El ritmo del aumento crediticio en Brasil está llegando a niveles históricos. No obstante, el panorama ahora debe afrontar el impacto de la inflación y una ralentización del crecimiento económico.
University Knowledge Warthon. Ahora que el mundo desarrollado ha decidido abandonar rápidamente el apalancamiento financiero, las empresas brasileñas y la población en general se están endeudando a marchas forzadas. A pesar del ritmo lento de la economía, el crédito continúa aumentando. En julio, el crédito disponible alcanzó el 50,7% del PIB, frente a un 46,1% en el mismo periodo del año anterior, según datos oficiales del Banco Central. Hace diez años, ese porcentaje era de tan solo un 21,9% del PIB. La rapidez de la transición y la creciente sofisticación que han alcanzado los bancos y de los consumidores son notables, observa Celina Vansetti-Hutchins, directora gerente de Moody's.
Los brasileños, al igual que otros muchos latinoamericanos, padecían una escasez de crédito debido a un historial de hiperinflación. Eso, naturalmente, hizo que el Banco Central adoptara una política monetaria tímida en cuanto a la concesión de préstamos. La inflación perduró en Brasil más tiempo que en buena parte de América Latina llegando, de media, a un 166% entre 1987 y 1989, y manteniéndose elevada hasta 1994, cuando fue finalmente derrotada.
Los tipos de interés han seguido la tendencia a la baja de la inflación hasta la toma de posesión de la presidente Dilma Rousseff. Alexandre Tombini, presidente del Banco Central nombrado por la presidente, dijo en agosto que las presiones de la inflación mundial continuarán bajo control, según relata Alexander Gorra, estratega senior y director de plataforma internacional de la gestora de fondos BNY Mellon ARX, en Río. En retrospectiva, se nota que ha sido una apuesta increíblemente perspicaz, dice Gorra. El Banco Central bajó la tasa básica de interés (Selic) a un 7,5% el 29 de agosto, una caída del 5% respecto a hace un año. Mientras, el grupo de economistas del BC divulgó una previsión de inflación del 5,2% para este año. Brasil que tenía los tipos de interés reales más altos del mundo tiene hoy tipos inferiores a un 2,5%, y se espera que la inflación caiga aún más. Eso crea un escenario muy saludable para el crecimiento del crédito.
¿Pero cuál será la tendencia de la tasa Selic a partir de ahora? En el reporte de la última reunión del comité de política monetaria divulgado el 7 de septiembre, el BC dijo que el ciclo de recortes está a punto de llegar a su fin, pero no descarta la posibilidad de otra rebaja con "máxima cautela".
La mayor parte de los economistas cree que habrá un recorte más de 25 puntos básicos. Gorra cree que el BC tal vez vaya más allá. "Creemos que los tipos deberían llegar a un 7% al final de año, que es más de lo que espera el mercado. Deberían situarse en ese nivel durante algún tiempo, probablemente hasta la segunda mitad del año que viene".
El crédito sigue su marcha. Si el BC baja aún más la tasa Selic, contribuirá con eso a acelerar tendencias que ya están en marcha. El impacto de tipos menores ya se está sintiendo en toda la economía brasileña. Por primera vez en la historia del país, se abre la posibilidad de que las empresas contraten préstamos en el mercado interno, dice Paulo Oliveira, consejero delegado de Brazil Investments & Business (BRAiN), que trabaja en la promoción de Brasil como destino de negocios.
Las empresas brasileñas ya comienzan a ser capaces de emitir títulos de deuda de largo plazo después de años operando casi sin ningún apalancamiento financiero, dice Oliveira. El impacto de la deuda se sentirá brevemente en las infraestructuras, prevé. Él estima que Brasil necesite US$ 300.000 millones al año para mantener el crecimiento del PIB en un 5%, y compite por ese dinero con el resto de países BRIC. "Ese capital no vendrá del Gobierno", dice.
El Gobierno está decidido a impulsar los mercados de bonos como fuente de financiación para empresas y proyectos de infraestructuras de largo plazo, y está meditando una serie de medidas para estimular el mercado, añade Oliveira. Está pensando en aumentar los beneficios fiscales para los brasileños que compren bonos de largo plazo, con beneficios especiales para la cobertura de los bonos de infraestructuras. Eso significa que buena parte de la nueva deuda se financiará a través del mercado local de bonos corporativos, aún tímido, pero en rápido crecimiento. El primer paso para eso ha sido la emisión de obligaciones que alcanzó el valor récord de US$ 39.300 millones hasta agosto de este año, frente a US$ 48.500 millones en 2011, según datos de la Asociación Brasileña de las Entidades de los Mercados Financiero y de Capitales (ANBIMA).
Si las empresas están experimentando grandes cambios en la forma en que obtienen capital, el impacto de una política monetaria más laxa se vuelve aún más visible en la economía del consumo. El crédito ya se expandió hacia otros instrumentos muy caros para su uso en situaciones de emergencia y está disponible hoy en una serie de instrumentos innovadores, entre ellos la deducción en la nómina. Otros países latinoamericanos, como Chile, también tiene crédito deducible de nómina —en que los préstamos son deducidos de la nómina antes de llegar al prestatario—, pero Brasil destaca en esa área, dijo Clive Botelho, director financiero del Banco BMG, especializado en crédito. Los bancos también han ampliado su alcance y se han vuelto más eficientes en la concesión de crédito garantizado, sobre todo para vehículos, añade.
A medida que los tipos de interés continúan bajando, el mercado de hipotecas comienza también a despegar. El crédito inmobiliario está creciendo a un ritmo veloz y, en julio, aumentó un 39,6% respecto al año anterior superando los US$ 242.000 millones, según datos del BC.
Buena parte del crédito hoy en día proviene de una peculiaridad de la economía brasileña, un fondo de ahorro obligatorio para los trabajadores que puede ser usado para la compra de vivienda propia, según muestran los datos del BC. Pero los bancos están entrando rápidamente en el mercado. La Caixa Económica Federal (Caixa) prevé que el mercado hipotecario crezca un 25% este año. La pregunta que surge es la siguiente: ¿cuántos consumidores brasileños pueden realmente asumir esto en sus presupuestos?
Cotizar Spreads. Antes de que el consumidor pueda, de hecho, celebrar los tipos de interés más baratos, es preciso añadir otro ingrediente: spreads bancarios menores. Brasil tiene uno de los spreads más altos del mundo, que son una fuente de rentabilidad asombrosa para los bancos brasileños. El aspecto positivo es que las altísimas tasas garantizan que, por lo menos, la deuda es de corta duración. El Gobierno siente que ha hecho su trabajo bajando los tipos y ahora tiene en el punto de mira los spreads. Él presiona de dos formas. La presidente Dilma y el ministro de Hacienda, Guido Mantega, usan una combinación de persuasión moral y los poderosos bancos brasileños de titularidad pública para bajar los spreads.
A principios de año, la presidente Dilma criticó varias veces de forma pública las tarifas cobradas por los bancos brasileños y dijo que eran mucho más altas que en el resto del mundo. En un viaje a EEUU, la presidente observó que los spreads brasileños eran "insostenibles y difíciles de explicar". Por ejemplo, el coste total del pago por un atraso de una tarjeta de crédito Visa, sobre el que el cliente nunca se había atrasado, puede llegar a alcanzar un 397,33% al año.
Eso puede parece absurdamente alto, pero los spreads, por lo menos sobre algunos productos, han caído de forma sustancial. Por ejemplo, el coste medio de financiación de un vehículo era de más del 50% hace diez años. Hoy, la tasa media está algo por debajo del 21%.Cuando la presidente anunció que habría un movimiento en el sentido de rebajar los spreads, los bancos públicos, inclusive la Caixa, aceptaron el desafío y prometieron recortar las tasas en un 88% en el caso de algunos productos. A principios de agosto, la entidad dijo que su portafolio de préstamos alcanzó un impresionante 44% este año.
Las tasas más bajas de los bancos públicos han contribuido a captar una cuota mayor del mercado. Según las cifras más recientes del BC, esos bancos representan un 45,4% del total de crédito en el sistema financiero frente a un 37,7% de los bancos privados domésticos y un 16,9% de los bancos extranjeros.
No es de extrañar, por tanto, dado los intereses tan elevados cobrados sobre la deuda del consumidor, que los bancos brasileños necesiten seguir de cerca los préstamos de amortización dudosa (NPLs, según sus siglas en inglés). Las señales son preocupantes, sobre todo este año. La Federación del Comercio de São Paulo (Fecomércio-SP) informó que en la ciudad de São Paulo, un 21,8% de las familias dijeron que no están pagando una u otra deuda. Es la cifra más elevada desde 2007, cuando el porcentaje fue del 23,5%.
Los recelos en torno a los NPLs se ven aumentados por la escasez de datos sobre los buenos y malos pagadores, dice Ricardo Laurel, presidente de Serasa Experian, que analiza las tendencias de crédito en Brasil. El préstamo al consumidor tiene una historia breve en Brasil, lo que tiene como resultado que haya pocos datos para analizar. Eso significa que no es fácil establecer fácilmente un patrón. Además, muchos brasileños que hoy solicitan préstamos vienen de clases sociales que los bancos no hubieran considerado aptas para contratar esos productos hace diez años, resalta Vansetti-Hutchins.
Esos nuevos consumidores tal vez se comporten de forma diferente a los prestatarios con experiencia en pagar los préstamos que contratan, dice Vansetti-Hutchins. El proceso de formación de bancos de datos de préstamos contratados por el consumidor es demasiado lento en Brasil. Los intentos de crear un historial de crédito positivo, que incluiría a los consumidores que pagan los préstamos contratados, están prohibidos por el Congreso.
Vansetti-Hutchins ve con cautela la situación del crédito al consumidor en Brasil. En la última crisis tuvieron éxito las medidas para ampliar el crédito reduciendo las reservas obligatorias, pero ahora que el crédito representa un porcentaje más elevado del PIB, "sean cuáles sean las medidas que se tomen ahora, serán menos eficaces que en 2009", dice. "En general, la demanda actual está cubierta en un grado mayor que en 2009 y debería estimular la entrada del consumidor en un escenario de deudas más elevadas", observa Vansetti-Hutchins. Las tasas de incumplimiento de los préstamos para la adquisición de coches se duplicaron, y el crecimiento del crédito no deberá volver a los niveles de 2009-2010. "Se acabaron aquellos plazos y condiciones", dice.
Vansetti-Hutchins duda de que los bancos del sector privado recorten los spreads aún más sólo porque el Gobierno quiere que lo hagan. Ellos están dispuestos a bajar las tasas de algunas clases de activos; en general, sin embargo, son conservadores y las tasas más bajas que divulgaron son, en gran medida, cosméticas y llenas de condiciones, dice.
Los bancos brasileños se enfrentan a un torrente de factores negativos, observa Vansetti-Hutchins. Las tasas de incumplimiento más elevadas les están afectando, y los tipos de interés más bajos proporcionan un retorno menor sobre los depósitos, al mismo tiempo que la competencia de los bancos del sector público es mucho más fuerte.
Para hacer que los bancos presten más, el Gobierno ha pensado en otras medidas para estimular el crédito que podrían incluir beneficios fiscales para la refinanciación de la deuda. "Es el colmo. Se crea un ciclo negativo y se estimula al consumidor que ya está muy endeudado a meterse en una deuda más barata en vez de pagar la deuda que tiene", advierte Vansetti-Hutchins.
Sobredosis de crédito al consumidor. Laurel también observa con cautela los niveles de deuda del consumidor. En septiembre, el consumidor se mostró un poco menos animado a contraer deudas, según una encuesta de Serasa Experian, que prevé tendencias con seis meses de antelación. En un congreso reciente sobre tarjetas de crédito y crédito al consumidor, él observó que ese retorno de la confianza viene después de nueve meses de cautela de los consumidores brasileños, a pesar de la caída sustancial y bastante divulgada de los tipos de interés. Hubo una "sobredosis de crédito" en 2010-2011, dijo. Él teme también que los NPLs estén aumentando en una época de descenso récord de desempleo y en un momento en que la economía está creciendo. Pero Laurel cree que después de un enfoque más cauteloso por parte de los bancos del sector privado, quizás se pueda ver la luz al final del túnel y el nivel de los NPLs disminuyan lentamente.
Otra dificultad a que se enfrenta el préstamo al consumidor es que la economía brasileña se está enfriando rápidamente. El crecimiento del PIB fue del 2,7% el año pasado, y las previsiones más recientes de los economistas indican que debería situarse ligeramente por encima del 1,7% este año. Buena parte de la desaceleración está claramente relacionada con el escenario global y con la caída preocupante de los precios de las hard commodities, como el mineral de hierro. Hay, sin embargo, señales de que el consumidor está comenzando a cansarse debido a los niveles más elevados de los NPLs y la desaceleración del comercio minorista en el primer semestre.
El deshielo que están experimentando los congelados mercados de crédito de Brasil ha traído enormes beneficios para una población cuyo acceso a los préstamos tenía lugar a tipos que sólo tiburones prestamistas cobrarían en el mundo desarrollado. Irónicamente, la preocupación ahora es que el crédito está extendiéndose de forma muy rápida. ¿Existe el riesgo de que Brasil siga la misma trayectoria de Europa y de EEUU confiando demasiado en el crecimiento del consumo para impulsar el PIB? ¿Dónde estaría el equilibrio?
Vansetti-Hutchins ve con optimismo moderado la posibilidad de que, con los tipos de interés permanentemente bajos y la fuerte competencia entre los bancos del sector público y del sector privado, el consumidor y las empresas brasileñas sean capaces de pagar sus deudas. El Gobierno debería impulsar —y no con agresividad— que los bancos hagan lo que él pide.