Jürgen Beerfeltz viceministro de Desarrollo hizo la afirmación para comparar al país latinoamericano con aquellos emergentes asiáticos.
Corea del Sur, Taiwán, Singapur y Hong Kong, los denominados “tigres asiáticos” fueron comparados con Ecuador el pasado 23 de febrero, por el viceministro de Desarrollo alemán, Jürgen Beerfeltz, quien no escatimó en llamar al acelerado crecimiento ecuatoriano como “el jaguar latinoamericano”.
El salto de los cuatro asiáticos comenzó en 1950, y recién en la década de los 90 fue evidente; el caso ecuatoriano surge con ánimos de dar el salto en apenas seis años de transformación. Dejar el modelo petrolero-bananero es una tarea de planificación hacia el desarrollo.
El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, dijo a la prensa de Guayaquil que esa es la opinión en diferentes partes del mundo (que Ecuador es similar a los tigres asiáticos). "Cada vez el país concita más la atención por las políticas económicas que se están estudiando y de cómo el Ecuador superó la crisis del 2009".
Dijo que coincide con la expresión del viceministro alemán, pero Ecuador ya está dando ese salto y que espera que sea muy largo para alcanzar el desarrollo.
Haciendo un paralelismo con los tigres asiáticos, Beerfeltz consideró que el modelo de desarrollo que ha elegido el Ecuador está dando resultados positivos, lo que explica la decisión del gobierno alemán de duplicar los fondos de cooperación.
Pero lo que se considera una “industrialización” en los cuatro ejemplos de Asia, donde muchos atribuyen éxito debido a su bajo precio de la mano de obra; en Ecuador es un cambio de paradigmas, donde el eje central es el buen vivir de los ciudadanos, tal como reza el plan de gobierno de la Revolución Ciudadana.
Otra característica que contrasta con el Ecuador es que los asiáticos cerraron sus mercados en su momento, en un plan de sustitución de importaciones, privilegiando el producto nacional, lo que a la postre significó nuevos retos para recuperar la competitividad hacia el futuro, una lección aprendida antes del surgimiento de gigantes como Samsung, LG Group, Hyundai o Kia Motors; pues al comienzo de su salto al desarrollo, en plena posguerra, la producción abastecía mercados internos y su enfoque hacia la exportación fue un proceso lento.
Ecuador, en cambio, decide crecer con equidad. Diversifica mercados y apunta al valor agregado en sus productos, al mismo tiempo que reduce desempleo, redistribuye rentas y genera la infraestructura productiva para el cambio de matriz.
Su estrategia es la sustitución selectiva de importaciones, privilegiando a especialidades donde el país puede surgir. Por ejemplo, en Ecuador, los importadores de vehículos para armar pueden desagregar aranceles en virtud del componente nacional que agreguen. En seis años, los vehículos llegaron a ser el quinto producto de exportación no petrolera, luego del banano, camarón, enlatados de pescado y las flores naturales. Son actualmente el 5% del pastel exportador nacional, con un crecimiento interanual del 60% en volumen de exportaciones.
Transferencia tecnológica y sociedad del conocimiento, es el otro puntal del modelo ecuatoriano. Las inversiones exteriores que llegan ahora a este país deben traer trabajo satisfactorio y con capacitaciones a los empleados, de ese modo el conocimiento se transfiere, al mismo tiempo que genera renta para la empresa que opera con tecnología de punta.
Recién la semana anterior una empresa uruguaya- holandesa, Tenaris, confirmó que invertirá US$13 millones para poner en el cantón andino, Mejía, una planta de fabricación de tubería sin costura para las petroleras. Esta es la primera empresa a escala mundial en estos productos especializados. Ya hay ecuatorianos capacitándose en Colombia para trabajar en la planta que funcionará desde junio.
Ya están aprobados siete proyectos de inversión extranjera similares por US$2.300 millones.
Un plan de inversiones públicas completa la panorámica sobre el cambio hacia el desarrollo ecuatoriano.
El Gobierno anunció en el 2012 la creación de industrias básicas como astilleros, siderúrgica, petroquímica, refinerías y minería.
Ya se dan los primeros pasos. El año pasado se creó un Viceministerio de industrias Básicas que planificó la puesta en marcha de una planta siderúrgica y una fábrica de úrea (petroquímica) en 2016. Los estudios deben ratificarse, pero se estima que habrá una inversión de 1.300 millones de dólares en ellas, que causarán un beneficio de entre US$300 y US$400 millones anuales.