Trabajo dominical y más competencia en algunas profesiones. Con el paquete de crecimiento conocido como “Loi Macron” el Parlamento francés decidirá si el país se puede reformar.
Podría ser una jugada maestra, pero solo se puede avanzar paso a paso. El camino a la “Loi Macron” fue largo y accidentado. Durante días de discusión en la Asamblea Nacional, para este paquete de reformas se presentaron más de 2.800 propuestas de cambio. Si finalmente se aprueba, el ministro de Economía Emmanuel Macron, que da nombre a la reforma, se quitará un peso de encima al igual que otros socios de la UE que esperan la gran reforma de Hollande.
Al contrario que las grandes reformas del paquete Hartz de Alemania, la “Loi Macron” no plantea cambios radicales. No afectará ni a la jornada de 35 joras ni al despido ni al salario mínimo. El gobierno solo tratará de implantar más de 100 cambios pequeños destinados a impulsar la liberalización de sectores privilegiados. Notarios, abogados, ejecutores judiciales y todas las profesiones protegidas tendrán que enfrentarse a una mayor competencia en el futuro. Una medida que, sumada a la jornada dominical, debería servir para impulsar el crecimiento de la economía gala, que continúa con una cifra récord de desempleados.
Reformas liberales desde la izquierda. Antes de eso, todavía está por ver con qué mayoría se aprobará el paquete de medidas ante el Parlamento, tras las duras críticas desde el ala izquierda del partido socialista. Con la “Loi Macron”, tanto el presidente como el gobierno arriesgaron su posición. Aunque intente reactivar el oxidado mercado laboral, hasta ahora todos los intentos de aprobar reformas sociales y del mercado de trabajo fracasaron. Ni Jaques Chirac en los 80, ni Juppè en los 90, ni Villepin lograron imponerse al rechazo de la calle. Hasta Nicolas Sarkozy, reformista conservador y predecesor de Hollande, desistió de las recomendaciones de una comisión especial creada a tal efecto. Entonces, Macron trabajaba para el presidente de la comisión de reformas y los expertos catalogaron su elección como ministro como una señal clara para la política de reformas que ahora está cerca de conseguir.
Reformas por consenso. Pese a críticas de sindicatos y profesionales, todavía no se ha levantado un movimiento popular masivo. Ante la gran cantidad de reformas propuestas, los opositores tendrán que luchar en demasiados frentes a la vez. Por otra parte, no se trata de un cambio radical y el gobierno valora medidas de equilibrio social: “Por ejemplo, la jornada dominical permitirá abrir comercios, pero la decisión de trabajar el domingo se tomará por consenso interno de acuerdo con el consejo de empresa”, aclara Stefan Seidendorf, del Instituto Franco-Alemán de Ludwigsburg.
Seidendorf cree que la “Loi Macron” es un gran paso pero no una revolución. En Francia se necesitan muchas reformas, continúa: “La carga de la administración es enorme y hay que simplificar el complejo sistema fiscal, además de impulsar la liberalización del mercado laboral”. Sin embargo, es probable que Hollande y Valls esperen antes de implantar grandes cambios. Además, cuando este paquete de reformas se apruebe aún quedará mucho trabajo. Muchos artículos requieren precisiones y correcciones con las consiguientes discusiones y fricciones políticas. En palabras de Seidendorf: “En el paquete hay material suficiente para llenar el periodo que a Hollande le queda en el cargo”.