En la cumbre del Grupo de los 20 (G-20) de este año es probable que afloren nuevas tensiones entre los líderes de Europa sobre la crisis de la zona euro y se sumen a las viejas diferencias entre las economías en desarrollo y las ricas.
Los Cabos. Cuando los líderes más poderosos del mundo se reúnan en México la próxima semana, ya no lo harán con la misma unidad global que ayudó a amortiguar el estallido de la crisis financiera.
En cambio, en la cumbre del Grupo de los 20 (G-20) de este año es probable que afloren nuevas tensiones entre los líderes de Europa sobre la crisis de la zona euro y se sumen a las viejas diferencias entre las economías en desarrollo y las ricas.
Solamente México, que es el anfitrión de la cumbre, deslizó la posibilidad de progresos importantes en los problemas que acosan a la economía mundial, a diferencia del sentimiento de urgencia generalizado que hubo en años recientes.
Con el foco puesto en la crisis europea, varios funcionarios del G-20 no ven muchas posibilidades de avanzar en temas como el de prevenir el tipo de problemas bancarios que desencadenaron la crisis financiera o el de dar mayor voz a potencias emergentes como China en el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Este viernes estalló una rara pelea entre Alemania y Francia, que tradicionalmente mantienen un frente unido por ser los países más poderosos de la zona euro.
La canciller alemana, Angela Merkel, criticó el desempeño económico de Francia, un golpe al presidente Francois Hollande, quien busca poner más énfasis en el crecimiento económico que en la austeridad fiscal.
"De alguna manera lo superaremos", dijo un importante asesor del G-20. "Pero es un desastre, la cumbre no logrará nada", agregó.
Los líderes arrancarán las reuniones de dos días en el balneario de Los Cabos en el Pacífico mexicano, apenas horas después de que se conozcan los resultados de las elecciones del domingo en Grecia, que a fin de cuentas pueden determinar si el país se queda dentro de la zona euro.
Los representantes europeos estarán bajo presión para ver si pueden lograr que una eventual salida de Grecia no amenace a otras economías más grandes de la zona monetaria, como España e Italia. También se espera que muestren que pueden avanzar en los problemas fundamentales que siguen afectando al euro.
"Estamos determinados a mostrarle al mundo que el euro y el proyecto europeo son irreversibles", dijo el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, en un comunicado.
La Unión Europea celebrará su propia cumbre de líderes a fin de mes con el objetivo de discutir un calendario para reformas potencialmente radicales que podrían crear una unión fiscal en Europa.
"Esperemos que logren un calendario en su cumbre del 28 y 29 de junio y que muestren una línea de acción en Los Cabos para darle a los mercados una sensación de seguridad", dijo otro funcionario no europeo del G-20, que pidió no ser identificado.
Los inversores empujaron a las nubes los rendimientos de la deuda de España e Italia esta semana, ante el miedo de que los formuladores de políticas no logren adelantarse a la crisis.
Un poco de calma volvió más tarde con las noticias de que los bancos centrales estaban listos para inyectar liquidez si las elecciones griegas desatan un caos en los mercados.
Nadie espera un santo remedio de la cumbre en Los Cabos.
"El G-20 es muy irrelevante para los problemas de hoy, es (...) muy diverso, y francamente, Europa debería ser capaz de resolver sus propios problemas", dijo el economista jefe de Unicredit, Erik Nielsen.
Dependiendo del grado de agitación que desaten los resultados de las elecciones de Grecia, las naciones desarrolladas podrían convocar a una reunión de emergencia de los ministros de Finanzas del más pequeño Grupo de los Siete el lunes o martes en Los Cabos, dijo una fuente del G20.
Al margen de la cumbre, el presidente estadounidense, Barack Obama, tiene planeado reunirse con el mandatario ruso, Vladimir Putin, para hablar en persona por primera vez desde la reelección del presidente de Rusia, con recriminaciones sobre el creciente conflicto de Siria como telón de fondo.
Impulso perdido. Desde las primeras cumbres del G-20 en el 2008 y el 2009, cuando el grupo logró reunir 1 billón de dólares para rescatar a la economía mundial de la crisis crediticia, el bloque ha perdido impulso.
Estados Unidos ha presionado a Europa para que el Viejo Continente haga más a fin de incentivar el crecimiento. Europa contraatacó diciendo que la austeridad era esencial para recuperar la confianza.
Con las economías a ambos lados del Atlántico en recesión o atoradas en un lento crecimiento, las potencias emergentes como Brasil y China también han sentido los efectos. Pero Washington no cejará en su vieja demanda de que China permita que su moneda se valorice, lo que limitaría la superioridad de las exportaciones chinas.
"El G-20 buscará mantener el impulso en el rebalanceo de la demanda, que es crítico para un crecimiento general más fuerte", dijo el viernes a reporteros Lael Brainard, subsecretaria del Tesoro para asuntos internacionales de Estados Unidos.
"La clave para lograr esto es, por supuesto, entre otras cosas que China y otras economías emergentes con superávit tomen medidas fiscales para apoyar el consumo doméstico así como permitir que las tasas de cambio reflejen las fuerzas del mercado", dijo.
Los miembros del G20 discutirán qué tanto avanzaron en la promesa del 2010 de reducir a la mitad sus déficit presupuestarios para el 2013.
Pero mientras las preocupaciones sobre la economía global crecen, es probable que se presione a Alemania para que dé el brazo a torcer en su dura posición fiscal y se enfoque más en el crecimiento.
Los líderes del G20 producirán un plan de acción de crecimiento y trabajos similar al acordado en la última cumbre en Cannes hace seis meses, que también fue dominada por los problemas en la zona euro.
Países como Brasil, Rusia y China están listos para comprometerse a aumentar los recursos del FMI contra la crisis. A pesar del empeoramiento de la situación, se espera que las municiones del organismo se mantengan en el nivel acordado previamente de US$430.000 millones.
Las reuniones representarán la mayor afluencia de poder y riqueza en Los Cabos desde la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico en el 2002, cuando los vientos del huracán Kenna derribaron la carpa donde los líderes iban a celebrar una cena de gala.
Funcionarios locales dijeron que no esperaban mayores inconvenientes por el huracán Carlotta, que se espera castigue el fin de semana a Acapulco, unos 1.200 kilómetros al sur de Los Cabos.