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Las decisiones económicas las toman los políticos
Lunes, Junio 11, 2012 - 18:44

Andrew Scott, director en la Autoridad de Servicios Financieros (FSA) británica, y profesor de economía de la London Business School,conversó con AméricaEconomía.com sobre los posibles escenarios a los que puede arrivarse en Europa.

Para quien está al tanto de los nuevos aconteceres económico-financieros globales, la crisis de la eurozona se convierte en una trama difícil de seguir. Sobretodo, por dos razones fundamentales, la complejidad de las relaciones económico-políticas a lo interno de la Unión Europea y el hecho de que cada día trae un nuevo sobresalto.

En paralelo, la desaceleración de países como China o India constituyen el otro polo de atención, por el peso que tienen en la economía global. Por la relevancia de ambos temas, para comprender mejor los intereses en juego y hacia qué escenarios posibles se puede avanzar, AméricaEconomía conversó con Andrew Scott, director en la Autoridad de Servicios Financieros (FSA) británica, y profesor de economía de la London Business School (LBS), quien explicó sobre los posibles escenarios a los que puede arrivarse en Europa, y sobre cuestiones del mercado interno chino que pueden afectar las economías emergentes.

Muchos dicen que la crisis europea tiene una superficie fiscal pero un fondo político.

-¿Cuál es su opinión? ¿Cuáles pueden ser las consecuencias de la crisis?

-Todo depende de las decisiones que se tomen. Por ahora nadie sabe qué sucederá. Sí depende mucho de la política, porque en materia económica las opciones son claras.
Los escenarios posibles son cuatro. En uno, todos los estados miembros se las arreglan para mantenerse juntos, resolver los problemas y todo sigue igual, lo cual creo improbable. Otro sería el desastre total que conduzca al desmembramiento de la zona, lo cual tampoco creo probable. Una tercera alternativa es que Grecia salga, y el resto implemente un sistema mucho más firme dentro de la eurozona, con mayor unión fiscal y física. Por último, puede ser que no solamente Grecia, sino también Irlanda, Portugal y España, sean forzados a salir y la Eurozona quede mucho más compacta, fortaleciéndose mucho más la unión fiscal y física.

Grecia podría salirse pronto de forma bastante pacífica. Pero la preocupación mayor es por España, porque se encuentra en la peor posición fiscal. Está batallando por financiar un sistema bancario grande. Si España se atasca en una gran crisis, habría importantes ramificaciones para el resto. Incidiría en un crecimiento débil dentro de la zona que incluso podría conducir a una recesión grave.
Pero todo dependerá cómo evolucionen las cosas. Aunque en general creo que en el caso de Grecia, es muy probable que salta pronto.

Los bancos españoles tienen una significativa presencia en América Latina.

-¿Cómo afectaría una agudización de la crisis española a países latinoamericanos?

-España pondría mucha presión sobre los sistemas bancarios globales, porque es cierto que los bancos españoles se han extendido mundialmente. En Europa de seguro las cosas empeorarían, porque de hecho la Unión podría resultar incapaz de financiar sus bancos y sus déficits. Con una crisis profunda en España el PIB europeo quedaría muy adverso.
En cuanto a países de América Latina, también se experimentarían presiones de financiamiento. Sin embargo, la región está entre las que actualmente se sitúa en una posición ventajosa para sortear los escollos de los próximos años. También es una de las más expuestas a los bancos españoles, pero esa exposición podría ser maniobrada brillantemente por estos, ya que América Latina ha demostrado que puede ser muy rentable. Creo que de no ser por esa presencia en Latinoamérica los bancos españoles estarían en una situación aún peor.

Pero la preocupación es que cuando las cosas vayan mal en las casas madres españolas, se decida sacar los fondos de las subsidiarias latinoamericanas.

Alemania insiste en una agenda de medidas austeras, mientras que los electores de países como Grecia, Irlanda o Francia se han opuesto en las urnas y en España, la protesta está en las calles. La recesión británica también debilita los argumentos pro austeridad de Angela Merkel.

 

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-¿Cree usted que la austeridad es la solución para Europa?
-La austeridad es un camino equivocado, porque no produce crecimiento. En cuanto a la crisis del Euro, una solución es, como ya dije, hacer salir a Grecia. Pero también se pueden emitir Eurobonos, y recapitalizar los sistemas bancarios europeos.

-El dilema es, ¿quieren los españoles perder control? ¿Y cuánto más están dispuestos a pagar los alemanes?
Creo que el problema radica en la gran desconexión que existe entre los gobiernos y el sector bancario, porque los bancos no son del gobierno, pero son los gobiernos los que deben rescatarlos. Tampoco se puede desligar los problemas bancarios de los problemas de deuda de los gobiernos. Creo que en este caso vemos que los bancos españoles, los bancos griegos, o los chipriotas, ya no son capaces de otorgar préstamos, y los privados están sacando su dinero de los bancos y llevándolo a los bancos alemanes, o los británicos. Esto está causando un gran estrés dentro de la eurozona.
Pero pienso se va a operar un cambio sustantivo dentro de la política europea. Un cambio hacia la idea de que no existan más bancos nacionales sino europeos. Para eso se necesitaría operar bajo un regulador europeo y recibir una capitalización europea de los bancos.

Hemos visto que el Banco Central Europeo (BCE) comienza a impulsar esa agenda. Y pienso que eventualmente Merkel debe reconocer que la austeridad por sí misma no va a resolver la situación. Quizás se podría intentar la austeridad combinada con la cesación de pago de los bancos. De todos modos creo que no sería suficiente, pero sí me parece que será el paso siguiente que quizás tomen.

Algo de lo que no se habla es de un escenario donde Alemania salga de la eurozona. Sin embargo, la economía alemana parece la más fuerte y de momento, todo luce como si fuera Alemania en contra del mundo.

-¿Por qué es tan imposible una opción como esa?
-Alemania y algunos pocos países podrían coexistir confortablemente sin preocuparse de una unión fiscal, porque todos son competitivos de acuerdo al cambio monetario actual y no tendrían que recurrir a préstamos. Estos son, además de Alemania, quizás los países Benelux, Austria, los cuales serían parte del pequeño grupo que sobreviviría con Alemania. El problema está que también hay otro grupo de países que sí necesita del financiamiento alemán para Europa Occidental. Son España, Italia, Irlanda, Chipre, y por eso las apariencias son que Alemania está en contra de todos.
Pero la realidad es que, de momento, a Alemania le va bien. Los números indican resultados mejores que los de antes de la crisis. Una razón importante para este comportamiento es que el Euro cotiza mucho más bajo que el Marco alemán en los mercados, y por eso las exportaciones alemanas son muy competitivas actualmente.


Por esto, de plantear la posibilidad de que Alemania abandonara el Euro, esta enfrentaría dos problemas sustanciales. Primero, tendría que introducir el Marco y este subiría de valor muy rápidamente, hasta un 20% o 30%. Esto dañaría las exportaciones alemanas. Segundo, los bancos alemanes han prestado mucho dinero en Euros, pero al introducir el Marco y este subir de valor, la deuda también aumentaría aún más en Marcos. Ante esto, al sistema bancario alemán se vería en problemas.

Por eso no es tan sencillo para Alemania dejar el Euro. Y por eso también ellos se han preparado para aportar ese dinero. Pero sí pueden ser muy agresivos en el intento de hacer salir a otros países. Al final del día los alemanes saben que muy difícilmente podrían salirse por sí solos.

En el contexto de la Cumbre Asia Pacífico 2011, celebrada en la LBS, usted decía en una conferencia que una crisis inmobiliaria podría explotar en China a largo plazo.

-¿Qué elementos se lo indican?
-Esto ya está sucediendo. Los bienes raíces privados caen, o al menos no están tan altos como antes. Entre 2000 y 2010 la inversión en bienes raíces creció progresivamente hasta llegar a 2% del PIB.

El hecho es que mucho dinero fluyó hacia EE.UU. Pero cuando explotó la crisis, el dinero tuvo que buscar dónde más invertirse. Ahora mismo el capital también busca dónde invertirse y es lo que afecta por ejemplo a los precios del petróleo o el oro que están subiendo, al igual que los bonos alemanes.

El hecho es que cuando hay mucho dinero circulante en busca de un hogar, donde quiera que va, crea una pequeña burbuja. Durante este tiempo, el dinero fluyó hacia los bienes raíces chinos. Creo que los chinos lo permitieron felices, sin preocuparse de que un freno o decrecimiento de las economías estadounidense y europea provocaría una reducción de la demanda de sus exportaciones.

Pero con la crisis, las exportaciones se resintieron. Ellos han tenido que pasar de exportar a sostenerse de otra forma. Una alternativa sería fomentar la demanda interna, por eso China quiere que aumente el consumo interno, quisiera que su consumidor gastara más, pero es muy difícil lograr eso en un plazo breve. Eso tiene que ser un plan a largo plazo, porque necesitan subir los salarios, y lograr que los consumidores pidan más préstamos.

Por eso, en lo inmediato lo único factible es hacer que los gobiernos locales y el sector bancario financien los bienes raíces. Entonces se ha visto mucho dinero destinándose a este rubro. Pero ahora necesitan detener esto. Creo que en el largo plazo, el mercado chino sería perfectamente capaz de presentar la demanda correspondiente a esta inversión en bienes raíces, pero sucedió es que se contruyó mucho y muy pronto. La ironía es que, como respuesta a la crisis inmobiliaria en EE.UU., China comenzó a crear una propia.
Pero hay diferencias entre EE.UU. y China. Primero, en EE.UU. el mercado de hipotecas era enorme y muy vinculado al sistema bancario. Y fue el sistema bancario el que afectó más la economía. Pero en China, el mercado hipotecario es aún pequeño, tanto como los bancos, por eso no ponen tanta presión sobre la economía interna. Tampoco creo que los problemas internos de China con los bienes raíces supongan el efecto en cadena que se generó en la economía global con la crisis bancaria en EE.UU. De hecho, el sistema bancario chino permanece bastante aislado.

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-¿Es posible que con el declive del crecimiento en China, y su encarecimiento interno, las compañías extranjeras que se externalizan allá se muden a otros escenarios más rentables, quizás para regresar a sus países de origen en Europa o EE.UU?

-Eso ya sucede. Hay elementos que han acompañado la creación de la burbuja de los bienes raíces. Por ejemplo, un fortalecimiento de las políticas ambientales, también el este chino se ha vuelto más caro lo cual ha hecho que las manufactureras se muden. Además, China se quiere proyectar como un polo de atracción para empresas de tecnología. Todo esto ha provocado un aumento del valor de la moneda y un cambio en el tipo de exportaciones. Por eso hemos visto a Shanghai y Beijing encarecerse progresivamente.
Pero el occidente chino ha sido la sede de mucha externalización, y estas compañías están tomando uno de dos rumbos, bien se mudan a países más baratos como Vietnam o Bangladesh, o incluso se trasladan más hacia el occidente chino. Algunas han decidido retornar a EE.UU. e incluso Europa.

Es así como se está experimentando un cierto resurgimiento de las manufacturas en EE.UU. No se trata de que el cambio de los últimos 10 años se va a revertir, pero es la primera vez que ocurre algo parecido a un retorno de las manufacturas.

-¿Cómo podría afectar esa crisis en China a las economías emergentes, dada la importancia de su demanda por commodities?

-Es cierto que una crisis en China podría afectar a las economías emergentes al resentirse el precio de las commodities. De hecho, creo que es una de las causas de la caída de precios durante los últimos meses.
A pesar de que Europa y EE.UU. son mercados enormes para commodities, China es el número uno. Por eso que se estanque el crecimiento de China e India afectaría a los países exportadores.

Creo que todos pensaron que a Occidente le iría bien, pero que los mercados emergentes tendrían mejores resultados. Por eso fluyó mucho dinero hacia las commodities, y ahora ese dinero se retira porque China ha bajado la demanda. Todavía hay crecimiento en China, y un crecimiento razonable en la India, pero no a los niveles anteriores. Por eso han caído los precios de las commodities y pueden caer más aún.
En cuanto al impacto de una desaceleración del crecimiento para América Latina, creo que la situación puede ser positiva en los casos de Brasil o Chile, porque mientras los precios de las commodities estuvieron más altos y estuvieron creciendo rápidamente, guardaron dinero.

En tiempos pasados, sucedía que América Latina enfrentaba las caídas de los precios de las commodities con deudas muy grandes con el resto del mundo, y esto le traía problemas. Pero ahora los países latinoamericanos han mantenido la deuda a niveles estables y su situación financiera parece más sólida. Obviamente la caída de los precios de las commodities afectará a algunos bancos y experimentarán tensiones. Pero creo que mucha gente espera ver a América Latina soportar bastante bien este estancamiento internacional. De hecho, creo que muchos piensan que será la región del mundo que mejor le irá económicamente.

-¿Cuánta influencia tienen realmente profesionales como usted, con un doble rol en ambos espacios de la academia y las instituciones públicas vinculadas a los gobiernos? ¿Cuánto pueden influir en la toma de decisiones políticas que afectan la economía?

-Es interesante, porque las decisiones que influyen en la economía las toman los políticos. Y muchas veces estos deciden tomando en cuenta cuestiones que no resultan las más indicadas desde el punto de vista económico. En ese sentido, el rol de los economistas y expertos se limita a intentar infuir lo más posible sobre las esferas políticas, explicando e ilustrando, pero sin un poder real.

Claro, depende de si se atiende a los individuos o a la profesión. Algunos pocos individuos entre los economistas pueden influir mucho sobre las decisiones -se ve en un documental como Inside Job. Pero como profesión sólo podemos aconsejar, y tratar de encontrar alternativas que minimicen el costo económico cuando las decisiones que se toman no son las menores desde el punto de vista económico.
Por otra parte, partiendo del presupuesto de que “las ideas mueven a la acción”, y de que los hombres actúan acorde a determinadas ideas, creo que es cierto que como profesión podríamos tener mayor impacto. Porque la traba es que los académicos manejamos ideas complejas, mientras que las ideas que se instalan en el imaginario de la gente son las simples, y los políticos se aprovechan de esto, recompensando a algunos economistas por enunciar teorías que realmente no dan lugar a debate. Al final del día, los hombres y mujeres de acción no quieren prestar atención al debate académico, sólo escuchar puntos de vista simples que les confirmen sus políticas y lo que quieren llevar a cabo.
Aunque sería una exageración decir que los economistas podemos salvar el mundo, creo que sí podríamos hacer algo por comunicar mejor nuestras ideas. Es cierto que no somos buenos llevando el debate a la escena pública en términos de fácil comprensión, porque no somos buenos comunicadores y preferimos discutir entre nosotros. Pero para crear un debate amplio sobre economía deberíamos ser capaces de explicar aquello que sabemos, lo que no sabemos y con lo que no estamos de acuerdo. Al no hacerlo, damos la oportunidad a los que hacen las políticas y al sector financiero de que elijan a un vocero y presenten la idea como incontestada, “esto es cierto porque esta persona dice que lo es”.

Autores

Jennifer Roig