Los papeles de Venezuela -que calificadoras consideran bonos basura- son populares por su alto rendimiento entre los fondos de inversión globales, pero también están en manos de inversores venezolanos que los compraron a precios subsidiados a un gobierno que buscaba "democratizar el capital".
Las negociaciones entre el gobierno socialista de Venezuela y sus acreedores en Wall Street para evitar un incumplimiento de pago ha eclipsado otro frente igual de complicado para las autoridades: la guerra contra los tenedores de bonos en casa.
Los papeles de Venezuela -que calificadoras consideran bonos basura- son populares por su alto rendimiento entre los fondos de inversión globales, pero también están en manos de inversores venezolanos que los compraron a precios subsidiados a un gobierno que buscaba "democratizar el capital".
Las empresas locales también invirtieron en esos títulos soberanos para protegerse con los rendimientos exorbitantes en dólares de los vaivenes de la economía, que sufre una inflación galopante y una recesión económica de casi cuatro años.
Como resultado, cualquier negociación de deuda a futuro incluirá a un variopinto grupo de venezolanos, desde ricos empresarios hasta humildes profesores jubilados.
"En bonos venezolanos invirtieron desde taxistas hasta grandes empresas y todos los grises en el medio", dijo Victor Silva, presidente de la casa de bolsa local Kapital, que asesora a inversionistas a la hora de comprar o vender papeles como los emitidos por el gobierno y la petrolera estatal PDVSA.
"Muchos empresarios entraron a comprar esos títulos denominados en dólares. Incluso tesorerías de empresas muy ortodoxas, que no usaban antes el mercado de capitales, empezaron a invertir en esos bonos para protegerse de una corrección cambiaria y más adelante importar materia prima", agregó.
Aunque no hay cifras disponibles sobre el porcentaje de deuda venezolana en manos de empresas y personas que viven el país, muchos de ellos podrían no estar dispuestos a aceptar las pérdidas implícitas que implica una reestructuración como la que propuso discutir el presidente Nicolás Maduro en noviembre y que causó un desplome de los precios de la deuda.
Casi todos los títulos soberanos de deuda externa incluyen una cláusula que exige que el 75 por ciento de los tenedores estén de acuerdo para concretar algún nuevo convenio de pago.
El rol de los residentes. Torino Capital, una firma con sede en Nueva York, estima que unos US$14.000 millones de la deuda emitida por Venezuela pertenece a "residentes" de esa nación, aunque buena parte de ese monto está en manos de instituciones estatales.
Tampoco es fácil determinar qué tanta voluntad de negociar tendría esa heterogénea base de tenedores para refinanciar unos US$60.000 millones de bonos en circulación.
Algunas otras crisis de incumplimiento de gobiernos, como las de Argentina, incluyeron negociaciones con ciudadanos residentes y fondos de pensiones, según expertos consultados por Reuters.
En el caso venezolano, el presidente Maduro anunció su interés de reestructurar la deuda externa, pero prometió seguir honrando los pagos. Aún así el país está demorando la cancelación de intereses más allá del plazo límite y eso angustia a inversores menos sofisticados que dependen de esos dólares para subsistir, dijeron dos operadores locales.
Varias personas y empresas contactadas por Reuters confesaron tener bonos venezolanos, pero se negaron a ser nombrados ante el riesgo que representa mostrar en público que poseen inversiones en dólares en un país donde la moneda fuerte es escasa y los secuestros abundantes.
Un profesor universitario que mantiene esos títulos recordó que el fallecido líder socialista Hugo Chávez alentó a las personas con poca experiencia a invertir, pese a que la deuda del país era de alto riesgo para compradores inexpertos y ahora incluso lo es para grandes firmas, que han reducido posiciones.
"Cuando se liquidaban los bonos, alguna gente reinvertía en otros papeles venezolanos. También lo usaron para financiar gastos de posgrados", dijo el profesor, en referencia a compañeros de trabajo que hicieron lo mismo que él.
El colapso de los precios del crudo en 2014 profundizó una crisis en la economía del país petrolero. Los precios de la deuda han ido cayendo mientras crece el temor de que el gobierno socialista deje de pagar a los tenedores para financiar la importación de productos básicos.
Pero los empresarios que entendieron el compromiso del gobierno socialista de cumplir con la deuda externa, pese a su retórica revolucionaria y antiestadounidense, continuaron comprando los bonos para protegerse de una constante devaluación de la moneda local, dijeron las fuentes.
A medida que la crisis local empeoró, los rendimientos de los bonos, que llegan tan alto como al 220%, proporcionaron el efectivo para financiar la operación de compañías, que trabajan al mínimo en el país, pero evitan cerrar el negocio o venderlo por una miseria.
"Estos bonos ofrecen ingresos en dólares bajo parámetros claros en un entorno en el que no existen reglas", dijo un corredor que ayudó a empresas a comprar papeles que ahora el gobierno llamó a renegociar.