Las medidas impulsadas por el gobierno argentino en su primer año de gestión tuvieron impacto ambiguo en la economía uruguaya, aunque el saldo es positivo
Montevideo. Hace poco más de un año, con el cambio de gobierno en Argentina, se renovaron las expectativas de Uruguay respecto al futuro de la relación bilateral. La asunción como presidente de Mauricio Macri creó desde el principio otra atmósfera entre ambos gobiernos y dejó ver un horizonte mucho más despejado que en el pasado para los intereses locales.
La apertura al diálogo y la disposición a atender las inquietudes de las autoridades locales ha sido una característica desde el comienzo, por ejemplo en el terreno comercial. Pero también hubo, en el terreno cambiario y tributario, acciones que afectaron directamente a la economía uruguaya.
Tratar de recomponer el flujo comercial con la vecina orilla fue uno de los objetivos que Uruguay salió a buscar desde el arranque del nuevo mandato de Macri en diciembre de 2015. Las restricciones para importar dispuestas por el gobierno de la expresidenta Cristina Fernández durante buena parte de su mandato habían pegado fuerte en el sector exportador e incluso fueron el golpe de gracia para empresas de la industria manufacturera.
La llegada de Macri al poder suponía el fin de las políticas proteccionistas. El entusiasmo se apoderó de los empresarios uruguayos a partir de 2016, a tal punto que se generaron expectativas –algo desmesuradas a la luz de los resultados– de lo que podía pasar en lo inmediato.
"Teníamos una expectativa mayor. En cierto sentido mejoró el diálogo, cambiaron los interlocutores, pero el portero sigue siendo el mismo", dijo a El Observador semanas atrás el presidente de la Comisión de Comercio Exterior de la Cámara de Industrias (CIU), Rafael Sanguinetti.
Si bien apenas asumió el nuevo gobierno Argentina anunció que se automatizaría la aprobación de la mayor parte de las licencias de importación, lo que facilitaría el ingreso de bienes a ese país, esto no ocurrió, según Sanguinetti.
Aunque se eliminaron los permisos conocidos como DJAI (Declaración Jurada Anticipada de Importación), se colocaron trabas alternativas con licencias no automáticas que, a diferencia de las anteriores, se terminan aprobando, pero pueden demorar hasta dos meses. Además de las licencias no automáticas se establecieron cupos limitados para la importación de bienes, lo que frena el ingreso al mercado argentino.
Más allá de esas dificultades, en el fondo los empresarios saben que es un mercado al cual pueden volver a apostar porque las reglas son más claras y estables que en el pasado. Aunque llevará tiempo recuperar clientes, la relación empezó lentamente a revitalizarse.
El otro desafío nada menor está en afinar el lápiz para que la producción vuelva a ser competitiva. Un punto no menos relevante fue el levantamiento de la medida que prohibía trasbordos de carga argentina en puertos uruguayos. Ya en el primer semestre de 2016 se comenzó a recuperar volumen de negocios.
Mucho se habló en los meses previos a la asunción de Macri sobre qué pasaría con la política cambiaria y cómo eso podía pegar, por ejemplo, en la actividad turística uruguaya.
Si bien una de las primeras medidas que tomó el gobierno de Macri fue levantar el cepo cambiario, el ritmo de las reformas económicas se moderó de forma considerable. Con buena parte de las baterías que apuntaron a reducir la inflación, el ajuste cambiario en la vecina orilla quedó en segundo plano y el país vecino profundizó su atraso cambiario.
"Los que mueven la aguja (en el turismo) sin ninguna duda son los argentinos". Luis Borsari, Director de Turismo de la Intendencia de Maldonado.
Eso tuvo como contrapartida que un importante aumento de la capacidad de compra de los argentinos en Uruguay impactara favorablemente en la temporada en curso. Los primeros números divulgados por el Ministerio de Turismo muestran que en los primeros 10 días de enero ingresaron al país 26% más argentinos que un año atrás. Incluso, por primera vez en mucho tiempo la mayoría de los operadores turísticos hablan con satisfacción sobre el desarrollo de la temporada de verano y las proyecciones apuntan a que terminará siendo una de las mejores zafras de la historia.
En los últimos años siempre había algún nubarrón sobre la temporada de verano en Uruguay. Las restricciones cambiarias impuestas por el gobierno kirchnerista o antes el corte de puentes por el conflicto con la entonces llamada Botnia fueron un dolor de cabeza para la actividad turística.
"Con la salida del cepo cambiario claramente volvió a fluir el intercambio comercial y de servicios. Uruguay con la suba del dólar ganó competitividad. Este verano, en Punta del Este, los precios estaban iguales y en algunos casos hasta un poco más baratos", dijo a El Observador el director de la gerenciadora de patrimonios FDI, Mariano Sardáns.
"Es difícil encauzar otra vez un flujo comercial como el que teníamos antes, porque algunas de las empresas que exportaban a Argentina cerraron" . Teresa Aishemberg, Gerenta general de la unión de exportadores.
Para el experto argentino, hoy no hay motivos para pensar en una valorización del dólar en el vecino país que amenace la competitividad cambiaria de Uruguay, pese a que un dólar más alto forma parte de los pedidos de los industriales.
"Ya se está viendo que sin obligar a los exportadores a liquidar, el dólar no sube. Va a haber una gran masa de dinero entrando y yendo a la economía real, principalmente en el área de energías alternativas, como la eólica y solar, sumado a inversión de otras empresas. (...) La plata recién está empezando a entrar de a poco, por eso ni sube el tipo de cambio ni va a subir", apuntó.
Para los inversores que en el pasado habían apostado por tierras uruguayas, hoy las oportunidades están nuevamente del otro lado del charco. Eso lleva a que muchos vendan o intenten hacerlo, aunque la dificultad está en encontrar compradores.
"Al hombre de campo hoy le conviene toda la vida, por logística, por costos, por diferentes cosas, volver a Argentina. En la mayoría de los cereales no tiene retenciones, solo quedan en la soja. (...) El argentino fue cuando le pusieron retenciones y un mercado de cambios que regulaba todo. Entonces, en ese momento, la rentabilidad del campo uruguayo con sus costos resultaba más conveniente, incluso después de impuestos", afirmó Sardáns.
En el caso de la inversión inmobiliaria, tradicionalmente tentadora, se sigue dando que el argentino observa a Uruguay como un país con reglas de juego que se conservan, pero hay otros aspectos que ya no lo convencen tanto.