En cuanto a los países emergentes, donde se han producido los principales imprevistos de la economía global en los últimos tres años, como las desaceleraciones de China e India y las recesiones de Brasil y Argentina, los autores del documento se muestran optimistas, excepto en el primero de los casos.
La recuperación en Latinoamérica ganará fuerza en 2017. Esta es una de las principales conclusiones del Informe Económico y Financiero de Esade, correspondiente al segundo semestre de 2017, dirigido por David Vergara, profesor del departamento de Economía, Finanzas y Contabilidad en Esade y en colaboración con Banco Sabadell, y en el que se advierte que la economía de México tendrá a ralentizarse debido al efecto que tienen sobre el consumo y la inversión unas condiciones financieras más difíciles, provocadas por la incertidumbre sobre las futuras relaciones comerciales con los Estados Unidos.
Brasil, sin embargo, saldrá de la profunda crisis de los dos últimos años, en un clima político más estable y con una política monetaria de tono más expansivo, una vez controlado el repunte de la inflación. También Argentina saldrá de la recesión de 2016 gracias al empuje del consumo privado y de la inversión pública.
La radiografía global que hace Esade de los primeros seis meses de 2017 es, en líneas generales, positiva. En el apartado de coyuntura del informe, elaborado por el profesor del departamento de Economía, Finanzas y Contabilidad en ESADE Josep Comajuncosa, destaca una mayor fortaleza de la demanda, especialmente de la inversión, que se ha traducido en un aumento de la producción industrial, el incremento del comercio internacional, después de algunos años en que crecía globalmente a una tasa menor que el PIB y el alejamiento de la sombra de la deflación. Sin embargo, la falta de definición de la política económica de Trump, el impacto del brexit, cuya repercusión negativa empezará a crecer según avancen las negociaciones, y la vulnerabilidad de algunas economías emergentes, muy dependientes de la expansión del crédito o de los incrementos en los tipos de interés, amenazan esta progresión. “Por el momento, parece que 2017 será un año mejor que lo esperado, pero sobre unas bases menos sólidas de lo que sería deseable”, resume el Esade.
En cuanto a los países emergentes, donde se han producido los principales imprevistos de la economía global en los últimos tres años, como las desaceleraciones de China e India y las recesiones de Brasil y Argentina, los autores del documento se muestran optimistas, excepto en el primero de los casos. En China, que ha crecido estos primeros meses de 2017 por encima de lo esperado, el crecimiento depende aún de la expansión del crédito bancario, de las vulnerabilidades de su sector financiero, del peso de la deuda empresarial y de la priorización del crecimiento a corto plazo por parte de las autoridades políticas, que impedirán un crecimiento superior al 6% durante los próximos años. En otras economías emergentes, como India o sureste asiático, donde la flexibilidad de los tipos de cambio y las políticas económicas han reducido los episodios de salidas de capital, el informe de ESADE anticipa que habrá una expansión del crédito y que la deuda empresarial cambiará de tendencia.
España y Zona Euro. El crecimiento en la Zona Euro también se va consolidando, gracias a la evolución de la demanda interna derivada de la reducción del paro, y las previsiones sitúan el incremento de su PIB ligeramente por debajo del 2%. Aun así, los autores del Informe recomiendan mantener la política monetaria expansiva no convencional del Banco Central Europeo para incentivar la inversión empresarial y reforzar el sector financiero reparando más rápidamente los balances de las entidades bancarias y resolviendo los créditos de dudoso cobro. Insisten en que no se han cerrado las brechas abiertas durante la crisis, razón por la cual la política fiscal debería seguir desempeñando un papel relevante. De hecho, los profesores de ESADE aconsejan que, en los países con espacio fiscal como Alemania u Holanda, se implanten políticas fiscales expansivas que puedan incidir en la productividad de la economía y se protejan los sectores más vulnerables de la población.
En el caso concreto de España, la economía crecerá ligeramente por encima del 2,5% impulsada por un sector turístico en máximos de actividad y por un mayor dinamismo en el consumo, pero este aumento del PIB no será suficiente para consolidar la recuperación. El Informe Económico y Financiero de ESADE advierte que España sigue formando parte de la lista de países de la Unión Europea que todavía deben reducir su déficit público y su endeudamiento mediante ajustes fiscales graduales que no perjudiquen a los sectores más vulnerables de la población.
Brexit y Trump, impacto por llegar. Para los autores del Informe Económico de ESADE, las consecuencias económicas del brexit fueron menores de lo esperado durante los primeros meses posteriores al referéndum, gracias a la depreciación de la libra en cerca de un 10% y a las políticas adoptadas por el Banco de Inglaterra que impulsaron las exportaciones y compensaron la caída en la inversión empresarial en un primer momento. Sin embargo, las declaraciones de los distintos agentes implicados en la negociación tras la invocación, el pasado mes de marzo, de la retirada voluntaria y unilateral del país con respecto de la Unión Europea, inducen a prever un menor crecimiento de su economía -hasta ahora en un 2%-, el aumento de su paro estructural y una mayor deuda pública. Tres indicadores en los que influirá el coste derivado de los pagos comprometidos por el gobierno británico con el presupuesto de la UE y cuyo volumen podría encontrarse entre los 60.000 y los 100.000 millones de libras.
En cuanto al impacto de la Administración Trump, que comenzó su andadura en enero, todavía es difícil de apreciar. La cuestión clave es si la expansión fiscal será compatible con una subida progresiva de los tipos de interés o, por el contrario, será necesaria una subida más rápida de los mismos, circunstancia que apreciaría fuertemente el dólar y que podría generar unas condiciones financieras más exigentes de lo previsto tanto en Estados Unidos como en la economía global. De darse esta situación, aumentaría el déficit por cuenta corriente en este país, ampliaría los desajustes globales e incrementaría la presión para la toma de medidas proteccionistas, con las consiguientes reacciones que podría desencadenar. “Las consecuencias de este giro podrían poner en riesgo el orden económico global de tipo cooperativo y multilateral como lo conocemos”, han explicado los autores del Informe Económico y Financiero de ESADE.
Recomendaciones para evitar el crecimiento de la desigualdad en países desarrollados. A modo de conclusión, los autores del Informe Económico y Financiero de ESADE señalan que, para preservar los beneficios del comercio internacional y de una economía global interconectada, es necesario promover políticas que reduzcan la desigualdad y la desprotección, y fomenten una mejor distribución de las ganancias de la globalización entre todos los grupos de la población. En concreto abogan, según el país, por un mejor uso de los impuestos y las transferencias a las familias que facilite una mejor redistribución de la renta, por la reducción o eliminación de exenciones fiscales regresivas, y por un mejor uso de los impuestos sobre la riqueza y la propiedad.
Otro tipo de medidas recomendadas en el documento de ESADE son aquellas que puedan ayudar a las personas a adquirir y a mantener las habilidades apropiadas para participar en el proceso económico y adaptarse a su naturaleza cambiante, como aumentar el gasto público en educación y en formación continua que mejoren las expectativas de empleabilidad de los jóvenes y facilitar el acceso a los sistemas de la sanidad pública. En su opinión, también es necesario promover la seguridad social y la cobertura del desempleo, para evitar que las personas abandonen el mercado de trabajo de forma definitiva cuando se produzca una perturbación negativa en la economía y, de este modo, evitar la pérdida de capacitación que ello supone. “En general, es posible diseñar políticas fiscales que mejoren la distribución de la renta y, por tanto, reduzcan las desigualdades sin generar apenas pérdidas de eficiencia, en el sentido de desincentivar el trabajo y la inversión”, resume el informe.