Según el informe anual 2015 de la organización británica Oxfam, "actualmente, 80 personas poseen la misma riqueza que el 50% más pobre de la población mundial".
En la actualidad 80 personas poseen la misma riqueza que la mitad más pobre de la población cuando en 2010 la concentración estaba en 388 personas, lo que da cuenta de una creciente concentración de la riqueza mundial en cada vez menos manos. En el caso del Ecuador, el 2% de las familias posee el 90% de las grandes empresas.
Esos y otros indicadores de la creciente desigualdad y del aumento de la riqueza de los más ricos frente a la existente pobreza extrema es motivo de preocupación para personajes y entidades que van desde el papa Francisco, pasando por organismos como el Fondo Monetario Internacional hasta organizaciones no gubernamentales y gobiernos, incluido el del presidente Rafael Correa.
"El crecimiento de la igualdad requiere procesos encaminados a una mejor distribución de la riqueza, la creación de fuentes de empleo y una promoción integral del pobre, que va más allá de la mentalidad de asistencia", había dicho en enero del año pasado el sumo pontífice en un discurso leído en el Foro Económico Mundial de Davos, que reúne a los líderes más poderosos del planeta.
Según el informe anual 2015 de la organización británica Oxfam, "actualmente, 80 personas poseen la misma riqueza que el 50% más pobre de la población mundial; esto quiere decir que 3.500 millones de personas comparten la misma cantidad de riqueza que estas 80 personas enormemente ricas".
Además, de acuerdo con datos de 2014 "el 1% más rico poseía el 48% de la riqueza mundial, mientras que el 99% restante debía repartirse el 52%".
En el caso de América Latina, la región más desigualdad del planeta que desde hace décadas no ha podido dejar atrás esa descripción, según estadísticas como las manejadas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), ha mostrado una reciente tendencia a la baja en cuanto a desigualdad, que tuvo lugar en un contexto de crecimiento económico sostenido y reducción de la pobreza en la región.
Los ricos "pagan muy pocos impuestos" en América Latina
La tendencia a la reducción de la desigualdad ha sido más pronunciada a partir de 2008, según Cepal, aunque aún queda mucho por hacer y una de las asignaturas pendientes es la relacionada con reformas tributarias "para aumentar la recaudación y el alcance efectivo de los impuestos" sobre la estructura de la imposición a la renta, los patrimonios personales y gravámenes sobre herencias, donaciones y sucesiones, lo que mejoraría el impacto distributivo.
"La característica principal de la desigualdad en América Latina, no es el gran número de pobres, sino la alta concentración de la riqueza entre un número pequeño", explicó a la AFP, Juan Pablo Jiménez, experto de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), organismo dependiente de Naciones Unidas con sede en Chile.
Y estos últimos "pagan muy pocos impuestos". "Los impuestos sobre la renta y la riqueza son muy bajos, el impuesto sobre el patrimonio casi inexistente", dijo Jiménez, pidiendo una mayor presión fiscal sobre los que poseen más "para financiar los servicios públicos y el gasto social".
Según datos del estudio de Cepal, 'Desigualdad, concentración del ingreso y tributación sobre las altas rentas en América Latina', la recaudación media obtenida por 18 países de América Latina a través de la imposición patrimonial resulta igual al 0,85% del PIB, lo que es menos de la mitad respecto del promedio mostrado por la OCDE (un 1,79% del PIB)".
A ello se suma que en América Latina, el número de personas acaudaladas sigue creciendo -como en el resto del mundo- y el número de "ultra ricos", cuyo patrimonio alcanza al menos 30 millones de dólares, creció 5% en 2014 llegando a 15.000 en una región de unos 605 millones de habitantes.
Según datos de la compañía singapurense de consultores Wealth-X, que edita con UBS un informe mundial anual sobre los "ultra ricos", en América Latina el número de multimillonarios, personas cuyo patrimonio es de al menos mil millones de dólares, estalló en un 38% hasta alcanzar a 151 individuos, más que en cualquier otra región del planeta. Algunas fortunas fueron repartidas entre varios herederos, que a su vez se volvieron multimillonarios.
En ese sentido, la herencia es uno de los factores estructurales de desigualdad más antiguos en la historia de la humanidad, según coinciden varios autores y estudios.
"Por justificadas que sean al principio, las fortunas se multiplican y se perpetúan a veces más allá de todo límite y de toda posible justificación racional en términos de utilidad social. Así, los empresarios tienden a transformarse en rentistas, no sólo conforme pasan las generaciones, sino también a lo largo de una misma vida", escribe el economista francés Thomas Piketty en su obra 'El capital en el siglo XXI' cuando analiza la estructura de la desigualdad.
"Tradición de inequidad escandalosa". En el caso ecuatoriano, "hemos tenido una sociedad oligárquica que concentra en muy pocas manos la riqueza del país, el aprovechamiento de los recursos naturales del país, y que también que se ha aprovechado de la mano de obra que se genera el país" para generar riqueza, explica el asambleísta Virgilio Hernández, presidente la Comisión de Régimen Económico del Legislativo.
El historiador ecuatoriano Juan Paz y Miño recuerda que Ecuador "ha tenido una tradición de inequidad escandalosa" que recién empieza a cambiar desde 2007.
En el país, "la característica central ha sido la concentración de la riqueza. Desde la fundación de la República en 1830 y aún antes, durante la época colonial, pero específicamente durante la República es abismal la situación que tienen las élites económicas y la población", reseña Paz y Miño.
Prácticamente todo el siglo XIX predomina la estructura de la hacienda en la Costa y Sierra, lo que generó "una clase terrateniente poderosísima que concentra tierras y concentra el trabajo campesino, indígena y montubio, y en qué condiciones (...) Esta terrible concentración de la clase terrateniente hacía a una élite de familias la más pudiente, la más rica del Ecuador, mientras el 80% del país vivía en condiciones distintas a lo que esta élite concentraba".
Paz y Miño señala que la situación no cambió en el siglo XX porque, pese al desarrollo industrial, nacieron burguesías nuevas que provenían de ese sector oligárquico de terratenientes, de comerciantes y banqueros tradicionales y modernos, que mantenían prácticas rentistas y que sobreexplotaban la fuerza del trabajo para generar riqueza.
La herencia como factor que perpetúa la desigualdad. "El que se mantenga la herencia y pase de familia en familia, de padre a hijo, lo único que hace es perpetuar una situación de privilegio para unos, sin acordarse de lo que pasa en el resto la sociedad (...) y que para ello es importante el papel del Estado, que tiene que cumplir un papel redistribuidor", señala el asambleísta Hernández.
En ese marco el actual gobierno propone un nuevo impuesto a las herencias que será progresivo ("el que más hereda, más paga").
A través del proyecto de Ley para la Redistribución de la Riqueza "se busca cambiar las estructuras rentistas de acumulación de la riqueza, para encaminar al Ecuador hacia una sociedad meritocrática. La acumulación del capital, fomentada por las grandes herencias, produce desigualdades que cuestionan los valores meritocráticos en los que se fundamentan las sociedades democráticas", afirma la directora del Servicio de Rentas Internas, Ximena Amoroso.
Y explica la relación directa entre las herencias y la reproducción de la desigualdad. "El rendimiento de las mayores fortunas es mayor que el crecimiento de los ingresos y del patrimonio promedio. Por esta razón, la acumulación de fortunas a través de las herencias es un mecanismo simple que refuerza la perversa e injusta acumulación del capital. El patrimonio heredado es un factor de inequidad fundamental. La concentración tan acentuada de los medios de producción no hace más que reproducirse a través de las herencias".
Sobre el presidente Rafael Correa señaló recientemente: "Toda excesiva acumulación de riqueza es injusta, es inmoral. ¿Se puede llamar democracia a una situación donde menos del 2% de familias posee el 90% de las grandes empresas?.
Para medir la desigualdad se utiliza el Coeficiente de Gini, que indica ausencia de desigualdad cuando su valor es 0 y desigualdad total cuando es 1 y mientras el valor se acerca a alguna de esa cifra se señala más o menos igualdad.
En América Latina, según valores de 2008, el índice llegó a 0,48, mientras que en la África Subsahariana fue 0,44; en Oriente Medio y el Norte de África, 0,44; en Asia, 0,40; en Europa del Este, 0,3; y, en países de altos ingresos, 0,31. En el caso del Ecuador, el coeficiente (para medir desigualdad de ingresos) cayó de 0,54 en 2006 a 0,47 en 2013 y en el caso de consumo bajó de 0,46 a 0,41, según datos de la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo (Senplades).
Si bien el Ecuador ha hecho mucho en reducción de pobreza, bajando todos los tipos de pobreza (por consumo, por ingresos y por necesidades básicas insatisfechas) entre 12,5 y 16,2 puntos porcentuales, entre 2006 y 2014. También se han reducido brechas, gracias a políticas enfocadas en salud y educación, por ejemplo, para generar oportunidades para sectores tradicionalmente excluidos, pero todavía resta por utilizar herramientas para atacar la alta concentración de la riqueza.
En ese sentido, uno de los mecanismos es el tributario. Los impuestos pueden ser directos (a la renta o sobre herencias, destinados directamente a un tipo de contribuyente, según su patrimonio o ingreso) e indirectos (como el IVA, destinado a toda la población sin discriminación de ingresos o patrimonio).
"Nosotros creemos en los impuestos directos, aquellos que se cobran directamente a las personas que más ganan, que más tienen, o en este caso que más heredan (...) La Cepal, por ejemplo, recomienda que tiene que establecerse impuestos directos para avanzar mejor en la redistribución de la riqueza", afirma Hernández.
Hacia allá apunta la propuesta sobre herencias del gobierno que afectará de manera significativa solo al 2% de la población más rica, según han explicado las autoridades.