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La economía china desafía la gravedad: ¿cuál será el impacto de su caída?
Martes, Abril 24, 2012 - 17:30

Esta vez, sin embargo, factores externos e internos están contribuyendo a su declive, y los especialistas advierten que sin reformas dolorosas, los problemas que se avecinan serán aún más graves.

Universia Knowledge Wharton. A medida que el dinamismo de la economía china va perdiendo fuerza, todo el mundo coincide en señalar que el extraordinario crecimiento en torno a los dos dígitos está a punto de concluir. Las especulaciones sobre la posibilidad de una "aterrizaje abrupto" de la economía china crecen con cada ciclo de crecimiento y contracción, pero acaba no consolidándose por la capacidad de recuperación del país. Esta vez, sin embargo, factores externos e internos están contribuyendo a su declive, y los especialistas advierten que sin reformas dolorosas, los problemas que se avecinan serán aún más graves.

Sin embargo, la opinión de los economistas sobre la intensidad de esa caída varía mucho. Además, el significado exacto de un "aterrizaje abrupto" para un país que hasta el momento ha sido considerado una potencia económica de crecimiento casi imparable cambia según los diversos analistas, aunque muchos señalen la tasa de crecimiento de China como factor fundamental de ese aterrizaje. "Las personas tienen definiciones diferentes", observa Franklin Allen, profesor de Finanzas de Wharton. "Para mí, ese aterrizaje se dará cuando el índice de crecimiento esté por debajo del 5%".

El crecimiento de China cayó hasta un 8,9% en el último trimestre del año pasado después de meses de intentos por parte del Gobierno de reducir la inflación restringiendo los préstamos bancarios, elevando las tasas de interés e imponiendo aumentos severos sobre las exigencias de reservas de los bancos. El Gobierno ha afirmado todo el tiempo que espera una desaceleración del crecimiento del país. En su discurso sobre el "Estado de la República Popular" ante la asamblea nacional, el 5 de marzo, el primer ministro Wen Jiabao fijó la meta anual de crecimiento para 2012 en un 7,5% —por primera vez, la meta oficial fue fijada por debajo del 8%, porcentaje considerado mínimo necesario para crear un número suficiente de empleos y garantizar la estabilidad social. En el actual plan quinquenal, el índice anual fijado por el Gobierno es del 7%.

Aunque China sea uno de los pocos países que sobrepasan de forma rutinaria las proyecciones de crecimiento, esta vez la realidad puede estar más cerca de la meta del Gobierno. Wei Yao, economista de la oficina de Societe Generale Cross Asset Research en Hong Kong, prevé que la economía china crezca un 8,1% en 2012, cayendo hasta un 7,7% en 2013 y un 7% en 2016. "No creo que la tasa de crecimiento se desacelere de forma significativa este año, pero lo que pase en 2014 dependerá de lo que el Gobierno haga en los próximos años", dice Wei Yao. Ante las diversas dificultades que enfrenta el Gobierno —entre ellas, la burbuja inmobiliaria, deudas de los gobiernos locales, desigualdad de renta entre ricos y pobres y la escalada de la corrupción— "será un desafío evitar que la economía se desacelere de forma acentuada".

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Patrick Chovanec, profesor de la Facultad de Economía y Administración de la Universidad de Tsinghua, cree que China se dirige a un "aterrizaje accidentado" con altos y bajos durante los próximos años. Los líderes del partido comunista, preocupados por la próxima generación de políticos y absortos frente a la crisis financiera mundial, aplazaron diversas reformas estructurales dolorosas, pero esenciales, dice Chovanec. Entre otras medidas necesarias, se incluyen la liberalización de las tasas de interés y de cambio, mejora de la distribución de la renta, reforma del sistema tributario y distanciamiento del predominio cada vez mayor de industrias controladas por el Estado. Lo peor que China podría hacer, dicen Chovanec y otros economistas, sería liberar otro torrente de estímulos para hacer frente a la fragilidad de las exportaciones y de las inversiones. "Eso sería lo mismo que aplazar las reformas durante más de un año, si es que eso es posible. Esto suscitaría una caída peor de la economía más tarde", observa Chovanec. "China necesita hacer correcciones en el mercado inmobiliario y en la economía en general para que el crecimiento se centre en actividades que creen retornos genuinos. Mientras más se aplacen las reformas, más dolorosas serán las consecuencias".

Es más importante que nunca que China se ocupe ahora de esos desafíos. La estabilidad política dependerá de la reforma de la economía, de manera que el crecimiento sea más sostenible y ecuánime, señala un informe de finales de febrero emitido por el Banco Mundial. "Ahora no es el momento de seguir adelante de cualquier manera. Es hora de anticiparse a los acontecimientos y de adaptarse a los principales cambios que están teniendo lugar en el mundo y en las economías nacionales", dijo Robert Zoellick, presidente del Banco Mundial, durante el lanzamiento del informe en Pekín. "Tal y como saben muy bien los líderes chinos, el actual modelo de crecimiento del país no es sostenible".

China: ¿nuevo Oriente Medio?. La transición a una era de crecimiento más modesto en China es comparable con el cambio abrupto que vivió Japón a principios de los años 90. El uso excesivo del crédito barato, inducido muchas veces por motivaciones políticas, llevó a la formación de una enorme burbuja inmobiliaria en Japón y en China. Existe, sin embargo, una diferencia fundamental que puede producir consecuencias terribles en caso de que tenga lugar una fuerte desaceleración del crecimiento, observa Marshall W. Meyer, profesor de Gestión de Wharton. "Todavía hay muchos pobres en China, muchos más que en Japón en los años 90. Japón estaba formado, básicamente, por una población de clase media en que todos los ciudadanos tenían seguro médico y seguro social. Ahí es donde entra la cuestión política", dice Meyer. La insatisfacción por la diferencia de renta y los servicios sociales inadecuados pueden acentuarse si el crecimiento que ha mantenido el Partido Comunista entra en declive: "Ni a China, ni al mundo les gustaría ver revueltas en el país como las que ocurrieron el año pasado en Oriente Medio". De hecho, a mediados de marzo, el primer ministro Wen dijo que si el país no pusiera en práctica reformas esenciales, podría haber disturbios sociales capaces de precipitar otra Revolución Cultural semejante a la que tuvo lugar entre 1966 y 1976.

Entre las principales recomendaciones hechas, el Banco Mundial pide a China que el crecimiento se dé, sobre todo, por la demanda del consumidor, y no por medio de grandes inversiones en el sector de la construcción y de bienes de capital, principal fuente de dinamismo de la economía en los últimos años. Aunque los cambios estructurales definidos en el informe se lleven a cabo, el Banco Mundial informó que el crecimiento deberá pasar de una media anual del 8,6%, en 2011-2015, a un 7% en 2016-2020, un 5,9% en 2021-2025 y un 5% en 2026-2030.

Recurrir a inversiones sustanciales dirigidas por el Gobierno y financiadas por bancos estatales es un viejo truco que ya no funciona, observa Chovanec. "En realidad, gran parte de lo que impulsaba el crecimiento del PIB chino" —inversiones en activos fijos— "hoy ya no funciona". El crecimiento de las inversiones en este tipo de activos cayó un 0,14% en diciembre respecto al total registrado en noviembre, cuya caída fue del 0,4% respecto a octubre. Cuando las inversiones en activos fijos pierden fuerza, el resultado es una caída acentuada del PIB, añade Chovanec. "Ahora, de qué manera eso se refleja en las cifras oficiales del PIB nadie lo sabe a ciencia cierta. El PIB es un dato de carácter muy político en China".

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 Los economistas, precavidos respecto a las estadísticas usuales, se rompen la cabeza para descubrir una manera de corroborar las tendencias. Para eso registran parámetros como el número de pedidos de equipos para la construcción, demanda de cemento y generación de electricidad. No hay métodos consagrados, ya que la desconfianza sobre las estadísticas del país es prácticamente universal. Aunque hayan mejorado en comparación con las décadas anteriores, la tentación de confundir y distorsionar es demasiado grande para los jefes locales del partido, cuyas perspectivas profesionales dependen de lo que informan a sus superiores. Andy Xie, economista independiente de Shanghái que viaja por toda China, cree que la situación real es mucho más próxima a un escenario de "aterrizaje abrupto' de lo que las estadísticas permiten suponer. "No hay datos confiables que permitan verificar eso", dice él. "Las estadísticas del PIB no son para nada significativas [...] No son sólo incorrectas, son mucho más que eso".

Aunque los datos de la Oficina de Estadísticas fueran aceptados tal y como se presentan, las señales no serían alentadoras. Las cifras muestran que del 9,2% de crecimiento del PIB para 2011, un 5% procede de aumentos en inversiones en activos fijos. Las inversiones en activos fijos (IAF) crecieron un 23,8% en 2011, frente a un 24,5% en 2010. Pero el crecimiento de la inversión perdió fuerza a lo largo del año, cayendo hasta un 18,5% al año en diciembre, frente a un 21,2% en noviembre y un 25% en octubre. "Si todo lo demás permanece constante, y el IAF de este año es simplemente igual al del año pasado en valores absolutos [...] podemos hablar de un crecimiento del PIB del 4,2%", dice Chovanec. Hasta el momento actual, las inversiones en activos fijos en los dos primeros meses de este año crecieron un 21,5% respecto al mismo periodo hace un año frente a las expectativas del mercado, que esperaba un crecimiento anual más lento a lo largo de todo 2012.

El eslabón más débil. Aunque el sector de la construcción también haya perdido impulso debido a la escasez de financiación para varios proyectos de infraestructuras, Pieter Bottelier, profesor de Estudios chinos de la Facultad de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins, cree que el sector inmobiliario es el eslabón débil de la economía. El riesgo no es tanto el del colapso del mercado residencial, tal y como se vio en EEUU y en Europa en los últimos años, ya que los dueños de inmuebles en China dependen mucho menos de financiación que sus semejantes de esos mercados. La mayor amenaza es el enorme volumen de préstamos contratados por los promotores inmobiliarios cuyos proyectos no deberían proporcionar los retornos anticipados originalmente debido a la caída de precios. "Si tuviéramos una caída abrupta, en torno a un 10% o a un 20% en los precios en las ciudades grandes, nos enfrentaríamos entonces a una nueva situación que podrá ser bastante peligrosa", dice Bottelier. China tiene más de 10.000 promotoras inmobiliarias muy apalancadas y que pueden no pagar los préstamos de los bancos si los precios caen de forma drástica.

Aparte de las pérdidas de los bancos, que recibirían soporte del Estado, si es necesario, la repercusión de eso para el sector de la construcción, de materiales de construcción y otros sectores relacionados, sería igualmente perjudicial. Las actividades de construcción representan cerca de un 15% del PIB y una buena parte de los empleos que usan mano de obra rural sin preparación especializada. "El sector de la construcción es parte vital de la economía china, hasta tal punto que podría desencadenar problemas más serios. Eso podría llevar a un aterrizaje abrupto", evalúa Bottelier.

De momento, los precios de las casas cayeron sólo de forma marginal, aunque hayan sido registrados casos de caídas de dos dígitos en algunos proyectos en las mayores ciudades, pero también en otras de menor tamaño. En general, los precios en las 100 mayores ciudades de China cayeron un 0,3% en febrero respecto al mes anterior —por sexto mes consecutivo, según El Sistema de Índice Inmobiliario de China. Los precios de los inmuebles en 72 ciudades cayeron en febrero en comparación con enero, aunque hayan subido en 27 ciudades y hayan permanecido estables en una. Para Xie, la burbuja inmobiliaria ya ha estallado, aunque con resultados menos catastróficos que en otras economías de gran tamaño, en parte porque los bancos chinos están limitados por influencias políticas y, en general, no ejecuten préstamos de amortización dudosa. "En lugar de eso, lo que se ve son incontables edificios vacíos. China ha construido demasiados edificios", dice.

El Gobierno aún tiene el poder de abrir los grifos, si quisiera, y permitir el crecimiento más rápido del sector inmobiliario, dice Bottelier, pero es preciso actuar con cautela. "Si lo hiciera demasiado deprisa, la burbuja volvería". Sin embargo, los líderes chinos insisten en que pretenden mantener un rígido control sobre la situación hasta que los precios bajen y lleguen a un nivel más cómodo y menos arriesgado desde el punto de vista político.
 

Al mismo tiempo, como las economías de EEUU y de Europa continúan en situación de fragilidad, el sector manufacturero enfocado en la exportación ya no proporciona el impulso de antes. El crecimiento de las exportaciones chinas cayó hasta un 20,4% en 2011 frente a un 31,4% en 2010, y los economistas prevén un crecimiento de cero a un 10% este año. Europa, asolada por la crisis, representa un 20% del total de las exportaciones chinas. Allen, de Wharton, cree que la posibilidad de una desaceleración abrupta es de sólo una entre cinco, a menos que la situación de Europa empeore de forma acentuada. "Si las cosas en EEUU y en Europa permanecen como están de momento, es menos probable que se produzca una retracción abrupta de la economía china", dice. Según el FMI, la profundización de la crisis de la deuda europea puede bajar el crecimiento del PIB chino hasta un 4%.

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Pekín, en busca del equilibrio. A pesar de las incontables restricciones internas y externas que tienen ante sí los líderes chinos, Pekín tiene varias opciones para ayudar a cambiar la economía de un modelo movido por la inversión a otro movido por la demanda del consumidor. En primer lugar, China necesita mejorar la asignación de recursos para equilibrar mejor la economía, un paso que sólo puede venir después de la reforma de las tasas de interés y otros mecanismos de precios. "Los precios en China están todos equivocados, inclusive los de la tasa de cambio, de los intereses, de la gasolina y de las tierras. Esos precios están todos controlados y administrados por el Gobierno. En esa situación, las asignaciones también serán erróneas", observa Yao, de Societe Generale. Atribuir precios equivocados al crédito abarata los costes de inversiones para las empresas estatales y para los gobiernos locales, incentivando el exceso de obras en el sector de construcción y el derroche en proyectos que producen poco o ningún retorno, y no mejoran de forma necesaria la productividad o los servicios públicos.

El volumen de deudas de los gobiernos locales chinos, un total de 10,7 billones de RMB, es típico del desequilibrio que hay en la economía. A principios de febrero, el Gobierno central pidió a los bancos chinos que refinanciaran las deudas locales que habían acumulado durante el periodo de exceso de estímulos concedidos para combatir la recesión en 2009 —en otras palabras, se refinanciaron las deudas y se escondieron debajo de la alfombra a la espera de que alguien lidiara con ellas más tarde. Más de la mitad de esos préstamos va a vencer en los próximos tres años.

Según numerosos analistas, el principal cambio que se efectuará es, sin duda alguna, la redistribución de recursos, para que el potencial de gastos de la población encuentre su espacio. "China necesita reequilibrar la composición de su PIB dirigiéndolo al consumo, desarrollando una política monetaria más centrada en el mercado, reduciendo los privilegios excesivos de las empresas estatales, equilibrando la desigualdad de la renta, preocupándose en promover el crecimiento de los sectores más productivos y de poco impacto medioambiental", evalúa Rob Subbaraman, economista jefe de Nomura International de Hong Kong. Una política monetaria más enfocada al mercado, que trabaje con una tasa de cambio más flexible y con tasas de interés libres de restricciones elevaría el volumen de depósitos en los bancos, reduciendo la necesidad de ahorrar y mejorando las opciones de inversiones, de manera que las familias no dependan tanto de bienes inmuebles como medio de ahorro. Al mismo tiempo, es preciso que el Gobierno tome la difícil decisión de reducir el tratamiento preferente dado a las estatales, que ahora incluye el acceso preferente al crédito bancario y a los subsidios del Gobierno para terrenos, trabajo y energía eléctrica. El objetivo es "redistribuir la renta del sector corporativo beneficiando a las familias", dice Subbaraman.

Para él, la posibilidad de un aterrizaje abrupto es de una entre tres. Además, Subbaraman cree que China podría recurrir a gastos adicionales para estimular la economía evitando que se incline hacia el peor escenario posible. Pero, sin las reformas necesarias, el estímulo financiero sería un mero derroche, dijo. "En cuanto al incentivo financiero, es fundamental que sea dirigido de manera más eficiente hacia el consumo y áreas de inversión más productivas".

Reparar la red. Aparte de la estructura general de la economía, otra razón fundamental de la obsesión de los chinos con la idea de ahorrar se debe a la terrible falta de servicios públicos y de bienestar social. La educación también sale muy cara para las familias. "Hoy, los impuestos son demasiado grandes para las familias y para el sector privado, mientras China gasta muy poco en seguridad social, salud y educación. El Gobierno puede hacer muchas cosas en esas áreas", dice Yao.

Meyer concuerda. "Hay espacio para reparar la red de seguridad social. Debido a que no hay recursos adecuados para la salud y para la seguridad social en China, las personas se ven obligadas a ahorrar de un 40% a un 50% de su renta. Si hubiera alguna protección social para los ancianos, las personas ahorrarían menos”. A medida que la población envejece, tendrá necesidad de servicios propios para ancianos. Además, los gastos en esa área aumentarán si hay oferta suficiente para atender la demanda, dice Meyer. "El consumo aumenta cuando las personas encuentran lo que buscan".
 

Para Bottelier, el sector servicios de China es uno de los más potentes motores de crecimiento disponibles, pero no ha sido utilizado del todo. "Incluso con tasas bajas de crecimiento del 6% al 7%, China será capaz de mantener el pleno empleo si la contribución del sector de servicios a la economía aumenta de forma más rápida que la contribución de los sectores de construcción o de manufactura. Es posible conseguir índices más elevados de crecimiento en el sector de servicios por dólar invertido", dice Bottelier. Para él, tales cambios son ineludibles. "Es preciso ver cómo China responderá a eso en los próximos años. Si el Gobierno aplaza las reformas, habrá serias consecuencias políticas".

En general, el consenso entre la mayor parte de los economistas es que es hora de las decisiones para China. Es imprescindible que el país avance en las reformas políticamente difíciles y dolorosas, pero que servirán de base para el crecimiento sostenible en el futuro. No sería la primera vez: en los años 90, el primer ministro Zhu Rongji hizo la primera reforma general de las empresas estatales, despidiendo miles de trabajadores. Las reformas en el sector inmobiliario ayudaron a crear unas áreas comerciales en el sector a partir de cero que, a pesar de los altos y bajos, ayudaron a consolidar una clase media en ascenso. Dados los enormes intereses personales, especialmente a nivel local, tales cambios son difíciles, sin embargo necesarios para el reequilibrio de la economía en general, observa Chovanec.
 

"Mi consejo al Gobierno es que reduzca su obsesión por el crecimiento elevado del PIB", dice Chovanec. "Hacer crecer el PIB del 8% al 9% a través de inversiones puede no ser un buen negocio, y tampoco interesa a nadie a largo plazo. Aceptar tasas de crecimiento menores es el primer paso para colocar a China en el camino del crecimiento sostenible y duradero".

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