El tipo de cambio desfavorable por la fuerte devaluación de la moneda argentina en plaza y las restricciones impuestas por el gobierno de Cristina Fernández para la compra de dólares disparó los costos.
Es una película que se repite todos los años. Por un lado, miles de argentinos que llegan para vacacionar en Punta del Este y entre ellos los infaltables que se quejan por los precios de hoteles y alquileres o cuando tienen que comprar en el supermercado o salen a comer.
Del otro lado, operadores turísticos y autoridades de gobierno que repiten una y otra vez las virtudes del balneario como destino para distintos tipos de público, gracias a su amplio abanico de ofertas. Entre medio se cuela algún turista uruguayo que también protesta.
Así pasan los veranos, con gente que probablemente no vuelve a pisar Punta del Este y con otra que lo sigue haciendo pese a los malhumores cuando pasa raya y hace los cálculos de cuánto gastó o gastará. Pero en el fondo el balneario resulta accesible para los visitantes que tienen alto poder adquisitivo, para ellos la oferta no existe y las cosas no son caras ni baratas. Pagan lo que se les pide sin chistar y no hacen problemas porque eso no tiene lugar en sus vacaciones.
En tanto, muchos turistas de clase media y media alta se las arreglan para seguir viajando por aquello de “la fidelidad” a Punta del Este. Es esa fidelidad que tiene sus sacrificios y que se cuentan en distintas crónicas de la prensa argentina. Algunos tips ya forman parte de la rutina: salir menos a comer afuera, reducir gastos en el supermercado u optar por ir a los de Maldonado que tienen precios más accesibles, incluso no ir de paseo al shopping cuando llueve.
Si antes les resultaba caro, este verano les quedará grabado. El tipo de cambio desfavorable por la fuerte devaluación de la moneda argentina en plaza y las restricciones impuestas por el gobierno de Cristina Fernándes para la compra de dólares disparó los costos.
Distintos operadores consultados por El Observador coincidieron en que Punta del Este no es para todos los bolsillos, pero niegan que sea exclusivo para un perfil de elite. “Por su origen, Punta del Este es un lugar exclusivo pero que ha ido evolucionando. Sin dudas que un lugar de veraneo de gran nivel no es para todo el mundo, pero sí hay posibilidades de acceso para la clase media y media alta, y de que todo el mundo encuentre lo que viene a buscar”, dijo a El Observador el alcalde de la ciudad, Martín Laventure.
En la misma línea opinó el presidente de la Liga de Fomento de Punta del Este, Héctor Araujo. “El abanico de opciones se abrió mucho. Aquello de que es solo para millonarios no es así. Vienen argentinos, brasileños. Hay mucho turismo interno y extrarregional. Se ha perdido el miedo a Punta del Este”, opinó Araujo.
“Se puede venir y gastar fortunas o hacer un turismo normal como en cualquier otro balneario”, añadió.
Laventure entiende que manteniendo servicios de calidad hay variantes en todos los rubros para que acceda gente de distintos niveles. “Es un lugar de categoría, pero la oferta hace muy difícil mantener un destino de elite exclusivo. Hay mucha oferta y la competencia hace buscar distintos mercados. Es un lugar de excelencia, pero no restringido a una elite”, afirmó. En esa variedad hay comercios que “se pasan de la raya” y otros que, según se dice, “manejan precios acordes” de acuerdo a la calidad de los servicios que ofrecen. Así es que se puede comprar un agua en las playas de José Ignacio a $100 (US$5,1), sin tener que abandonar la sombrilla, o pagar la mitad en cualquier otra playa.
Con respecto a los precios, Hyara Rodríguez, directora del ministerio de Turismo, dijo esta semana a El Observador que “se detectaron algunos lugares donde se estaban cobrando precios muy altos. Pero no es que los precios estén altos en todos lados”.
En una reunión que se realizó el pasado lunes entre operadores privados y autoridades del Ministerio de Turismo, se admitió la existencia de casos puntuales que empañan la oferta. Los comerciantes adujeron que el ajuste existió, pero se debe a la necesidad de cubrir los costos.
La ministra Liliam Kechichian dijo, al salir de ese encuentro, que “hay 99% de buen acatamiento de la relación calidad-precio”, y agregó: “Vimos algunos episodios puntuales, en los que las dos partes vamos a trabajar”.
Los comerciantes aseguraron que los propietarios de locales no saben explicar a los turistas qué tipo de beneficios de descuentos o estímulos tienen a su alcance y se comprometieron a tener una relación más fluida con los clientes, para poder informar sobre los beneficios. Nada de esto es nuevo en la Punta del Este de verano que por algunos meses se transforma, con temporadas cada vez más cortas y en las que todo el mundo quiere sacar su mejor rédito, algunas veces con el remarque de precios como primera regla.
El balneario sigue siendo irresistible para muchos argentinos que muestran año a año una fidelidad excepcional y no se resignan a dejar de visitarlo, pese al dolor de cabeza que significa afrontar los altos costos que deben pagar.
Por encima de eso, la Punta del Este “accesible” de los discursos y de la variedad de ofertas, en el fondo no lo es y cada año parece estar reservada cada vez más para bolsillos abultados donde el gasto no es un problema.