En el ojo del huracán está la oficina del IRS en Cincinatti (Ohio), que desplegó un excesivo escrutinio a grupos conservadores y que tiene asignados a menos de 200 empleados para gestionar las peticiones de organizaciones sin ánimo de lucro de todo el país que solicitan exenciones fiscales.
Washington, EFE. El escándalo que estos días rodea al servicio de recaudación de impuestos de EE.UU. (IRS) ha dejado al descubierto problemas de "falta de personal" y "sobresaturación" de trabajo en el principal organismo de la Hacienda estadounidense.
En el ojo del huracán está la oficina del IRS en Cincinatti (Ohio), que desplegó un excesivo escrutinio a grupos conservadores y que tiene asignados a menos de 200 empleados para gestionar las peticiones de organizaciones sin ánimo de lucro de todo el país que solicitan exenciones fiscales.
Estos trabajadores tienen que revisar anualmente "más de 60.000" solicitudes de este tipo, según datos de la organización periodística ProPublica.
Precisamente, la máxima responsable de estos dos centenares de empleados, la directora de exenciones a organizaciones, Lois Lerner, compareció hoy en una audiencia en el Congreso en la que se negó a responder preguntas sobre las prácticas de sus trabajadores, y abandonó la Cámara Baja entre las críticas de varios legisladores republicanos.
"Creo que lo que pasó aquí fue que se cometieron errores tontos por personas que trataban de ser más eficientes en su trabajo de selección", se justificó la semana pasada el director interino saliente del IRS, Steven Miller, apuntando, desde el propio organismo, al excesivo volumen de trabajo de sus empleados.
El escándalo del IRS se desató a principios de mayo, cuando se dio a conocer el informe de un inspector general del Tesoro que determinó que, desde principios de 2010 y durante dieciocho meses, los trabajadores de la oficina de Cincinnati del IRS habían usado "criterios inapropiados" para señalar aquellos grupos a los que debía practicarse un escrutinio más exhaustivo de lo habitual.
Se trataba de investigar con mayor celo a aquellos grupos que solicitaban exenciones fiscales amparándose en las medidas contempladas para las organizaciones no lucrativas y que incluían en su nombre términos relacionados con ideologías conservadoras como "Tea Party" o "Patriotas".
Todo deriva de la clasificación 501 (c)(4), contemplada en el Código de hacienda de EE.UU., y que exime a las asociaciones cívicas sin ánimo de lucro de pagar impuestos, lo que incluiría, en principio, a los grupos locales del Tea Party.
Para acceder a dicha categoría, los grupos deben tener como objetivo promover el "bienestar social" y, aunque pueden tomar partido en cuestiones políticas, la política no debe constituir "su principal cometido", lo que explicaría el especial esmero dirigido a investigar los grupos del Tea Party.
"Entre 2010 y 2012, el número de peticiones para inscribirse en dicha categoría aumentó considerablemente, a la vez que el IRS redujo su número de empleados", señaló a la cadena televisiva ABC Dave Levinthal, miembro del Centro para la Integridad Pública, quien consideró que el IRS "estaba sobresaturado de trabajo y sin recursos humanos para poder hacer frente a las necesidades del día a día".
La falta de personal y el exceso de trabajo son, por tanto, otras de las causas que se están barajando más allá de la huella ideológica para explicar el especial ensañamiento de los trabajadores del IRS con los grupos conservadores, y que apuntarían en la línea de la "búsqueda de la eficiencia", como indicó Miller la semana pasada.