A pesar de que los desequilibrios fiscales y razones de deuda aún se mantienen en niveles menores comparados con otras regiones, la velocidad a la que han aumentado en los últimos tres años es lo que eleva el riesgo y vulnerabilidad, dijo Alfredo Coutiño, a AméricaEconomía.com
De acuerdo con el último reporte de Moody’s Analytics, América Latina enfrenta la confluencia de varios factores desfavorables que delinean un escenario adverso para el 2016.
La región inicia el año frente a una nueva realidad caraterizada por un bajo crecimiento económico, precios deprimidos de las materias primas, monedas debilitadas y, crecientes tasas de interés. "Esta combinación de factores tiene el potencial de agravar el desequilibrio fiscal y acelerar los niveles de endeudamiento, lo cual en conjunto aumenta la vulnerabilidad de la región ante choques externos", dijo Alfredo Coutiño, director para América Latina.
A pesar de que los desequilibrios fiscales y razones de deuda aún se mantienen en niveles menores comparados con otras regiones, la velocidad a la que han aumentado en los últimos tres años es lo que eleva el riesgo y vulnerabilidad de la región.
"Descontando Argentina y Venezuela, dentro de los otros cinco países más grandes en la región (Brasil, Chile, Colombia, Mexico y Perú) en los primeros cuatro se ha registrado una aceleración del desequilibrio fiscal y el endeudamiento público, con la notable excepción de Perú en donde prevalece una saludable moderación y prudencia fiscal", dijo el economista.
Sin duda los fuertes vientos en contra, provenientes del entorno internacional, no han sido favorable para la región; sin embargo, los crecientes desequilibrios presupuestales y endeudamiento público son mayormente el resultado del manejo de políticas fiscal y monetaria acomodaticias y en cierto sentido poco prudentes. La complacencia y pasividad son factores que explican en gran medida el incremento en la vulnerabilidad latinoamericana en los últimos años de exceso de liquidez global.
El carácter “transitorio” que muchas autoridades latinoamericanas le asignaron a los eventos externos – como en el caso de la caída en los precios de las materias primas y las consecuentes depreciaciones cambiarias– fue una razón usada para retrasar los ajustes de política que deberían haberse hecho para empezar a corregir los desequilibrios y volver a condiciones más normales, afirmó.
"La prudencia habría recomendado ajustes presupuestales para enfrentar la caída de los ingresos por materias primas, mientras que las salidas de capital pudieron haberse suavizado a través de intervenciones oportunas y más efectivas de las autoridades monetarias", enfatizó Coutiño.
De hecho, algunos bancos centrales latinoamericanos quedaron sujetos a “dominancia fiscal”, en donde perdieron grados de libertad para determinar libremente las tasas de interés a fin de evitar un mayor deterioro fiscal.
Las fuertes depreciaciones cambiarias en marcha y el encarecimiento del crédito (tasas de interés al alza) agregan riesgos adicionales a las ya desequilibradas cuentas fiscales y al endeudamiento público y privado.
En verdad, la región ha creado sus propias vulnerabilidades y parece haberse olvidado que a mayor desequilibrio, mayor vulnerabilidad ante choques externos.
La disciplina económica —fiscal y monetaria— fue dejada de lado en estos años de abundante liquidez global. En el 2016, la región tendrá que ajustarse a la nueva realidad de restricción monetaria y financiamiento más caro.
Los países con mayor riesgo continuarán siendo aquellos que se resistan y continúen retrasando los ajustes fiscales y monetarios así como también los cambios estructurales necesarios.