Sumar al yuan a la canasta de los Derechos Especiales de Giro (DEG) sería un reconocimiento a la creciente influencia económica de China y un paso concreto para hacer más representativo el actual sistema monetario global.
Nanjing. Los ministros de Finanzas del G-20 realizaron modestos avances este jueves para reformar un sistema monetario global que según el presidente francés, Nicolas Sarkozy, es tan inestable que podría llevar nuevamente al mundo a sufrir una crisis económica.
Los ministros y los responsables de los bancos centrales de los 20 principales países desarrollados y en desarrollo se acercaron hacia un consenso sobre la necesidad de incluir al yuan chino en la cesta de monedas que componen los Derechos Especiales de Giro (DEG), la unidad contable del Fondo Monetario Internacional.
Sumar al yuan a la canasta de los DEG sería un reconocimiento a la creciente influencia económica de China y un paso concreto para hacer más representativo el actual sistema monetario global.
"Sin reglas, el sistema monetario y financiero internacional es incapaz de anticipar crisis, burbujas financieras y la expansión de los desequilibrios", dijo Sarkozy al abrir un seminario del G-20 celebrado en la ciudad china de Nanjing, al este del país.
"Sin reglas ni supervisión, el mundo se arriesga a estar condenado a crisis cada vez más serias y severas", agregó ante un auditorio en el que estaba presente el director del FMI y potencial rival de Sarkozy en las próximas elecciones francesas, Dominique Strauss-Kahn.
Francia preside durante este año el G-20, que reúne a economías desarrolladas y emergentes que representan cerca del 85% de la producción global.
China, pese a que aceptó ser anfitriona del encuentro, no muestra gran entusiasmo por la iniciativa de Sarkozy.
"El proceso de reforma será a largo plazo y complejo", dijo el vice primer ministro chino, Wang Qishan, en sus comentarios iniciales.
Paso a paso
China sospecha que el objetivo velado de Occidente sea obligarla a permitir que el yuan se cotice más libremente y que desmantele sus controles de capital más rápido de lo que desea.
Estos intereses contrapuestos quedaron al descubierto en Nanjing en torno a las condiciones para incluir al yuan, también conocido como renminbi, en la cesta de DEG.
Los DEG, cuyo valor actualmente se deriva de una canasta ponderada de dólares, euros, yenes y libras, es una cuasimoneda que se usa principalmente como una unidad contable dentro de las operaciones internas del FMI.
Su alcance es limitado -Libia por ejemplo mantiene atada su moneda a los DEG y las comisiones por transitar por el Canal de Suez se calculan en esta unidad-, pero algunos expertos creen que los DEG pueden evolucionar con el tiempo y convertirse en una moneda internacional de reserva, junto con el dólar.
La ministra francesa de Economía, Christine Lagarde, dijo que no había un marco de tiempo especial para agregar el yuan a los DEG, un paso que exigiría compromisos por parte de China.
"Discutimos las condiciones que se aplican para pertenecer a la cesta de DEG y en particular nos centramos en la convertibilidad y flexibilidad de una moneda y en la relativa independencia de los bancos centrales", dijo la ministra en la conferencia de prensa que cerró el encuentro.
Pronto se comenzarían estudios para analizar estos temas, adelantó.
Así como a China le gustaría disfrutar de los beneficios que tiene pertenecer a los DEG, también le preocupa que el ofrecimiento venga con muchas condiciones.
Yi Gang, un vicegobernador del banco central chino, cuestionó la idea -expresada entre otros por el presidente del Banco Central Europeo Jean-Claude Trichet- de que una moneda deba primero flotar libremente para poder ser incluida en la cesta de DEG.
El secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner, puso en tela de juicio si se requiere de un esfuerzo internacional para curar los males del sistema monetario global. Según él, la inconsistencia en las políticas cambiarias es el mayor defecto.
Sin nombrar a China, hizo notar que algunos países emergentes ejercen regímenes fuertemente controlados que avivan los riesgos de inflación en sus propias economías, magnificando las presiones de apreciación en otras naciones y generando también llamados al proteccionismo.
"Esta asimetría en las políticas de las tasas cambiarias crea mucha tensión", dijo Geithner. "Este es el problema más importante que hay que resolver hoy en el sistema monetario internacional", agregó.
Pero dijo que la solución no es complicada.
"No se requiere de un nuevo tratado, o una nueva institución. Puede ser alcanzado por acciones nacionales que sigan el trabajo que ya hemos comenzando en el G-20 para promover un crecimiento más balanceado y abordar los desequilibrios excesivos", sostuvo.