En el este de Europa, tomar créditos hipotecarios en francos suizos pareció durante años ser una buena idea. Pero ahora que el franco se disparó, las deudas se vuelven impagables y los políticos se proponen intervenir.
Marko Vasic, técnico electrónico, adquirió en 2008 un pequeño departamento en un barrio de la capital serbia, Belgrado. Para hacerlo, tomó un crédito en francos suizos. La cuotas mensual, equivalente 350 euros, estaba dentro de su presupuesto. Pero ahora que el franco suizo se desligó del euro y subió de precio, la cuota aumentó a 560 euros al mes. “No sé si debería indignarme con los bancos o con el Estado; por eso estoy molesto con ambos”, dice Vasic.
Cientos de miles de ciudadanos de Europa Oriental se encuentran en una situación similar. En Polonia hay cerca de 550.000 créditos hipotecarios ligados al franco suizo. En Rumania son unos 150.000, en Croacia, 60.000 y en Serbia, 22.000.
¿Quién asume las pérdidas? Durante años, los institutos financieros aconsejaron no tomar créditos en euros sino en francos suizos, que supuestamente prometían intereses más convenientes, también a largo plazo. Pero los bancos no actuaban desinteresadamente, apunta el economista Dejan Gavrilovic, de la asociación de clientes bancarios serbia Efektiva. “A todas luces, quienes otorgaban los créditos especulaban con el fortalecimiento del franco. No es casual que esto ocurra justamente en Europa Oriental, donde la ciudadanía no está muy informada sobre finanzas y cuenta con una deficiente protección del Estado”, afirma Gavrilovic, en conversación con DW.
Manuel Ammann, de la Universidad de Sankt Gallen, Suiza, no excluye que en muchos casos la gente haya sido mal asesorada. Pero el experto destaca que “por principio deben pagar aquellos que corrieron el riesgo. En este caso, se trata claramente de los clientes”. A su juicio es ingenuo creer que se podía obtener créditos a bajos intereses, sin riesgo. “Por eso resulta problemático que, a posteriori, los políticos les adjudiquen las pérdidas a los bancos por decreto”, afirma.
No lo ven así los políticos de los países afectados, como Croacia. Dejar libradas a su suerte a miles de familias endeudadas sería políticamente muy delicado para el gobierno, más aún en un año electoral en que el primer ministro Zoran Milanovic aspira a ser reelegido. “La gente está casi ciega ante las deudas; y los bancos poseen una vista impecable”, señaló Milanovic. Por ese motivo, su gobierno quiere inducir a la banca a asumir las consecuencias del alza del franco. Su mensaje a los atribulados deudores: “Pueden dormir tranquilos”.
¿Modelo húngaro? A primera vista, la idea parece simple: los créditos en francos han de canjearse por otros en euros o en la moneda de los países correspondientes, al tipo de cambio previo al desacoplamiento de la divisa suiza. Como modelo se erige nada menos que Hungría, un país que desde hace tiempo preocupa a Europa por su política bancaria. El Gobierno de Budapest ordenó a los bancos canjear los créditos a la moneda nacional, el forinto, a un valor de cambio determinado.
También los gobiernos de Croacia y Polonia siguen ahora esa senda. En opinión de Barbara Liberda, de la Universidad de Varsovia, la intervención política era indispensable: “Esto se convirtió en un grave problema social. Las perspectivas del mercado laboral han empeorado notablemente en los último años, y muchas personas no estarían en condiciones de pagar sus créditos”, dice a DW. La profesora de economía está a favor de que las pérdidas se repartan entre bancos y clientes. El economista serbio Gavrilovic aporta un argumento adicional: “Si muchos deudores quiebran, los bancos se quedarán con un montón de inmuebles vacíos y prácticamente invendibles”.