La secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) advirtió que "la región no está mejor preparada ahora que en 2007, porque no ha recuperado el espacio fiscal que tenía en aquel momento y que le permitió aplicar políticas contracíclicas en el 2008 con mucha efectividad".
México D.F. Latinoamérica tiene menos margen de maniobra para enfrentar una nueva crisis global que el que tenía cinco años atrás, y podría sufrir más ante una eventual salida desordenada de Grecia de la zona euro de lo que padeció con el colapso de Lehman Brothers.
La región cuenta hoy con dinero en sus cofres y muchos creen que aprendió la lección de la crisis pasada. Ministros de Finanzas y banqueros centrales aseguraron a Reuters esta semana que los países podrían navegar bien otra crisis mundial.
Pero su optimismo contrasta con datos que muestran una menor holgura fiscal, cuentas corrientes más debilitadas, niveles de deuda neta levemente mayores y menores tasas de crecimiento económico.
"La región no está mejor preparada ahora que en 2007, porque no ha recuperado el espacio fiscal que tenía en aquel momento y que le permitió aplicar políticas contracíclicas en el 2008 con mucha efectividad", dijo Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
En el peor escenario, el caso griego descargaría un golpe sobre los mercados globales y desataría una crisis de confianza, en momentos en que la región cuenta con menos herramientas para lidiar con una tormenta de esa magnitud.
"Podría tener consecuencias más negativas que lo ocurrido con Lehman Brothers (...) Esto implica un colapso monetario como financiero y las consecuencias son bastante impredecibles, impactaría los flujos comerciales y la inversión extranjera directa", añadió Bárcena durante el Foro de Reuters sobre Inversión en América Latina.
La desaceleración que experimenta la región, junto a una menor demanda de Europa y China por las materias primas y la consecuente caída en los precios de los bienes que vende al exterior, redujeron la capacidad de los gobiernos de subir el gasto público sin comprometer la estabilidad de la economía.
América Latina fue duramente golpeada por la crisis del 2007-2009, que restringió el crédito y también el hambre por sus exportaciones. Todo eso llevó a contracciones económicas en el 2009 en México, Brasil, Chile y Venezuela, entre otros países.
Las naciones reaccionaron inyectando dinero en sus economías, incrementando la deuda neta y llevando el superávit fiscal de 1,2%o del Producto Interno Bruto (PIB) que tenían en promedio las principales economías en 2007, a un déficit de 3,3% en 2009.
Brasil logró recuperarse impulsando el gasto público pero desde entonces su explosivo crecimiento se ha desacelerado aún a pesar de los agresivos recortes de las tasas de interés.
México cayó con la crisis en una profunda recesión arrastrado por la débil economía estadounidense, pero lentamente y de forma constante ha retomado su crecimiento.
Pero todavía muchos presupuestos de la región están en números rojos y la posición en 2011 fue de un déficit de 1,1%o en promedio.
"En el caso de México por cierto la capacidad de estimular por la vía fiscal es acotada", dijo José Antonio Meade, secretario de Hacienda mexicano durante el Foro de Reuters. Pero subrayó que la política monetaria y las reformas estructurales eran instrumentos más importantes para incentivar la economía.
Menos resistencia. Un ránking sobre la resistencia económica a los impactos hecho por el Banco de Pagos Internacionales (BIS), que toma en cuenta la deuda externa, el nivel de reservas, exportaciones, crecimiento del crédito, cuenta corriente y tasas de interés, muestra que hoy la región es más vulnerable que antes.
"Latinoamérica, relativamente a otras muchas regiones en el mundo es fuerte. El problema es que es más débil de lo que era en el 2007", dijo Liliana Rojas-Suárez, del centro de estudios estadounidense Center for Global Development, que condujo la investigación junto al BIS.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) coincide en que la posición fiscal, junto con el nivel de deuda y de cuenta corriente en los países de la región -excluyendo a Argentina y Venezuela- se deterioraron en promedio en el 2011 frente al 2007, según su más reciente Perspectiva Económica del Mundo.
Sin minimizar los riesgos, algunos banqueros centrales aseguran que lo que está ocurriendo en Europa es menos preocupante para la región que el descalabro causado por la quiebra de Lehman Brothers.
"No es Lehman, tampoco hay que asustarse", dijo Julio Velarde, jefe del Banco Central de Perú en el Foro de Reuters. "Eso sólo se produce una vez cada siglo".
Parte de su confianza se basa en el escudo que representan las reservas internacionales para tiempos turbulentos. En los últimos cinco años se han casi duplicado en la región.
Brasil cuenta con US$374.000 millones en sus arcas frente a los 200.000 millones de mediados de 2008. México tiene US$155.000 millones contra los 85.500 de mitad de 2008, y Perú acumula US$58.000 millones frente a los 31.000 de hace cuatro años.
"El primer ataque es a través de la alta volatilidad en los mercados", dijo Shelly Shetty, jefa de calificaciones soberanas para Latinoamérica de Fitch. "En ese sentido, tener la capacidad de fuego para suavizar la volatilidad es muy poderoso", agregó.
Aunque la política monetaria -bajar las tasas de interés de referencia- es otra arma para incentivar a la economía, Latinoamérica también tiene menos margen que antes.
Las tasas oficiales en las principales cinco economías que tienen objetivos de inflación -Brasil, México, Colombia, Chile y Perú- hoy promedian el 5,5%, frente al 9% antes del ciclo de recortes que vino como consecuencia de la onda expansiva de Lehman Brothers.
"Las políticas fiscales y monetarias tienen menos espacio para responder en este momento", dijo Vasileios Gkionakis, estratega de renta fija de mercados emergentes de Bank of America Merrill Lynch.
Gkionakis estima que otra crisis de la escala de Lehman Brothers recortaría el crecimiento en los 10 principales mercados emergentes -que incluyen a Brasil y México- hasta en 2,5% en los primeros dos trimestres de 2013 frente a un impacto de 1,9% que tuvo la crisis de Lehman.
Al menos México puede contar con una mano de ayuda de los organismos multilaterales. El FMI le ha otorgado una línea de crédito flexible por más de US$70.000 millones y, según el secretario Meade, el acceso del país a liquidez es tres veces mayor al que tenía en 2008.
Brasil también está confiado en salir bien parado de una eventual despedida de Grecia de la zona euro.
El secretario de Hacienda brasileño, Guido Mantega, dijo que la mayor economía latinoamericana crecería al menos 3% este año, más que en 2011, pese a la crisis del país helénico. Y recalcó la robustez del sistema bancario de Brasil.
Canales de contagio. El comercio no parece ser el principal canal de contagio de Europa, porque la zona euro compra 11% de las bienes regionales. Argentina es la más expuesta a la Unión Europea, pero México, Colombia y Centroamérica son más cercanos a Estados Unidos, mientras que Brasil, Perú y Chile tienen vínculos más fuertes en Asia.
Pero indirectamente, la menor demanda europea puede disminuir los precios de las materias primas, la principal fuente de divisas de gran parte de Latinoamérica.
Los precios ya se vienen desplomando desde febrero, según el índice CRB Thomson Reuters-Jefferies, una referencia global para los productos básicos. Solo en mayo cayó 11%, el segundo mayor desliz desde lo peor de 2008.
Esta situación hace más vulnerable a la región a la desaceleración económica en China -que la mayoría de los economistas pronostican será pasajera- por su voraz demanda de materias primas.
"(En cuanto a) los canales de transmisión entre las décadas pasadas y la década actual, los niveles de exposición son mucho mayores hoy. Esto se explica por la dependencia de China, por el precio de los 'commodities' y eso lo podemos ver en muchos tipos de indicadores", dijo Rolando Avendaño, investigador del Centro de Desarrollo de la OCDE.
Además, el Viejo Continente contribuyó en la última década con 40% de la inversión extranjera en la región según la CEPAL, y viene sobre todo de la atribulada España, que domina el sector bancario en países como México, Perú y Chile.
Para el jefe del Banco de México, Agustín Carstens, si se desata una crisis severa el país sufriría por una reubicación de inversiones y para David Bojanini, presidente del fondo colombiano Grupa Sura, los que recibirán el daño serán los bancos.
Pero nadie parece dudar acerca de los alcances que tendría un eventual nuevo estallido de uno de los centros desarrollados del planeta.
"Definitivamente ningún país del mundo, ninguna región, está inmune a las consecuencias que pueda tener una situación como esta", sentenció Bojanini.