La suma de voluntades ha permitido que la confianza regrese al país, toda vez que se esperan mayores flujos de inversión que impulsarán nuevos proyectos en beneficio de la población.
“Nos comprometimos a mover a México, y estamos cumpliendo. México está en movimiento”. Así terminó el presidente de México, Enrique Peña Nieto, su discurso del Segundo Informe de Gobierno 2013-2014. Fue un discurso impecable, de congratulaciones, sobre todo al Pacto por México sobre el que han girado las 11 reformas transformadoras que implicaron “58 modificaciones a la Constitución, 81 cambios a leyes secundarias, la creación de 23 ordenamientos jurídicos y la abrogación de 15”, y que han permitido, en un contexto de civilidad, diálogos, acuerdos, consensos y mayorías, poner a México en movimiento para construir un nuevo país.
En ella sobresalieron algunos anuncios, como la transformación del programa de desarrollo humano “Oportunidades” por el programa “Prospera”, que no tendrá sólo un carácter asistencial, sino que intentará incorporar al beneficiario a la vida laboral y al sistema financiero. Y sobre todo comunicó que se construirá un nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) en una zona contigua al aeropuerto actual, que contará con seis pistas y una capacidad para transportar a 120 millones de pasajeros al año, en lo que se convertirá en el mayor proyecto de infraestructura del país, con una inversión de 120 mil millones de pesos (US$9.159M).
Quizás se echó en falta que diera un número a las expectativas de crecimiento futuro. En el pasado, con la aprobación de la Reforma Energética, mencionó que para el final del sexenio se podría crecer a tasas de entre cinco y seis por ciento. Sin embargo, en todo el discurso del Informe se abstuvo de referirse a un número en concreto, y cuando se refirió al crecimiento futuro, simplemente sostuvo que sería “elevado, sostenido y sustentable”.
El informe está repleto de información interesante, pero de todo él hemos sustraído cuatro puntos esenciales y de carácter estratégico para el país y su población, los cuales hablan por sí mismos.
Oportunidades. Dentro del rubro de “México incluyente”, el presidente Peña Nieto sostuvo que como estrategia para combatir la pobreza, se cambiará el programa “Oportunidades” por otro llamado “Prospera”.
Sostuvo que el combate a la pobreza debería ser el principal reto de la economía mexicana, toda vez que en las tres últimas décadas no se ha producido ningún avance significativo. En 2012, 53.3 millones de mexicanos vivían en una situación de pobreza multidimensional, es decir, 45,5% de la población total, y 11,5 millones se encontraban en pobreza extrema, o casi diez por ciento del total. “Oportunidades”, dijo el Presidente, tiene limitaciones que son “cada día más evidentes”.
Quizás la principal limitación es que, mientras el gasto ha crecido de manera vertiginosa, el número de beneficiarios, medido tanto en número de familias como en personas beneficiadas, se ha estancado desde hace diez años. Actualmente al programa “Oportunidades” se destinan más de 70 mil millones de pesos (mdp) comparado con algo más de 25 mil mdp en 2004, un incremento de 175%. Sin embargo, el número de familias beneficiadas previstas para 2014 es de 6,1 millones frente a cinco millones en 2004, un aumento de 22%.
Lo mismo se observa por número de individuos beneficiados, que ha pasado de 24.4 millones en 2004 a una estimación de 26,4 millones en 2014.
¿A dónde fueron 45.000 mdp que se incrementó el programa en estos diez años para sólo beneficiar a dos millones de personas adicionales?
El nuevo programa “Prospera” trata de ir más allá de un mero programa asistencial, y procurará que el beneficiario se incorpore a la vida productiva.
Los hijos de las familias “podrán recibir becas para estudios universitarios y técnicos superiores, y quienes buscan un trabajo tendrán prioridad en el Sistema Nacional de Empleo”.
Además se les facilitará el acceso al sistema financiero, y a los instrumentos de ahorro y crédito. Todo eso es importante.
Pero lo que realmente urge es que se haga una gestión más eficiente de los recursos y realmente llegue a los beneficiarios, algo que parece no sucedió durante la última década.
Gasto en educación. Algo similar se observa al analizar los datos referentes al gasto educativo que publica el 2º Informe de Gobierno. El gasto nacional en educación se triplicó de 2000 a 2014. Se observó un incrementó de 220 por ciento al pasar de 353 mil millones de pesos a 1.129 billones de pesos previstos para este año. Sin embargo, durante todo ese periodo, apenas se han construido 40 mil nuevas escuelas, o un aumento de 19%, lo que ha permitido que se incremente la cobertura en 6.5 nuevos millones de estudiantes en catorce años, un ascenso de 22%. Como se sabe, el gasto en educación de México es equivalente a 6.2 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), muy cercano al promedio de los países integrantes de ese organismo (6,3% del PIB), si bien no se ha traducido en mejores resultados educativos. Como en el caso del programa “Oportunidades”, el sector educativo representa una excelente oportunidad para mejorar la eficiencia del gasto público.
Financiamiento de la vivienda. Otro aspecto esencial e interesante es el contraste entre el número de operaciones de financiamiento de la vivienda y los montos de los mismos. Mientras el número de operaciones desde que entró Enrique Peña Nieto ha descendido de 1.784 millones a 1.135 millones, que se estima para 2014, lo que representaría una caída de 36 por ciento, el monto de financiamiento se ha incrementado de 259 mil millones de pesos en 2012 a 331 mil 800 millones de pesos para 2014, un aumento de 28 por ciento.
Ese comportamiento refleja una mayor apuesta por el financiamiento de las entidades financieras privadas para otorgar la adquisición y mejora de la vivienda. Así, el número de operaciones de financiamiento de las entidades financieras ha aumentado 15 por ciento, lo que se ha traducido en un incremento en el monto de 60 por ciento entre 2012 y 2014.
Por el contrario, el número de operaciones de financiamiento de los organismos públicos (Infonavit, Fovissste, SHF, Fonhapo y Conavi) ha descendido en 6.7 por ciento, aunque el monto de financiamiento aumentó por el mayor protagonismo de la Sociedad Hipotecaria Federal (SHF).
Esta tendencia implica que, debido a la Reforma Financiera, el sector privado cada vez está más activo en la concesión de hipotecas y créditos para la vivienda en México.
Eso supone, a su vez, que cada vez más financiamiento será dirigido a la vivienda de mayor poder adquisitivo en tanto el gobierno sigue concediendo créditos para los programas de interés social. Ese mayor acceso al crédito hipotecario privado es una buena noticia para un sector de construcción que, luego de dos años de derrumbe, se espera que florezca en el resto del sexenio.
Proyectos ferroviarios. Aunque el gran anuncio del Informe fue la construcción de un nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México, el cual pretende convertirse en la obra de infraestructura más emblemática de este sexenio, los indicadores y objetivos divulgados por el Informe señalan al sector ferroviario como otra gran apuesta del gobierno que encabeza Enrique Peña Nieto.
El sistema ferroviario mexicano se ha ido desmantelando desde hace mucho tiempo, y muy evidente fue su ocaso a mediados de los noventa. Actualmente, el sistema ferroviario sólo transporta en torno a cinco millones de pasajeros al año, y quizás el caso más exitoso sea “El Chepe” que recorre las Barrancas del Cobre.
El objetivo del actual gobierno es que al final del sexenio, el transporte ferroviario interurbano mueva a 162 millones de pasajeros al año, con lo que regresaríamos a los niveles observados a principios de los noventa. Sólo el proyecto de Tren Interurbano de México-Toluca transportaría a casi 100 millones de pasajeros al año. Así vistas las cosas, y como dijo Enrique Peña Nieto, México se está moviendo.