dijo Robert Willens, asesor independiente en contabilidad y en impuestos corporativos.
Willens y otros expertos contables dijeron que no podían hacer memoria de otra vez en la que una empresa quitase o desconsolidase de sus resultados a una filial de la que fuera dueña por razones cambiarias.
"No es algo que pase comúnmente, pero la situación en Venezuela es realmente un enredo", opinó Jack Ciesielski, presidente de la firma de investigación en inversión R.G. Associates.
Se esperan más cargos. Tras ser uno de los favoritos de las multinacionales estadounidenses, ahora Venezuela se ha convertido en una nube negra de recurrentes devaluaciones cambiarias, una tasa de inflación que alcanza el 68,5 por ciento, escasez y crecientes controles del gobierno.
La legislación laboral dificulta el despido de trabajadores y las empresas tienen problemas para conseguir repuestos y para mantener funcionando las plantas.
En su último reporte anual, divulgado el 4 de febrero, General Motors Co señaló que podría realizar similares cambios contables radicales en el futuro.
La automotriz dijo que por ahora está consolidando los resultados de Venezuela, pero que en algún momento podría ser incapaz de "mantener un control financiero" y que podría registrar un cargo de hasta US$900 millones.
La mayoría de compañías que desconsoliden debido a pérdida de control probablemente valorizarán en cerca de cero sus operaciones en Venezuela, estimó Kenneth Miller, socio de la oficina nacional de PricewaterhouseCoopers en Estados Unidos.
"¿Cuál es el valor de un negocio que no puedes controlar?", preguntó Miller.
Pero la alternativa es seguir asumiendo grandes cargos para reevaluar los activos en bolívares.
El reciente cargo que asumió Kimberly-Clark se produce luego de que reevaluó sus activos venezolanos desde un tipo de cambio de 12 bolívares por dólar a la tasa de 52 bolívares.
Ahora que parte del sistema cambiario ha sido reemplazado con la plataforma de libre flotación, las empresas que aplican la tasa de 52 bolívares por dólar podrían tener que asumir otro cargo. Pasar de un tasa de 52 unidades a 174 bolívares reduciría el valor en dólares de sus activos en más de dos tercios.
Pasar a la tasa de 174 bolívares por dólar barrería con unos US$7.100 millones en activos monetarios venezolanos actualmente en los libros de 10 grandes corporaciones estadounidenses, según un análisis de Reuters.
La alternativa para algunas sería salir del todo del país, pero eso también tiene un precio.
En septiembre pasado, la empresa de productos de limpieza Cloroxt descontinuó sus operaciones en Venezuela y dijo que calculaba anotar entre 70 millones de dólares y 80 millones de dólares en costos de salida.
Clorox dijo que su negocio en Venezuela no era viable y que planeaba vender sus plantas. En noviembre, la firma dijo que el gobierno había expropiado sus activos venezolanos y "descartado la posibilidad de una venta de activos".