El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, hizo un nuevo llamado la semana pasada a sostener más conversaciones entre bancos centrales, avivando el supuesto de que las autoridades económicas han discutido más sobre sus recientes reuniones de lo que desean admitir.
No hay un pacto tras bambalinas entre los bancos centrales más poderosos del mundo para ajustar la política monetaria, pero el potente efecto que sus acciones tienen en los mercados financieros los conduce a la necesidad de entender mejor las motivaciones de sus pares, dijeron funcionarios a Reuters.
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, hizo un nuevo llamado la semana pasada a sostener más conversaciones entre bancos centrales, avivando el supuesto de que las autoridades económicas han discutido más sobre sus recientes reuniones de lo que desean admitir.
De hecho, el BCE, el Banco de Inglaterra, el Banco de Canadá y el banco central de Noruega se volvieron inesperadamente más propensos al endurecimiento de la política monetaria en cuestión de días y se espera que la entidad rectora de Suecia y el Banco de la Reserva de Australia sigan esta línea esta semana.
Las autoridades a ambos lados del Atlántico dicen que a menudo comparten sus percepciones sobre la economía en privado, pero sólo para mejorar su entendimiento y no para coordinar la política monetaria, ya que cada banco central es independiente.
Los bancos necesitan cumplir con diferentes mandatos y tienen herramientas diversas, por lo que sugerir que la política monetaria local está subyugada a los intereses de un organismo extranjero podría generar un caos entre la opinión pública. Esto hace que la coordinación, por no hablar de la cooperación, sea prácticamente imposible, dijeron fuentes.
"¿Puedes imaginar a Draghi llegando a la reunión del consejo de gobierno (del BCE) y diciendo: gracias por venir pero ya llegué a un acuerdo con Yellen", dijo una fuente del banco central de la zona euro. "¿Cuán rápido se filtraría eso a los medios?", inquirió, refiriéndose a la presidenta de la Reserva Federal estadounidense, Janet Yellen.
Aunque los bancos centrales toman sus propias decisiones, de todas formas éstas tienen consecuencias perdurables en los mercados cambiarios, de deuda y de derivados.
"Si pudiéramos hablar más entre nosotros y comunicarnos con los mercados de una forma que no aumente la incertidumbre, sería de mucha ayuda", dijo Draghi la semana pasada en Portugal, en otra reunión de funcionarios de bancos centrales. "De modo que la necesidad está ahí, cómo hacerlo no es simple", aseveró.
Algunos participantes del mercado consideraron sus comentarios como una nueva apertura de Draghi a coordinar la política monetaria con otros bancos centrales. De hecho, tal cooperación ya tiene antecedentes.
A fines del 2008, la crisis financiera global se había salido de control, bancos como la Fed, el BCE y el Banco Nacional Suizo recortaron sus tasas de interés en una medida coordinada. En 2011, un esfuerzo conjunto de bancos centrales del G-7 ayudó a estabilizar al yen japonés después de un devastador terremoto.
Aún así, una fuente cercana a la Fed arrojó agua fría a la idea de un pacto. Dado el elevado escrutinio del Congreso, cualquier sugerencia de que el banco central somete su política monetaria a compromisos secretos con organismos externos dañaría seriamente la postura de la entidad, sostuvo la fuente.
"No podemos revelar información que no sea ya de dominio público. Podemos explicar nuestras posturas, compartir nuestros análisis, pero no podemos discutir nuestro próximo paso", dijo la fuente.