Javier de Haedo, Gabriel Oddone y Pablo Rosselli coincidieron en que en el último tiempo se perdieron las oportunidades para corregir el rumbo.
El escenario de inflación alta y de un Uruguay caro era previsible y el próximo gobierno deberá realizar ajustes, por iniciativa propia o por imposición de la realidad, concluyeron ayer tres economistas durante un encuentro realizado por la Asociación de Dirigentes de Marketing (ADM).
Javier de Haedo, Gabriel Oddone y Pablo Rosselli hablaron durante un almuerzo en Punta Cala y coincidieron en que en el último tiempo se perdieron las oportunidades para corregir el rumbo, lo que tampoco se debe esperar para estos meses de confrontación política por las elecciones.
Para De Haedo, este 2014 será complejo como todo año electoral, momento en que se acentúa el deterioro fiscal y se posterga el ajuste ante un posible shock externo negativo. A esto, se suma un contexto de desaceleración de la economía, una fuerte pérdida de competitividad, un déficit fiscal elevado por encima del 3% del PIB, el inicio de la pulseada entre mercado y empleo, el tipo de cambio real “en off side con todos” y una inflación al límite. Este último punto, aseguró De Haedo, “revela una realidad: no tenemos compromiso como sociedad con la inflación”.
El economista indicó que se había advertido que la política monetaria utilizada para luchar contra la inflación no iba a lograr su cometido. “No creo mucho en política monetaria; como Uruguay se maneja en dos monedas y la más fuerte no es la nuestra, esta política es cualquier cosa menos contractiva”. Detalló que la base monetaria creció 20% interanual y la tasa call se ubicó en el 6% promedio entre febrero y marzo. En relación a las medidas implementadas por el gobierno –rebajas de UTE y Antel, de la cuota mutual, a la importación de frutas y verduras, y acuerdos de precios con supermercados– son un “parche” pero “son mejor que nada”.
De Haedo apuntó algunos atenuantes que le quitan dramatismo a la situación de la economía uruguaya: excelente administración y gestión de la deuda pública, una “mochila” cargada de reservas, el grado inversor que goza el país y que un contagio de Argentina “ya no es relevante”. De cualquier modo, de cara al futuro –el experto pronostica un crecimiento de 1% a 2%– habrá que realizar ajustes. “Lo hace el gobierno o lo impone la realidad”, comentó. Se hará a través de un “plan de estabilización convencional o por una devaluación que corrija los precios relativos a variables reales”. Esto se responderá, concluyó De Haedo, “después de las elecciones”.
Situación “evitable”
Oddone, socio de la consultora CPA Ferrere, dijo a su turno que los desequilibrios macroeconómicos “restringirán el margen de maniobra” para el próximo gobierno. Si bien aclara que “en ningún caso el escenario es dramático” para la siguiente administración, sí existió una deterioro en los dos últimos años que era “evitable”.
El economista de Ferrere aseveró que hay un “shock regional en curso” acompañado de un bajo crecimiento y un abaratamiento relativo. Analizó que pese a la desaceleración la inflación se acercó al 10% y se preguntó: “¿Se trata de un shock transitorio o de una inflación del núcleo de precios”. Respondió que, absolutamente, se trata de la segunda opción, de una situación de “naturaleza permanente”. Este ha sido un reclamo “largamente” esgrimido por el sector privado.
En relación a las medidas del gobierno para atenuar la inflación, aseguró que sirven para “comprar tiempo para articular medidas”, pero que en todo caso son “insuficientes para las mejoras que se podían implementar” antes y “no atacan las presiones inflacionarias”. El registro, según el experto de CPA Ferrere, cerrará 2014 “por encima del 8%”. El próximo gobierno deberá “promover una política mucho más coordinada; la política fiscal no promoverá una contracción de la demanda agregada”, añadió.
Rosselli, socio de Deloitte, tituló su exposición “Ajustes para el crecimiento económico”. Tras indicar que el país cuenta con algunas fortalezas, como las reservas, el atractivo para la inversión extranjera directa, la flotación cambiaria y la disminución de la dependencia de las exportaciones hacia Argentina, remarcó una serie de debilitamientos que afectan a la economía local, como el excesivo gasto doméstico –“el sector público gasta más de lo que cuenta” – y caro en dólares.
La actual inflación, continuó, muestra que “tenemos desequilibrios”. Con una economía que viene desacelerándose y con una inflación que “hace tiempo” está entorno al 8%”, la política monetaria “demoró mucho en funcionar”. Se registró un desanclaje en la expectativa de inflación y se requieren esfuerzos contractivos monetarios más grandes; además, no hay abaratamiento en dólares como en la región, la política monetaria quedó sola y hubo un aumento de salarios muy fuerte, por encima de la productividad, desgranó.
Rosselli dijo que el excesivo gasto público, que apreció el peso, limitó la vocación monetaria contractiva del Banco Central (BCU). Ahora, “no nos podemos imaginar una reducción de impuestos importante”. El economista sugiere además, para la lucha contra la inflación, desindexar los salarios. Es “imprescindible” un ajuste en el próximo tiempo; “no es sostenible una inflación alrededor de 8%”. “O se mueve a una inflación más baja o no se crecerá”.