Mientras los ojos del mundo están puestos en el país europeo, en la mayor economía del mundo los mercados viven una catástrofe.
Se considera la burbuja más grande en el mercado de valores desde el boom de los .com, y algunos dicen que sus efectos podrían tener más impacto que la crisis en Grecia". De esa manera Ana Swanson, reportera del diario The Washington Post, empieza su más reciente publicación en un blog de economía del mismo periódico para explicar qué es lo que está pasando en el gigante asiático. "Hay un gran drama desarrollándose en China", advierte Swanson.
Lo primero, explica la reportera, es que los índices compuestos de las bolsas más importantes de China, Shanghai y Shenzhen, han tenido una caída estrepitosa desde junio 12: 32% y 40% respectivamente.
Así las cosas, más de US$3 trillones en valor de acciones se ha evaporado desde mediados de junio: eso es más que el valor de todo el mercado de acciones de Francia. Y aunque todas las ganancias del año pasado no se han perdido aún, esta situación ha sido suficiente para espantar a inversores, empresas y gobierno.
El resultado no podía ser otro: luego de que la bolsa de Shanghai cayera el 5,9% el pasado miércoles, al menos la mitad de las empresas registradas en China (unas 1.300) suspendieron operaciones bursátiles. Las suspensiones han sido una especie de colchón para este mercado, pero una vez se reasuman operaciones, el mercado podría caer mucho más.
La respuesta del gobierno chino incluyó medidas ya antes vistas, como limitar las tasas de intereses (cuarta vez este año), y otras nunca antes vistas, como permitir por primera vez que los inversores usen sus casas como garantía para tomar préstamos y comprar acciones.
Esta situación no puede extrañar a nadie si se tiene en cuenta que, en el último año, China creció más que ningún otro mercado en dólares: US$6,5 trillones, dinero suficiente para pagar 20 veces la deuda griega.
El boom atrajo también a nuevos inversores, personas sin experiencia: una encuesta del año pasado mostraba que dos de cada tres inversionistas chinos ni quiera habían terminado el colegio. Hasta los campesinos están dejando el campo para dedicarse al mercado bursátil.
El misterio, dice Swanson, es cómo el mercado de valores chino ha permanecido tan desconectado de la economía de su país.
El asunto es que tampoco es claro qué va a pasar. Algunos analistas dicen que si el mercado no responde a los esfuerzos del gobierno por salvarlo, éste podría perder su credibilidad. Además, porque el mercado de valores era clave para las reformas económicas venideras, o esa era la promesa estatal.
El riesgo no es para el ciudadano promedio, que poco se involucra con el mercado de valores chino. Ni para los extranjeros, que poco tienen invertido en las bolsas del gigante asiático. El riesgo es para los inversionistas, cuyas deudas se han triplicado en los últimos 12 meses, y si no tienen cómo responder a esas deudas, peligra la estabilidad de los bancos y las comisionistas de China, reconocida como la mayor economía del mundo.