El mercado laboral está ante un cambio radical: las máquinas y las cosas se comunican, se conectan y se convierten en fábricas inteligentes.
“Estamos en el comienzo de una revolución en la que cambiará fundamentalmente la manera de trabajar y de comunicarnos”, dice Klaus Schwab, el organizador del Foro Económico Mundial de Davos. Se trata de la industria 4.0, la producción totalmente automatizada, conectada y coordinada por computadoras y la creciente universalización de la tecnología también en el sector servicios, por ejemplo con robots.
Incluso los economistas con tendencias políticas de libre mercado se han puesto serios. La industria 4.0 perjudica el mercado laboral, según una encuesta entre gerentes, ya que las nuevas tecnologías podrían suplantar hasta siete millones de puestos de trabajo en los próximos cinco años. No solo afectarían a las fábricas completamente automatizadas, sino también al personal administrativo y al sector servicios. Tanto los asesores de inversiones como las enfermeras y los taxistas competirán contra la técnica.
Fases de paro laboral. Este tipo de presagios de mal agüero ya se habían escuchado anteriormente cuando el mundo estaba ante un cambio tecnológico y el miedo al desempleo flotaba en el aire. “Siempre hay muchos adelantos y nuevos riesgos. Por eso es lógico que haya miedo, pero que nos vayamos a quedar sin trabajo, eso es alarmismo”, dice Enzo Weber, investigador del Instituto de Mercado e Investigación Laboral (IAB) con sede en Núremberg.
En el siglo XVIII, los economistas ya debatían sobre las consecuencias de la industrialización en el mercado laboral. La introducción de nuevas tecnologías en la manufactura textil y en la agricultura conllevó al despido de personal en masa. Mientras las máquinas efectuaban las labores sencillas, aumentaron por otro lado las posibilidades para la especialización laboral. Y esta tendencia continuará con la industria 4.0. Weber opina que el personal poco cualificado tendrá más problemas para encontrar trabajo. El mundo laboral moderno necesita sobre todo egresados universitarios.
El reto está obviamente en la formación del personal marginado por el mercado laboral. “Los puestos de trabajo nunca se han acabado”, comenta Weber, pero sí es verdad que tras importantes procesos de cambio se suceden siempre fases más breves de desempleo, lo que se confirma en un estudio del IAB de 2015 que prevé la desaparición de 60.000 puestos de trabajo para los próximos años.
¿Cómo se distribuirán los beneficios?. Nadie duda que la ciberindustria del futuro traerá más beneficios económicos, pero la pregunta es ¿a quién? Erik Brynjolffson del Instituto de Tecnología de Massachusetts y autor del libro “The Second Machine Era” o “La segunda era de las máquinas” piensa que la sociedad tiene que sopesar cómo debe regularse el nuevo bienestar económico.
La cuestión es si los propietarios de la maquinaria altamente compleja se oponen a esa redistribuición. Según la encuesta de Davos, Alemania se vería afectada por este cambio más que otros países europeos. Weber cree que la economía alemana sí sacaría provecho sobre todo con la técnica de sensores e ingeniería industrial, también con la evaluación y elaboración de datos. Y en este sector, Estados Unidos lleva la voz cantante.
Según Weber, Alemania tiene que tener cuidado de no acabar siendo la prolongación de un banco de trabajo de la industria de base de datos dominada por Estados Unidos, porque entonces Alemania podría perder más puestos de trabajo que los pronosticados por Davos.