La economía reportó una moderación a finales del año pasado, mayormente debido a interrupciones temporales en el sector industrial, aunque al final las políticas expansivas continuaron estimulando a la demanda interna, indica el informe.
De acuerdo con el análisis de Alfredo Coutiño, director para América Latina de
Moody’s Analytics, la economía chilena se mantiene en estado de sobrecalentamiento, situación en donde el exceso de demanda existente presiona tanto a la inflación como a las cuentas externas.
La economía reportó una moderación a finales del año pasado, mayormente debido a interrupciones temporales en el sector industrial, aunque al final las políticas expansivas continuaron estimulando a la demanda interna.
Después de desacelerarse en el tercer trimestre, la economía repuntó en el cuarto trimestre al reportar un crecimiento de 4,5% a tasa anual.
Durante los dos últimos años, la economía ha crecido a tasas superiores a su potencial, presentando crecimientos de 6,1% en 2010 y 6% en 2011, a medida que las políticas expansivas fiscal y monetaria impulsaron a la demanda interna.
La producción interna no ha sido capaz de satisfacer a la demanda, por lo que la economía ha reportado un creciente exceso de demanda, el cual pasó de 1% como proporción del PIB en 2010 a 4,4% en 2011. Dicho exceso de demanda se ha reflejado en presiones de precios y aceleración de las importaciones. Así, la inflación pasó de tasas negativas en 2009 a 4,4% a finales de 2011.
Mientras que el consumo total creció como proporción del PIB de 72,1% en 2008 a 76,8% 2011, lo cual se reflejó en un incremento de las importaciones que pasaron de representar 39,5% del PIB a 43,4% en el mismo periodo.
Ante la clara evidencia de sobrecalentamiento económico, las autoridades chilenas necesitan aplicar la receta tradicional: ajuste fiscal y monetario. Para que la economía regrese a la senda de crecimiento estable y sin desequilibrios, las autoridades deben ajustar las condiciones monetarias hacia la neutralidad, moviendo la tasa de interés de referencia hacia un 6%. A fin de cumplir con su mandato anti-inflacionario, y sobre todo en consistencia con la genuina naturaleza de la inflación, el banco central debería reiniciar la normalización de la tasa de interés a través de alzas consecutivas, en lugar de recortarlas.
De otra manera, la economía chilena corre el riesgo de generar desequilibrios macroeconómicos más graves. El peor de los casos sería que Chile entrara innecesariamente en una etapa de sobrecalentamiento avanzado, situación en donde se presenta una desaceleración pronunciada del crecimiento como resultado de crecientes importaciones que substraen una proporción cada vez mayor al PIB total.