La situación en Brasil, además, podría tener otras repercusiones en territorio mexicano debido a la percepción de que "nuestra clase política está involucrada en temas de corrupción", indicó hoy Mario Ojeda.
Ciudad de México. La crisis actual de Brasil afecta a México, pues ambos países pertenecen a la misma región, por lo que esta situación manda señales de desconfianza en la inversión pública y aleja a los capitales de las economías emergentes como la mexicana.
La situación en Brasil, además, podría tener otras repercusiones en territorio mexicano debido a la percepción de que "nuestra clase política está involucrada en temas de corrupción", indicó hoy Mario Ojeda, del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
"Es factible que se dé un efecto de imitación, como movilizaciones sociales similares", añadió.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, acusada de "maquillar" las cuentas públicas, fue apartada del cargo la víspera después de que el Senado Brasil aprobara el inicio de un juicio político en su contra.
Además, Brasil vive una crisis económica terrible que abre un periodo de incertidumbre, comentó el experto. Lo anterior se suma al pronóstico del Fondo Monetario Internacional (FMI), que vaticina un decrecimiento de ocho por ciento -entre 2015 y este año- para esa nación.
Recalcó que hay dos recesiones seguidas de menos de cuatro por ciento en 2015, y en 2016, lo que significa una contracción más profunda que la de los años 80, lapso llamado "la década perdida de América Latina".
Asimismo, el desempleo en Brasil alcanzó un 11 por ciento en el primer cuatrimestre del año, lo que aviva el descontento social.
Este panorama genera incertidumbre, dijo el investigador de la UNAM, porque la crisis económica comienza con una inestabilidad política.
La presidenta brasileña fue separada de su cargo por 180 días para ser juzgada por el Senado y existe la posibilidad de su destitución. La reemplazó Michel Temer, acusado de malas prácticas y corrupción, detalló el académico.
Agregó que se trata de una crisis de legitimidad de la clase política brasileña, mayoritariamente implicada en escándalos como el caso Petrobras, en el que "se empleó a la estatal para 'lavar' dinero o financiar campañas de manera ilegal".
Esto no sólo plantea el riesgo de vacío en el Partido de los Trabajadores, sino en la élite política y en el poder mismo, lo que derivaría en movilizaciones populares, violencia y un agravamiento de las adversidades económicas, advirtió.
No obstante, añadió Ojeda, la situación no surgió con esta administración, viene de un mal manejo de las finanzas, sobre todo a partir de la segunda reelección de Lula, quien se confió en el "boom" de las materias primas -como el hierro y la soya- y con ello financió el asistencialismo, al tiempo que soslayó la construcción de grandes infraestructuras y el mejoramiento de la educación pública.