El BID tiene disponible realizar el curso "Pensiones en América Latina y el Caribe", donde usted podrá descubrir los desafíos que afrontan los sistemas de pensiones y qué políticas pueden lograr una mayor protección social.
Millones de latinoamericanos mayores de 65 años sin una pensión. Una minoría de trabajadores contribuyendo al sistema de pensiones. Otra friolera cantidad de habitantes de la región sin ahorros para su vejez. Un rápido envejecimiento de la población. Estas son algunas de las malas noticias que América Latina y el Caribe tiene que corregir cuando nos enfocamos en los desafíos que afrontan los sistemas de pensiones de la región.
Y las cosas podrían ser peor, ya que en ausencia de la motivación política para realizar reformas, incluso con un crecimiento sostenido en la región, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) proyecta que de uno de cada dos jubilados no tendrá una pensión o esta no será adecuada, dejando entre 66 y 83 millones de adultos mayores dependiendo de las familias o del Estado para su manutención, lo que será económica, fiscal y socialmente insostenible. Para el año 2050, entre 66 y 83 millones de personas mayores de 65 años no podrán recibir una pensión contributiva.
Interesados en este tema de urgencia regional es que el BID ha decidido realizar el curso "Pensiones en América Latina y el Caribe", donde usted podrá descubrir los desafíos que afrontan los sistemas de pensiones y qué políticas pueden lograr una mayor protección social.
En este curso podrá comprender las complejidades que afronta el mercado de trabajo en la región y, por ende, su sistema de pensiones. Asimismo, esclarecer las políticas que se pueden formular en los diferentes contextos de la región que podrían llevar a un funcionamiento de sistemas de pensiones más eficientes, financieramente sostenibles y equitativos y así ofrecer mejores pensiones a todos los adultos mayores, no sólo a unos pocos.
Los instructores del curso son los siguientes expertos:
*Carmen Pagés-Serra, jefa de la Division de Mercados Laborales y Seguridad Social del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
*Ángel Melguizo, economista Senior, director de la Unidad de América Latina de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD).
*Solange Berstein, especialista Principal en Pensiones de la Division de Mercados Laborales y Seguridad Social del Banco Interamericano del Desarrollo (BID).
*Mariano Bosch, especialista Líder en la Division de Mercados Laborales y Seguridad Social del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El curso comienza este 12 de junio y puede registrarse haciendo clic aquí. Tiene una duración de seis semanas, es gratuito, aunque si usted desea obtener un certificado de finalización del curso debe pagar US$25.
Para saber más sobre el complejo escenario de las pensiones en América Latina y el Caribe, AméricaEconomía.com conversó con Solange Bernstein, un abreboca que esperamos que lo estimule a inscribirse en un tema que, tarde o temprano, nos involucra a todos:
-La informalidad laboral es uno de los problemas graves que enfrentan los mercados de América Latina. ¿Qué incidencia tiene esta problemática regional en el sistema de pensiones?
-Los niveles de informalidad en América Latina son muy altos y esto afecta directamente las posibilidades de la región para financiar pensiones adecuadas y sostenibles. Al día de hoy sólo el 45% de los trabajadores contribuye a un sistema de pensiones, muchos de ellos de manera irregular. Bosch, Melguizo y Pagés (2013) proyectaron que al año 2050 entre 60 y 80 millones de personas no tendrían pensión en la región. Esto es preocupante en la medida en que tampoco se observa que existan fuentes alternativas de financiamiento de la etapa de retiro. Existe evidencia de que aquellos que no participan del mercado laboral formal, independiente de su nivel de ingreso, no ahorran para el retiro por otras vías. Por lo tanto, dependen altamente de la capacidad de continuar generando ingresos laborales. Sin embargo, la capacidad de trabajo para personas mayores es limitada, sobre todo al superar los 80 años. De hecho, sólo 17% de los hombres y 6% de las mujeres se encuentran trabajando después de los 80.
No sólo la cobertura es baja, sino también se transforma en beneficios bajos y, en muchos casos, altamente inequitativos. Esto se produce porque los requisitos para obtener un beneficio en países con sistemas de reparto son difíciles de cumplir para muchos trabajadores de la región; esto implica que muchas veces no reciben pensión. A su vez, en el caso de sistemas de contribución definida, la baja frecuencia de contribuciones a lo largo de la vida activa se traduce en beneficios muy bajos. En Chile, un país de relativa alta cobertura en la región, sólo 59% de hombres y 30% de mujeres, entre 25 y 60 años, tienen densidades de contribución superior al 50%. En México, El Salvador y Perú, sólo entre 20-30% de hombres y entre 10-20% de mujeres contribuye por más del 50% de su vida activa. El curso Pensiones en América Latina y el Caribe ayudará a entender mejor este fenómeno y el impacto sobre los sistemas de pensiones.
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-Los sistemas de pensiones, caros para los Estados de la región, hoy comienzan a ser presionados también por mejores sistemas de cobertura de salud, los que aumentan la vida de las personas y, por ende, su vejez. ¿Considera que los sistemas de pensión del futuro tendrán que adecuar sus políticas a este tipo de nuevas variables?
-Es un hecho que financiar pensiones en el mundo entero es un desafío cada vez mayor. En esto juega un rol muy importante el aumento en las expectativas de vida, lo que en América Latina y el Caribe se suma a la baja cobertura de los sistemas de pensiones. De hecho, al día de hoy muchos países gastan en adultos mayores más de lo que el gasto público destinado a niños y jóvenes. El gasto público en pensiones en Brasil y Uruguay superaba en 2015 el 8% del PIB. Lo que se estima que crezca de manera significativa al aumentar las expectativas de vida de la población. Por lo mismo, es importante el que existan estudios actuariales periódicos; esto es algo que el BID ha apoyado en países como Jamaica.
El desafío del aumento en expectativas de vida no sólo se relaciona a un aumento en el número de adultos mayores en el futuro, como porcentaje de la población total, sino también al llamado "envejecimiento" del "envejecimiento". El número de personas de edad muy avanzada será también mayor a futuro y las necesidades de la población que supera los 80 u 85 años son también mayores. Hoy menos del 2% de la población en la región tiene más de 85 años, al término de este siglo se prevé será más del 8%. La evidencia muestra que los niveles de dependencia a edad avanzada son mayores. La necesidad de ayuda para actividades básicas de la vida diaria, llamadas funcionales o instrumentales, puede ser de 2 a cinco veces más para personas mayores de 80 años que para personas mayores de 60. Así también los gastos médicos de personas mayores pueden ser varias veces superior al gasto promedio de la vida de un trabajador.
Este desafío requiere de un conjunto de políticas públicas que van desde aquellas que promuevan productividad de una fuerza de trabajo cada vez de menor tamaño relativo, a políticas específicas que permitan aumentar la cobertura y mejorar el diseño de los sistemas de pensiones en la región. La capacidad institucional será clave para avanzar en estos temas, es por ello que el BID ha creado la Red de Pensiones para América Latina y el Caribe (Red PLAC). Esta red cuenta con 13 países miembros y da apoyo al fortalecimiento institucional de las instituciones de pensiones en la región.
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-Los llamados "ninis", relacionados con la empleabilidad juvenil y una temprana formalidad, también podrían constituirse en una amenaza para los sistemas de pensiones. ¿Cree que los desafíos que afrontan los sistemas de pensiones de América Latina deberían sumar incentivos laborales más decididos a este grupo?
-Los llamados "ninis" pueden ser vistos como una amenaza o una oportunidad para los sistemas de pensiones en la región. En los sistemas de reparto este grupo podría prolongar la etapa de crecimiento de contribuyentes respecto de pensionados. Esto ayudaría a la sostenibilidad de los sistemas en el corto plazo y en el largo, en la medida en que los sistemas hagan ajustes a sus parámetros que permitan financiar los compromisos futuros. En cambio para sistemas de contribución definida y fondeados, es crítico el incorporar a los jóvenes al sistema, ya que un porcentaje muy importante de la pensión es financiada con los recursos aportados en los primeros años en el mercado laboral. De hecho, los primeros diez años pueden representar cerca de 40% de la pensión final. En la región, el 22% de los jóvenes pertenecen a este grupo, "ninis" y el que participen en el mercado laboral formal no es sólo importante en términos de los sistemas de pensiones, también desde el punto de vista de lo que podría contribuir al crecimiento en la región.