Premios Nobel de Economía y jóvenes economistas latinoamericanos se dieron cita en Lindau, Alemania. La diversificación productiva, la infraestructura, la educación y la corrupción son asuntos pendientes para la región.
En la cita de los Nobel de Economía en Lindau se discutió sobre desigualdad en el mundo y políticas monetarias y fiscales tras la crisis de 2008. Pero entre los pasillos del Stadttheater de esta isla del lago Costanza algunos de los 17 galardonados presentes hablaron con Deutsche Welle sobre Latinoamérica. También se refirieron al respecto jóvenes economistas latinoamericanos que vinieron a Lindau a compartir clases y conversaciones con los Nobel.
El Nobel norteamericano Daniel McFadden, profesor de la Universidad de California Berkeley y premiado hace 17 años, es uno de los más interesados en hablar sobre América Latina: "Cuando visité Argentina en 2010, el Gobierno recibía tantos ingresos de la exportación de soja a China que podía expandir el gasto, pero yo dije: ‘No deberían presupuestar a largo plazo a partir de la asunción de que la soja va a valer mucho para siempre'. A partir de la crisis financiera mundial fueron cayendo los precios y Argentina tuvo problemas. Estoy contento de que está recuperándose, pero es duro. Continúa siendo un problema que en los países latinoamericanos la prosperidad está demasiado basada en materias primas. Brasil es un caso diferente: tiene una buena base industrial. Pero los brasileños son sus propios enemigos”.
Poco valor agregado. El Nobel de 2011 Christopher Sims, profesor de la Universidad de Princeton, analiza: "He leído que Argentina está haciéndolo mejor que antes, pero, como es usual, una vez que llega al poder un nuevo gobierno, la gente comienza a encontrar razones para quejarse. El problema más profundo de América Latina son los gobiernos muy disfuncionales que tienen”, agrega el estadounidense Sims. Su compatriota Eric Maskin, Nobel en 2007 y catedrático de la Universidad de Harvard, observa: "Es triste que ya no crezca en forma robusta y que su recuperación sea lenta y difícil. Pero no es sorprendente, después del peor shock desde los años 30”.
Renato Molina, economista chileno de 31 años que está haciendo su doctorado en la Universidad de California Santa Bárbara, cuenta que en su país "está volviéndose a cuestionar si es la privatización de los recursos naturales el camino a seguir o debe haber un desarrollo guiado por el Estado”. Menciona que allí y en Perú la economía se centre en la extracción de minerales, con poco valor agregado.
César Mantilla es un colombiano de 30 años que da clases en la Universidad del Rosario, en Bogotá. Lamenta que los altos precios de las materias primas básicos sean cosa del pasado: "Un gobierno hace un presupuesto con un barril de petróleo a US$60, pero se le cae a US$40 y uno o dos años después enfrenta problemas sobre cómo va a resolver el déficit que él mismo generó por predecir mal lo que es un poco impredecible”. Mientras hablaba, protestaban militantes de la Asociación por la Tasación de las Transacciones Financieras y por la Acción Ciudadana (ATTAC) con una bandera que decía: "Qué vergüenza, cientistas económicos del Nobel, mandando el mundo abajo con sus teorías neoliberales”.
El espejismo que se esfumó. Mauricio Rodríguez Acosta, otro profesor de la Universidad del Rosario, de 31 años, advierte: "Desapareció el espejismo en el que la economía latinoamericana estaba funcionando bien. De nuevo un ciclo de precios altos no se aprovechó para transformar las economías. La industrialización sigue siendo incipiente. Saltamos casi directamente del sector primario al de servicios. Los problemas no han cambiado en 20 años: falta de capital humano e infraestructura, corrupción”, enumera Rodríguez Acosta.
Francisco Costa, economista brasileño de 33 años que da clases en la Fundación Getúlio Vargas, señala que su país y Venezuela "están pasando por un retroceso del PIB con magnitudes de guerra”. "Brasil tuvo gran crecimiento cuando usaba políticas de mainstream con Fernando Henrique (Cardoso) y el primer Gobierno de Lula, con redistribución de renta, lo que no era una contradicción. Pero en algún momento quisieron inventar políticas y contabilidades creativas, y comenzó a deteriorarse la situación”, sentencia Costa.
Una colega brasileña, Giovanna Zeny, de 29 años, investiga en la Fundación Alexander von Humboldt, de Alemania: "Brasil y Argentina tal vez resurjan de las cenizas en 2017 y 2018, pero América Latina precisa aumentar la productividad, de las más bajas del mundo”. Zeny estudia cuatro prioridades para la región: "Infraestructura, educación, facilitación de negocios y la apertura comercial”. Claro que los productos latinoamericanos están sufriendo el proteccionismo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.