Mujica, un ex guerrillero izquierdista de 79 años que ganó fama mundial por su desenfadado discurso y su iniciativa para legalizar la marihuana, entregará el domingo el poder.
Uruguay moderará su crecimiento económico a un 3% en los próximos dos años, pero ni la desaceleración ni el amplio déficit fiscal orillarán al país a seguir aumentando los impuestos porque tiene buen acceso al financiamiento internacional, dijo este miércoles el presidente José Mujica.
Uruguay, una nación ganadera ubicada entre Brasil y Argentina, ha crecido a tasas saludables de la mano de Mujica y su partido, que desde que llegó al poder hace casi una década logró reducir la pobreza y traer estabilidad a la economía.
Mujica, un ex guerrillero izquierdista de 79 años que ganó fama mundial por su desenfadado discurso y su iniciativa para legalizar la marihuana, entregará el domingo el poder al que fue su predecesor y copartidario Tabaré Vázquez.
El presidente saliente asegura que Uruguay va a sortear los embates de la crisis global que ha empujado a la recesión a sus vecinos más grandes.
"Seguramente no va a crecer a un ritmo de 5% o 6% pero nosotros creemos que va a crecer en derredor de un 3% y va a ser una cifra maravillosa para lo que se pronostica en la región: cero para Argentina y nada para Brasil", dijo el presidente en una entrevista con Reuters.
Mujica reconoció que el país enfrenta un alto déficit fiscal -equivalente a un 3,5% del PIB el año pasado- pero subrayó que Uruguay cuenta con liquidez por la reciente emisión de deuda soberana y los casi US$4.000 millones en líneas de crédito disponibles de organismos multilaterales.
"Tenemos un déficit grande pero la puerta abierta para un financiamiento cómodo porque la deuda del Uruguay se ha diferido mucho en el tiempo", dijo Mujica.
Para el mandatario la clave está en mejorar la recaudación reduciendo la informalidad laboral y no seguir incrementando los impuestos a una clase media que se queja de la fuerte presión tributaria con la que el Gobierno financió los planes sociales que redujeron la pobreza y la indigencia a mínimos históricos.
"Si nosotros cometiéramos la torpeza de torpedearla demasiado (a la clase media), la tiramos para el otro lado. Llegamos a lo que puede soportar (impositivamente) pero no hay que abusar", agregó.