El índice de precios al consumidor de Brasil IPCA-15 subió un 0,39% en el mes hasta mediados de septiembre, una desaceleración frente al avance de 0,43% en el mes previo.
La tasa de inflación mensual de Brasil se desaceleró en el mes hasta mediados de septiembre por una caída en los precios de los alimentos, pero la inflación anual seguía sin cambios y muy por encima de la meta del Gobierno.
El índice de precios al consumidor de Brasil IPCA-15 subió un 0,39% en el mes hasta mediados de septiembre, una desaceleración frente al avance de 0,43% en el mes previo, dijo el martes el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
Se esperaba que el índice subiera un 0,38%, según la mediana de las estimaciones de analistas consultados para un sondeo de Reuters.
La inflación en los 12 meses hasta mediados de septiembre se mantuvo en un 9,57%, igual que en el año hasta mediados de agosto, pero más del doble que la meta del Gobierno de 4,5%.
Los analistas prevén que la tasa de inflación anual baje con fuerza a comienzos del próximo año debido a la peor recesión en Brasil en 25 años y a un alza de la tasa de interés referencial por parte del Banco Central a un 14,25%.
Los precios de los alimentos bajaron un 0,06% en el mes hasta mediados de septiembre, una baja frente al incremento de 0,45% a mediados de agosto, debido a que la abundancia de cosechas redujo los precios de las hortalizas frescas.
Los precios de los pasajes aéreos y el combustible para cocina subieron con fuerza, lo que impidió que la inflación se desacelerara más.
La inflación en la mayor economía de América Latina se aceleró después de que la presidenta Dilma Rousseff autorizó aumentos en tarifas de empresas de energía y otros precios establecidos por el Gobierno luego de su reelección.
Economistas temen más dificultades inflacionarias en los próximos meses en la medida en que una crisis política y económica ha debilitado a la moneda local, al real, a mínimos históricos, encareciendo el precio de las importaciones.
El Banco Central indicó que podría endurecer la política monetaria aún más si las expectativas de inflación vuelven a aumentar significativamente.