La semana pasada, en un sombrío comunicado junto al ministro de Planificación, Nelson Barbosa, Joaquim Levy anunció un drástico recorte en los objetivos de ahorro fiscal para este y los próximos dos años.
Brasilia. El papel del ministro de Hacienda de Brasil, Joaquim Levy, como máximo responsable de la política económica se está diluyendo, mientras intenta aprobar impopulares medidas de austeridad destinadas a salvar la calificación de grado de inversión del país.
La semana pasada, en un sombrío comunicado junto al ministro de Planificación, Nelson Barbosa, Levy anunció un drástico recorte en los objetivos de ahorro fiscal para este y los próximos dos años, golpeando a los mercados y provocando una liquidación de activos brasileños.
Aunque se vio forzado en parte por una caída en los ingresos tributarios, los objetivos menos ambiciosos pusieron en evidencia cómo la influencia de Levy dentro del Gobierno está siendo puesta a prueba por Barbosa, un economista de izquierda favorable a un ajuste fiscal más moderado.
Para empeorar las cosas, Standard & Poor's amenazó el martes con privar a Brasil de su codiciada calificación de grado de inversión, elevando la presión sobre la presidenta, Dilma Rousseff, para que insista en la austeridad a pesar de la dura resistencia en el Congreso.
La marcha atrás en los objetivos fiscales puso fin a la luna de miel de Levy con los inversores, que hasta hace poco le consideraban un defensor de las políticas amistosas con los mercados, pero ahora dudan que pueda cumplir las promesas de arreglar errores pasados.
"Este es el tipo de cosas que pueden arruinar un romance", dijo Joao Pedro Ribeiro, analista de Nomura en Nueva York. "La interpretación de lo ocurrido es que él (Levy) está mucho más debilitado en el Gobierno".
Funcionarios dentro del Gobierno dijeron a Reuters que Levy sigue siendo una figura poderosa que cuenta con la confianza de Rousseff, pero que Barbosa está ganando terreno.
Levy, un ex ejecutivo de gestión de activos del Banco Bradesco, está impulsando medidas de austeridad agresivas para limpiar las finanzas gubernamentales y controlar la inflación
Por su parte, Barbosa, que fue viceministro de Hacienda en el primer mandato de cuatro años de Rousseff, cree que el cinturón puede apretarse sin asfixiar a una economía que se dirige a su peor recesión en 25 años.
"Barbosa ha ganado influencia en este proceso. No es que la influencia de Levy haya disminuido, sino que ahora tiene una contraparte más fuerte", dijo un destacado legislador gubernamental directamente implicado en decisiones de política económica.
"Barbosa es ideológicamente más cercano a Dilma (...) tienen una relación estrecha", agregó.
Inicialmente, Levy estuvo en desacuerdo con el calendario de recortes de los objetivos presupuestarios, pero cuando el deterioro de las finanzas públicas se hizo más evidente, cedió y apoyó la propuesta de Barbosa de reducirlos de inmediato.
"La presión sobre Rousseff para que evite una recesión más profunda ha fortalecido la posición de Barbosa", dijo Alex Agostini, economista jefe de Austin Rating, con sede en Sao Paulo, que recortó la calificación de la deuda de Brasil hasta un nivel basura la semana pasada.
"Sin duda, esto es negativo, porque significa que el Gobierno no implementará las medidas necesarias para poner orden", agregó.