Esta semana la tensión bilateral ha vuelto a hacer saltar chispas luego de que el encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires, Kevin Sullivan, comentara la importancia de que Argentina "salga del default".
Las derivaciones del litigio en los tribunales de Nueva York entre los fondos de inversión especulativos y Argentina por la deuda soberana han vuelto a tensar las relaciones entre Buenos Aires y los Estados Unidos, uno de los mayores socios comerciales del país suramericano.
El fallo de un juez neoyorquino a favor de los fondos buitre, convalidada por el Supremo estadounidense, ha complicado los pagos que Argentina debe realizar a los tenedores de deuda reestructurada, una embrollo jurídico sin precedentes que, según el Gobierno de Cristina Fernández, avasalla la inmunidad soberana de Argentina.
Resulta una paradoja que, mientras el litigio aun no tenía una sentencia en firme, el propio Gobierno de Barack Obama se presentó en el juicio como "amicus curiae" para respaldar la posición de Buenos Aires.
No obstante, ya con un fallo en firme en su contra, Argentina denunció el mes pasado a EE.UU. ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya por considerar que las decisiones adoptadas por la Justicia estadounidense violan su inmunidad soberana.
Argentina argumentó entones que la Administración de Obama debía responder porque todo Estado es responsable por la conducta de todos sus órganos, incluyendo el Poder Judicial.
Sin embargo, la denuncia en La Haya no prosperó, simplemente porque Washington se negó a aceptar la competencia de ese tribunal internacional.
Pero esta semana la tensión bilateral ha vuelto a hacer saltar chispas luego de que el encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires, Kevin Sullivan, comentara a un periódico la importancia de que Argentina "salga del default" (cese de pagos) para volver al crecimiento económico.
El canciller argentino, Héctor Timerman, citó este martes a Sullivan, el funcionario estadounidense de mayor rango en el país a la espera del nombramiento de un embajador, a quien advirtió que "de repetirse este tipo de intromisiones en los asuntos internos de Argentina se adoptarán las más severas medidas estipuladas en la Convención de Viena sobre la conducta de los diplomáticos".
Lo que ofuscó al Gobierno argentino, según confirmó este miércoles el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, fue que Sullivan hablara de "default" cuando, según el Ejecutivo de Fernández, Argentina "cumple y paga" sus deudas.
Este roce diplomático se da a poco del viaje de Cristina Fernández a Nueva York, donde participará en la Asamblea General y del Consejo de Seguridad de la ONU.
El nuevo contrapunto se genera luego de que Estados Unidos votara la semana pasada en contra de una resolución adoptada mayoritariamente por la Asamblea General de la ONU para crear un marco legal que regule las reestructuraciones de deuda soberana.
Pero hay otros condimentos, como el mayor acercamiento de Buenos Aires a China y la búsqueda de oportunidades comerciales en Rusia a partir de las sanciones impulsadas por Estados Unidos y Europa por la crisis en Ucrania.
De hecho, una misión oficial acaba de regresar de Moscú con promesas de transacciones que le permitirán a Argentina aliviar un poco su caída en las exportaciones.
Precisamente, el renglón comercial es una arista fundamental de la relación entre Argentina y Estados Unidos, su tercer socio comercial después de Brasil y China.
Pero los intercambios no pasan por un buen momento para Argentina, que en el primer semestre ha visto caer 3 % sus exportaciones al mercado estadounidense, mientras las compras a su socio subieron 13%.
El último incidente diplomático entre los dos países había sido en febrero de 2011, cuando Argentina retuvo equipos que llegaron a Buenos Aires en un avión militar de los Estados Unidos.
Pero ése fue uno de los tantos roces que Fernández tuvo con Washington desde su llegada a la Presidencia, en diciembre de 2007.
En enero de 2008, cuando George W. Bush era aún presidente, Fernández habló de una "campaña basura" cuando un fiscal de Miami (EEUU) en una causa por presunto espionaje venezolano en ese país sostuvo que el dinero incautado estaba destinado a la campaña de las elecciones presidenciales que ganó la mandataria.
Las relaciones volvieron a tensarse en febrero de 2009, tan solo un mes después de que Obama asumiera la Presidencia, por la difusión de un informe del Servicio Central de Información (CIA) que pronosticaba males económicos en Argentina, asunto por el que Buenos Aires pidió explicaciones.
Y en diciembre de 2009 Fernández no recibió al entonces secretario adjunto para América Latina del Departamento de Estado, Arturo Valenzuela, en su visita a Argentina después de que cuestionara el manejo gubernamental de la economía argentina.