La cotización de las emisiones de deuda pública se desploma a escala mundial, mientras aumenta el rédito del capital.
¿Soplan realmente vientos de cambio en el mercado de las deudas? Semejantes caídas en el ámbito de los bonos no ocurrían desde hace mucho tiempo y Alemania es uno de los primeros países a los que los inversionistas le han dado la espalda. En cuestión de pocos días, el interés a diez años de la deuda germana subió del 0,05% al 0,7%.
En términos porcentuales, ese es un incremento notable, independientemente de que los intereses se mantengan como petrificados en un nivel bajo. Los expertos en la materia sostienen que este fenómeno puede ser descrito como una “revolución en el sótano”. Birgit Figge, analista del DZ Bank, atribuye este cambio de marea a los rumores de que el Banco Central Europeo (BCE) está por frenar su programa de compra de deuda soberana.
Perspectivas de inflación. Desde marzo de 2015, el BCE reserva 60.000 millones de euros al mes para la adquisición de bonos en la eurozona; de ese monto, 40.000 millones de euros están destinados a la compra de emisiones de deuda estatal. El BCE anunció que ese programa duraría hasta septiembre de 2016 para evitar que la depresión económica, la deflación –un descenso abrupto del nivel de precios– y el desempleo causaran estragos en el Viejo Continente. Sin embargo, la abundancia de dinero propiciada por el BCE no ha llegado a las calles.
La mayor parte del dinero puesto en circulación aterrizó en el mercado de las deudas y las acciones. Eso redujo los intereses de los bonos soberanos. Alemania y otros socios de la UE pudieron endeudarse casi sin costo, lo cual resultó doloroso, pero tolerable para los inversionistas gracias a que la inflación estaba en un punto muy bajo.
Ahora, el péndulo se mueve en dirección opuesta. Para empezar, las perspectivas de inflación aumentan junto con el precio de las materias primas.
La corrección de un exceso. Y ese no es un pronóstico negativo porque la economía en la zona euro se ha reavivado también: la economía comunitaria se recupera y la devaluación del euro ya no es tan marcada. Cuando la inflación vuelva a acercarse a la meta codiciada por el BCE –dos por ciento–, el 0,05% de interés a diez años de la deuda alemana dejará de ser aceptable. “A eso se suma el aumento del rendimiento del capital en Estados Unidos”, agrega Figge.
“Eso se debe a la probabilidad de que el banco central estadounidense eleve el tipo de interés básico”, explica la especialista del DZ Bank. Aunque el BCE aún está lejos de elevar el interés básico en la eurozona, el temor a que esa institución ponga fin a su programa de compra de emisiones de deuda pública ha bastado para que los inversionistas se separen en mansa de bonos de deuda soberana. Por su parte, Yves Mersch, miembro del directorio del BCE, desmintió este lunes que esos temores tengan fundamento.
Según Mersch, el BCE no quiere que los países más endeudados del bloque comunitario lleven sobre sus hombros el peso de los intereses crecientes. En otras palabras, lo que se ha visto en el mercado de las deudas no es un golpe de timón, sino la corrección de un exceso. Los ahorristas que de pronto contaron con mejores tiempos para el dinero depositado en los bancos se alegraron demasiado pronto. Al contrario, la creciente inflación amenaza con comerse el “mini-interés” vigente.