Con esta expresión, el ministro de Hacienda de Brasil pretendía denunciar la avalancha de dólares que estaba ingresando a los mercados emergentes producto de las políticas monetarias ultraexpansivas de los países desarrollados.
Santiago. La guerra cambiaria global que denunciaba Brasil hace poco más de un año ha dado un giro de 180 grados en las últimas semanas en América Latina, que ahora lucha por evitar que sus monedas sean arrastradas por la ola de aversión al riesgo bajo un escenario externo marcado por la crisis europea.
Esta semana, las monedas de América Latina seguirían bajo presión, luego de dejar atrás una semana en la que el real brasileño operó sobre la marca de 2 unidades por dólar y el peso mexicano se depreció hasta superar las 14 unidades por primera vez en el año.
La evolución de la crisis en Grecia y los datos económicos en Estados Unidos, especialmente el informe sobre la creación de empleo, ayudarán a marcar el tono de las monedas esta semana.
"Todas las divisas latinoamericanas claramente se han debilitado. Creemos que esta situación debería mantenerse en el corto plazo en línea con la debilidad global del euro", dijo Sergio Tricio, analista de Forex Chile.
Este debilitamiento de las monedas, que llevó a varios bancos centrales regionales a gastar millones de dólares con intervenciones en los mercados durante la última semana, refleja el cambio de escenario desde que el ministro de Hacienda de Brasil, Guido Mantega, acuñó la expresión "guerra cambiaria" a fines del 2010.
Con esta expresión, Mantega pretendía denunciar la avalancha de dólares que estaba ingresando a los mercados emergentes producto de las políticas monetarias ultraexpansivas de los países desarrollados.
Ahora, el enemigo de esta proclamada guerra ya no es la avalancha de dólares sino el negativo entorno económico externo, marcado por la crisis europea y los débiles ritmos de crecimiento en dos socios comerciales clave de América Latina, China y Estados Unidos.
El objetivo tampoco es, como antes, contener el alza de las monedas, sino evitar una depreciación demasiado rápida.
A fines de la semana, los inversores de la región podrían tener un panorama más claro sobre el verdadero estado de la economía estadounidense con la publicación del informe de empleo de mayo, que también resultará clave para medir las posibilidades de que la Reserva Federal lance una tercera ronda de compra de bonos.
Según la actual proyección del mercado, la economía estadounidense habría creado 150.000 empleos en mayo.
Tras meses de tomar medidas para quitar fuerza a sus monedas, esta caída puede ser considerada un respiro bienvenido por varios bancos centrales de la región. Sin embargo, estas entidades, desde México hasta Brasil, han dejado en claro al mercado que cuentan con herramientas para controlar cualquier volatilidad.
"Vemos los principales cambios en el peso mexicano y en el real brasileño, que se han debilitado en una proporción mayor que las monedas de Chile, Colombia y Perú. Y esto se debe en gran medida a lo que pasa con cada una de esas economías, en estos últimos tres países hay presiones inflacionarias y por ende hay menos posibilidad de bajar tasas", dijo Tricio.
En México, con una economía muy vulnerable a los vaivenes de Estados Unidos, el peso acumula una depreciación cercana al 8 por ciento en lo que va del segundo trimestre.
"Los agentes en la economía percibirían que la debilidad del peso se está volviendo más persistente", dijo el economista de UBS Rafael de la Fuente en un informe, donde alertó por el impacto inflacionario que podría tener esta depreciación.
Consciente de esto, el Banco de México vendió dólares el miércoles en el mercado por primera vez en casi dos años y medio, luego de que el peso perforara la barrera de las 14 unidades por dólar debido a los temores por la posible salida de Grecia del euro.
Brasil no quiso quedarse atrás y a lo largo de la semana pasada realizó sucesivas ventas de swaps cambiarios, que equivalen a vender dólares en el mercado, después de que el real coqueteara con la marca de 2,10 unidades y acumulara un descenso de casi un 15% desde un máximo alcanzado a fines de febrero.
Finalmente, logró terminar la semana con ganancias y bajo las 2 unidades por dólar, pero sólo a punta de las intervenciones oficiales. Operadores consideran que el Banco Central estaría cómodo con un real entre 1,95 y 2,05 unidades por dólar.
Un alto funcionario del Gobierno brasileño dijo que las recientes intervenciones apuntan a limitar la volatilidad "excesiva" del real, negando que se haya fijado una meta para el tipo de cambio, que se ha visto presionado, además de por la crisis externa, por las fuertes bajas en la tasa de interés referencial.
La ola de aversión al riesgo también se sintió en otras monedas de la región, como el peso chileno y el sol peruano. Y esta semana no sería diferente.
"De mantenerse el actual clima de incertidumbre, el tipo de cambio debería oscilar entre los 508 y los 512 pesos por dólar, que son las zonas donde se ha visto un aumento en la demanda y oferta de dólares, respectivamente", dijo un operador en Santiago en referencia al peso chileno, que el viernes cerró en un mínimo desde enero a 509,70 unidades para la venta.
El presidente del Banco Central chileno, Rodrigo Vergara, dijo que no le preocupa la actual caída del peso. En cambio, en su vecino Perú, la autoridad monetaria intervino con fuerza para apuntalar al sol, que tras apreciarse con fuerza en el primer trimestre pasó a caer un 0,04 por ciento en el año.
"La presión al alza sobre el tipo de cambio podría continuar, en ese sentido es probable que el sol cotice (esta semana) por encima de las 2,70 unidades por dólar y que el Banco Central siga interviniendo en el mercado spot (al contado)", dijo Roberto Flores, jefe de análisis de Intéligo SAB en Lima.