Surgen preocupaciones de que un excesivo endurecimiento de la deuda en los países del sur de la zona euro pueda llevar a sus economías a una espiral negativa que no ofrezca opciones para salir de la crisis, con la posibilidad real de que esto aliente el resentimiento en las prósperas naciones del norte.
Roma. El primer ministro de Italia instó este viernes a las autoridades europeas a ser cuidadosas para no causar una división en el continente con sus medidas para enfrentar la crisis de deuda, y advirtió en contra de usar el "hambre en el corto plazo a cambio de rigor" en algunos países, en una insinuación a Alemania.
La canciller alemana, Angela Merkel -presionada por el respetado Bundesbank para que obligue a los países más endeudados de la zona euro a hacer reformas para salir de la crisis- ha impulsado la aplicación de sanciones automáticas a aquellos países que incumplan las metas de déficit fiscal en el bloque.
Esto ha generado preocupaciones de que un excesivo endurecimiento de la deuda en los países del sur de la zona euro pueda llevar a sus economías a una espiral negativa que no ofrezca opciones para salir de la crisis, con la posibilidad real de que esto aliente el resentimiento en las prósperas naciones del norte.
El primer ministro italiano, Mario Monti, dijo que la respuesta europea a la crisis de deuda "debería tener un enfoque sostenible de largo plazo, no solo que aliente el hambre en el corto plazo por el rigor en algunos países".
"Para ayudar a que la construcción europea evolucione de una manera que una, no divida, no podemos correr el riesgo de que la crisis en la zona euro nos provoque (...) el riesgo de conflictos entre el Norte virtuoso y un Sur supuestamente vicioso", afirmó en una conferencia en Roma.
Monti logró el viernes un avance en sus planes económicos, al ganar un voto de confianza en el Parlamento para su paquete de medidas de austeridad de 33.000 millones de euros (US$43.000 millones) de aumentos de impuestos y recorte de gastos por 495 votos contra 88.
La medida pasa ahora al Senado, donde se espera sea aprobada antes de Navidad, probablemente mediante otro voto de confianza.
Por su parte, el líder de la mayor confederación sindical italiana, CGIL, sostuvo el miércoles que el país corre el riesgo de una "explosión social" por las medidas de austeridad del Gobierno y que los sindicatos planean llevar a cabo más protestas en su contra.
El gobierno no elegido de Monti, liderado por tecnócratas, asumió el mes pasado en un movimiento bien recibido por el Banco Central Europeo, que se ha resistido a los llamados a embarcarse en compras ilimitadas de deuda soberana para enfrentar la crisis.
El presidente del BCE, Mario Draghi, que también participaba de una conferencia en Roma el viernes, dijo el jueves que los gobiernos de la zona euro iban por el camino correcto para recuperar la confianza del mercado, pero les recordó que el plan de compra de bonos del banco "no es eterno ni infinito".
Draghi también instó a las autoridades bancarias a asegurar que las normas de capital más estrictas no lleven a una crisis crediticia.
Yves Mersch, otro consejero del BCE, reiteró la preocupación de Draghi, al afirmar que la toda la zona euro enfrenta el riesgo de la recesión.
"Estamos preocupados de una crisis crediticia, que podría hundir a nuestras economías -incluyendo a las mejores- en una nueva recesión", dijo al canal de televisión alemán ZDF.
En Italia, el gremio empresarial Confindustria recortó el jueves sus proyecciones del Producto Interno Bruto del 2012 para estimar una contracción del 1,6% frente a su pronóstico original de un crecimiento del 0,2%, y dijo que incluso esta última estimación era optimista y estaba basada en un gradual alivio de la crisis de deuda de la zona euro.
El gobierno de Monti asumió para enfrentar un colapso de la confianza del mercado en Italia. El primer ministro presentó aceleradamente un paquete de alzas impositivas, recortes de gasto y reforma a las pensiones con el fin de cumplir el objetivo de Italia de equilibrar su presupuesto en el 2013.
Por otro lado, la endeudada economía de Irlanda se contrajo un 1,9% en el tercer trimestre, una cifra bastante peor de lo esperado, y que pone en peligro sus metas fiscales y de deuda contenidas en su plan de rescate de la UE y el FMI.