La investigación por presunta corrupción cuando Lagarde era ministra francesa de Economía persigue determinar si hubo irregularidades en la atribución de una indemnización de 403 millones de euros al empresario Bernard Tapie en 2007, por la venta de la empresa de equipamiento deportivo Adidas.
La designación de Christine Lagarde tras la controvertida salida de Dominique Strauss-Kahn de la dirección del Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2011 por un escándalo sexual parecía ser una garantía de estabilidad para una institución en el ojo del huracán en plena crisis de la zona euro.
Por eso esta semana ha caído como una sorpresa la imputación de Lagarde por parte de un tribunal francés por "negligencia" en el conocido como caso Tapie, que afecta a la etapa en la que era ministra de Economía del conservador Gobierno de Nicolás Sarzoky, entre 2007 y 2011.
La directora del Fondo respondió a la imputación anunciando su intención de apelar una decisión que calificó de "infundada" y tomó rápidamente el miércoles un avión de regreso a Washington para continuar con sus funciones al frente de la institución internacional.
Desde el FMI, se ha tratado de calmar las aguas.
"En ningún caso" Lagarde ha pensado en la "renuncia", afirmó Gerry Rice, portavoz del organismo durante una rueda de prensa posterior a la llegada de la directora gerente, en la que aprovechó para recordar que el Directorio Ejecutivo ya había discutido la cuestión tras las comparecencias como testigo de la exministra francesa en el mismo caso previamente.
"En cada una de esas ocasiones, se expresó confianza en la capacidad de la directora gerente para llevar adelante su trabajo", indicó Rice ante los periodistas.
A última hora del viernes, la institución volvía a emitir un comunicado casi idéntico a los anteriores de respaldo a Lagarde.
"El Directorio Ejecutivo ha sido informado sobre acontecimientos recientes relacionados con este asunto, y continúa expresando su confianza en la capacidad de la directora para desempeñar debidamente sus funciones", sostuvo.
Sin embargo, las dudas han vuelto a aflorar en un organismo que parecía retomar cierta normalidad institucional tras las imágenes de Strauss-Kahn esposado en Nueva York acusado por supuesto abuso sexual en 2011, en una acusación que luego fue retirada, y una recesión sorprendentemente prolongada y agitada en las economías avanzadas tras la crisis financiera.
Especialmente en la zona euro, donde se llegó a poner en cuestión la supervivencia de la unidad monetaria y el FMI se involucró en tres rescates multimillonarios: Grecia, Irlanda y Portugal, de resultados desiguales.
"Para el Fondo (la imputación de Lagarde), es obviamente una situación incómoda", aseguró a Efe Paulo Nogueira Batista, director ejecutivo de Brasil y otros diez países, quien se sienta en el Directorio de la institución financiera.
Nogueira Batista, uno de los miembros más francos del máximo órgano decisorio del Fondo, apuntó a los posibles "costes en reputación" para el organismo.
La investigación por presunta corrupción cuando Lagarde era ministra francesa de Economía persigue determinar si hubo irregularidades en la atribución de una indemnización de 403 millones de euros al empresario Bernard Tapie en 2007, por la venta de la empresa de equipamiento deportivo Adidas.
Por su parte, Nicolas Veron, investigador del Peterson Institute for International Economics de Washington, descartó que vaya a tener "grandes consecuencias", ya que dada "la información disponible no hay necesidad para una dimisión y el impacto de reputación, aunque negativo, está lejos de ser devastador".
Pero sí que, dadas las circunstancias, Veron reconoció "el deseo de estabilidad del Fondo no solo tras la renuncia de Strauss-Kahn sino de que los anteriores directores gerentes (Horst Köhler en 2004 y Rodrigo Rato en 2007) abandonasen el cargo antes de que se cumpliese el final de su mandato".
La imputación de la directora se produce en plenos preparativos de cara al comienzo, en un mes, de la reunión anual conjunta del FMI y el Banco Mundial (BM), que tendrá lugar en octubre, y a la que está previsto asistan los principales responsables económicos de los 188 países miembros de la institución.
Todo ello en un contexto de desigual y frágil recuperación económica global, y con la incertidumbre acerca del último programa de rescate financiero de la institución a Ucrania, donde continúan las tensiones geopolíticas y los enfrentamientos entre las fuerzas ucranianas y los rebeldes prorrusos en la región oriental.