En un panel del Foro de Reuters sobre Inversión en América Latina realizado en Sao Paulo, Henrique Meirelles y Gustavo Franco dijeron que el modelo de crecimiento de Brasil enfrenta nuevos desafíos.
Sao Paulo. El panorama para la economía brasileña sigue siendo brillante pese a una reciente desaceleración, aunque el país deberá hacer reformas estructurales si quiere alcanzar tasas de crecimiento más altas, según definieron dos ex jefes del banco central.
En un panel del Foro de Reuters sobre Inversión en América Latina realizado en Sao Paulo, Henrique Meirelles y Gustavo Franco dijeron que el modelo de crecimiento de Brasil -impulsado por el consumo y apoyado durante la última década por la estabilidad macroeconómica, altos precios de las materias primas y elevada oferta de fuerza laboral- enfrenta nuevos desafíos.
Ambos ex funcionarios dijeron que para que la mayor economía de América Latina se expanda más rápidamente el gobierno brasileño tendrá que hacerse cargo de viejos desafíos, como una reforma fiscal que mantenga limitado el gasto público, al mismo tiempo que redireccione más fondos a la inversión.
Eso ayudaría a bajar más las tasas de interés, estimularía la inversión y eventualmente elevaría la productividad y permitiría una expansión saludable.
"Un crecimiento de un 4 por ciento es alcanzable", dijo Meirelles, que condujo el banco central de Brasil durante el Gobierno del ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva y hoy preside J&F Participações, el conglomerado que controla a la productora brasileña de carne JBS.
"Ahora, el desafío es la productividad. Estamos hablando de infraestructura, estructura tributaria, educación y capacitación", añadió.
Meirelles, el hombre que ocupó la presidencia del banco central durante más tiempo en la historia de Brasil, ayudó a dirigir al país durante el período de mayor expansión económica en casi tres décadas.
En el 2010, su último año en el cargo, la economía brasileña creció un 7,5%, sacando a millones de brasileños de la pobreza y metiéndolos en la clase media.
No obstante, la tendencia de Brasil se desaceleró en el 2011 hasta un mediocre 2,7% y muchos analistas pronostican que la economía del país apenas superará ese nivel este año.
En cierto modo, Brasil puede estar siendo víctima de su propio éxito. Un desempleo en mínimos históricos, combinado con la escasez de crédito a largo plazo complica la expansión de las empresas y la contratación de trabajadores, dijo Franco, que dirigió brevemente el banco central durante el Gobierno de Fernando Henrique Cardoso.
"Hay una sensación de que tal vez el modelo de crecimiento no se agotó, pero está cansado, al menos en el sentido de un modelo de crecimiento basado en tasas de inversión bajas y de un consumo elevado", dijo Franco, hoy presidente y estratega jefe de Rio Bravo Investimentos, una firma de gestión de activos.
Franco dijo que las tasas de interés notoriamente altas de Brasil limitan un aumento de los niveles de inversión e impiden que el actual modelo de crecimiento progrese mucho más.
"Las tasas de interés son el problema central", afirmó.
"La cuestión es crear las condiciones fundamentales para que las tasas de interés sean normales. Quizá ese sería el remedio que nos podría poner en tasas de inversión similares a las de Asia", dijo Franco, agregando que la reforma fiscal y un superávit primario mayor serían cruciales.
Brasil tiene actualmente un superávit primario, medición que excluye costos de pago de deuda, algo superior a un 3,2% del Producto Interno Bruto.
Brasil, la "B" del grupo BRICS de las grandes economías emergentes, atrajo durante la última década la atención de los inversores extranjeros que buscan crecimiento.
Más de 100 firmas nacionales salieron a bolsa entre el 2005 y el 2007, y cerca de dos tercios de los fondos recaudados fueron de inversión extranjera. La liquidez de esa inversión foránea catapultó las acciones brasileñas cerca de un 14% en el primer trimestre del 2012.
Pero desde entonces, la tendencia se revirtió en medio de preocupaciones por la trayectoria del crecimiento económico y la caída del apetito por el riesgo a nivel global, que lastraron al índice de referencia Bovespa en más de un 4 por ciento.
Otro factor para el declive, según analistas, es que la forma o el momento de intervención del banco central brasileño en el mercado cambiario es cada vez más impredecible.
Los inversores están también desconcertados por el enfoque del banco central sobre el crecimiento económico, que a los ojos de algunos economistas arroja dudas sobre su compromiso con las metas inflacionarias.
Franco negó, no obstante, que recientes medidas del banco central, como el agresivo recorte de las tasas de interés y los esfuerzos para evitar fluctuaciones del tipo de cambio, representaran una modificación significativa respecto a sus políticas previas.
"¿Es verdad que el tipo de cambio en Brasil es una flotación completamente libre? Probablemente no", dijo Franco. "¿Es verdad que desarrollamos metas inflacionarias sin preocuparnos del crecimiento? No. Pero ese siempre ha sido el caso. No considero que de verdad hayamos cambiado nada fundamental".
Pese al reciente cambio de curso en los flujos de inversión, tanto Franco como Meirelles reiteraron su optimismo en relación a la economía del gigante regional.
Meirelles dijo que Brasil "definitivamente" era una inversión atractiva por factores como el hecho de tener un mercado doméstico grande, una clase media en crecimiento y un marco institucional estable.
"Es una compra (de activos como inversión) más selectiva de lo que era antes", aclaró, agregando que las preocupaciones actuales por la senda económica de Brasil son tan "saludables como normales" para una economía emergente.