A juicio de Samuel Gleiser, el desarrollo del Perú se dará si el país crece a tasas por encima del 7% y continúa el emprendimiento empresarial. “Es el match perfecto”, dice.
La paciencia es una virtud que resulta fundamental para Samuel Gleiser en la Cámara de Comercio de Lima (CCL), que presidió por cuarta y última vez hasta abril pasado. Los años a cargo de la institución le han hecho ver que la labor de la cámara local de defender los intereses de los empresarios, especialmente medianos y pequeños, y relacionarse con el gobierno toman tiempo. “Somos pacientes en esperar que vayan cambiando ciertas cosas”, dice. En su última gestión como presidente, Gleiser asegura haber cumplido con las expectativas que la CCL tenía respecto a la modernización de su infraestructura y que la entidad se ha convertido en una cámara de gremios, cuya participación en el crecimiento del país será cada vez más importante. AméricaEconomía conversó con el ejecutivo sobre la CCL a la que representó durante años y sobre los principales temas que afectan al país.
-¿Cómo es la relación entre el gobierno actual y la Cámara de Comercio de Lima?
-La CCL ya tiene 13.000 asociados. Tiene una representatividad bastante grande de los emprendedores, ya que el 60% de sus empresas son pequeñas y medianas y se ha convertido en una asociación de gremios. Eso nos hace relacionarnos con el espejo del gobierno, con los ministerios, con los que tenemos mucha conectividad. Podemos ir a hablar con los ministros y nuestra relación con el Gobierno es muy cercana en cuanto a las propuestas que hacemos y los temas que afectan a la vida económica del país.
-¿Tiene en cuenta el gobierno sus propuestas?
-Depende del gobierno [risas]. Somos pacientes en esperar que cambien ciertas cosas. Sí tenemos un resultado positivo dentro del contexto de lo que pasa en el país, que es de movimiento en cámara lenta. Además a cada rato cambian los ministros. En el Congreso tenemos dos representantes y hemos conseguido hacer propuestas. Además lo interesante es que cada vez que se propone una ley en el Congreso se consulta nuestra opinión. Cada tres meses hacemos todo un análisis de la nueva legislación y la evaluamos desde el punto de vista de la competitividad y lo presentamos al Congreso y a los medios de comunicación.
-¿Cree que el perfil técnico del gabinete actual contribuye a que la relación Gobierno-empresa fluya mejor?
-Son buenos ministros, capaces, con los que podemos conversar y a quienes podemos transmitirles nuestras ideas. Creo que ha mejorado notablemente la relación.
-El ministerio de Economía y Finanzas ha puesto su punto de mira en mejorar la competitividad del país. ¿Cree que están habiendo avances?
-Soy paciente porque creo que no se avanza con la velocidad que se debería. Nuestra posición en competitividad está tan postergada desde hace tantos años que las necesidades de mejora son grandes, y con esa velocidad de crucero no vamos a llegar a competir.
-¿Qué medidas son necesarias para dar a las empresas competitividad?
-Se necesitan reformas tributarias, laborales y en todo lo que es comercio exterior. Cada día que ha pasado en el último año se han dado leyes que afectan a la competitividad, como la Ley de Seguridad y Salud en el Trabajo, que es una barrera burocrática increíble para un país como el Perú, al que se le quiere aplicar estándares de un país superdesarrollado. Otro ejemplo es la autorización que se requiere ahora para las promociones comerciales de los retailers, que va a quitar mucha competitividad al sector. Hay mucho por hacer.
-Uno de los retos del país es combatir la informalidad. ¿Cree que se está actuando adecuadamente para reducirla?
-No hemos mejorado nuestra situación. Lo que ha pasado es que con el crecimiento del país se han incrementado los formales, pero también los informales. El balance es muy pobre. La informalidad es patente y es efecto de una serie de aspectos en cuestión de normatividad y trabas burocráticas, además del crecimiento general del PIB.
-¿Cómo cree que le va a ir a la economía peruana en 2014?
-Según las previsiones creceremos entre 5% y 5,5%. Es un crecimiento que no nos va a llevar a la velocidad de crucero suficiente como para bajar el nivel de pobreza a 15% para 2016. La pobreza rural es una situación mucho más grave que requerirá una inversión en infraestructura vial que lleve la presencia del Estado a lugares más recónditos. Eso solo se puede hacer con inversiones muy grandes que estimamos deberían ser de US$10.000 millones. La infraestructura es la base del desarrollo.
-La cartera de proyectos de ProInversión 2014-2015 de hecho es de US$10.000 millones.
-Con la inversión en la refinería de Talara, que considero un elefante blanco y es de US$ 2.000 millones, y una inversión de US$ 6.500 millones en la línea 2 del Metro, muy necesaria para la conectividad de la capital, ya hay casi US$ 9.000 millones. También se habla de terminar la carretera transversal del Perú.
-¿Qué obras de infraestructura son imprescindibles?
-Carreteras de penetración, transversales y ferrocarriles que recorran la costa. En su visita a Lima el asesor de Obama y analista George Friedman aseguró que debería haber un ferrocarril de alta velocidad de Tumbes a Tacna, que dé un transporte barato y que permita usar carreteras para otras cosas.
-Pese a que la economía sumó en febrero 55 meses seguidos de crecimiento hay quien cree que el ciclo económico de crecimiento de más del 7% ha acabado. ¿Cree que el país ha perdido su oportunidad para avanzar?
-Hemos perdido la gran oportunidad del bono de metales caros y estamos por perder otra: el bono demográfico, que ahora es altísimo, pero no lo estamos aprovechando si no hay industrialización. Promovemos que haya un proceso de industrialización mucho más avanzado y mucho más incentivado.
-¿Qué pudo haber hecho el Perú con el bono minero?
-La rentabilidad que generó el crecimiento debió haberse invertido. Cometimos un gran error con la forma como se hizo la descentralización, que se llevó a cabo desesperadamente por razones políticas. Todo ese bienestar que podía haberse generado terminó en manos de gente que estaba aprendiendo cómo se gobierna en un país fraccionado. No es culpa de las regiones, que nunca han tenido la oportunidad de gestionar los montos que recibieron. La legislación actual está hecha para las épocas de pobreza. Todo está diseñado para que no puedan gastar y no están acostumbrados a hacerlo porque antes no había qué gastar. Todo eso ha generado que el país necesite un remezón, una buena lavada de cabeza.
-¿Debería centralizarse el país de nuevo?
-Hay 25 regiones y se han generado feudos. No creo que se pueda decir al presidente de la región Apurímac que se junte con Huancavelica en una sola región. Ya se intentó una vez y fue un fiasco. Ahora es un poco más complicado mejorar la ley de descentralización. Además se creó la Oficina Nacional de Gobierno Interior (Onagi), que tiene 10.000 gobernadores, que están en cada una de las ciudades, departamentos, provincias y regiones. Da la impresión de que es una forma de mantener cierto control de todas las regiones.
-Usted se ha mostrado especialmente preocupado por la corrupción en el país. ¿Cree que se han dado pasos en firme para reducirla?
-No sé si hay más corrupción, pero da la impresión de que es una situación que no tiene resultados positivos. Lo que sí se está haciendo es unirse corrupción con inseguridad, una unión que resulta en una situación como la de Áncash.
-Desde la CCL siempre se ha criticado la carga del sistema tributario y de cómo se presiona a la empresa formal.
-En el Perú se toma como modelos a países como Suiza, donde la presión tributaria es mayor, pero en nuestro país el 70% de la población es informal, por lo que se ejerce presión sobre el 30% restante. Se está ahogando a los empresarios formales y mayormente a las pymes, que son el futuro del país.
-¿Serán los empresarios los que lleven al país al desarrollo?
-Lo hemos hecho. Todo este crecimiento que hemos visto es de los empresarios. Eso sí, tenemos que elegir mejor a nuestros gobernantes porque no estamos teniendo mucha suerte. Si tenemos un presidente iluminado, que espero que lo tengamos algún día, y tenemos el emprendimiento de los empresarios ese es el ‘match’. Los aspectos de innovación son sumamente importantes porque perdemos competitividad, y también es muy importante la cuestión de asumir riesgos. En EE.UU. quiebras, te aplauden y te dicen “capítulo 11”. En el Perú quiebras y te fregaste porque la gente te apunta con el dedo y te dice “eres un quebrado”; es una vergüenza social.
-¿Cree que el empresario ha cambiado el chip respecto a la necesidad de innovar?
-Ser innovador es haber plantado paltas en el desierto. Sí hay una gran innovación en agricultura y en minería, por ejemplo.
-Usted es presidente del capítulo peruano para el consejo empresarial de la Alianza del Pacífico. ¿Qué cree que va a aportar esta alianza al país?
-La diferencia entre la Alianza del Pacífico y otros acuerdos es que este reposa fuertemente sobre el empresariado y la relación de este y los presidentes de los países creo que ha sido sumamente gratificante. Nos hemos reunido varias veces con los presidentes y definitivamente esperan que haya un gran aporte. Es el final más profundo en la integración de los países.
-¿Cómo se imagina al Perú a largo plazo? ¿Podrá llegar a superar incluso la trampa del ingreso medio?
-Es un fenómeno que todavía no se ha presentado en el Perú. No estamos a ese nivel, aunque si seguimos creciendo lo estaremos. Crecer al 5% no es suficiente. Debemos tener una mejor dirección. Los empresarios van a hacer su parte, pero necesitamos un gobierno concentrado, de máxima calidad y muy innovador.