El arribo de cantidades importantes de capital a América Latina se explica no solo porque la región ofrece rendimientos positivos, sino también porque sus perspectivas a futuro son más prometedoras, dice Alfredo Coutiño, director de la entidad para América Latina.
En momentos en que la economía global todavía atraviesa con la incertidumbre de lo que pueda suceder en Europa, y con el gobierno chino tomando medidadas que son vistas de manera negativa desde occidente, la "guerra de divisas", término acuñado por Guido Mantenga, se hace notar cada día con más fuerza, pese a que el G20 y el FMI lo han negado y se han comprometido a luchar para que esto no suceda.
Así las cosas el exceso de liquidez generado por los bancos centrales de los países desarrollados se ha convertido en el argumento más usado para explicar la existencia de una aparente guerra de monedas entre los países desarrollados y el resto del mundo.
"Ante los crecientes flujos de capital hacia economías emergentes como las latinoamericanas, algunos gobiernos han empezado a mencionar posibles mecanismos de defensa para detener la entrada de capitales y en consecuencia evitar la apreciación cambiaria", afirmó Alfredo Coutiño director de Moody’s Analytics para América Latina, agregando que "entre los mecanismos más mencionados está la política monetaria de tasas de interés". Sin embargo, este mecanismo tiene poco margen para actuar puesto que las tasas de interés se encuentran ya en territorio expansivo.
En este sentido, el economista dice que "efectivamente existe un exceso de liquidez en la economía global derivado de las políticas expansivas de los bancos centrales de los países desarrollados". Sin embargo, esta liquidez no es nada nuevo, ya que ha existido desde la recesión del 2008-2009.
Dicha liquidez se ha venido incrementando desde entonces y hasta las más recientes medidas tomadas por las autoridades estadounidenses y japonesas y que han venido a profundizar la naturaleza expansiva de sus políticas monetarias. Coutiño dice que "ciertamente, una política monetaria expansiva implica un debilitamiento de la moneda local, con el consecuente abaratamiento de los bienes producidos por dicho país con respecto al resto del mundo", agregando que "no todas las monedas se pueden revaluar o depreciar al mismo tiempo, ya que la depreciación de una, necesariamente implica la revaluación de otra". En este caso, el exceso de circulante emitido por un país va a buscar colocarse en otros mercados que ofrezcan un mayor atractivo ya sea en términos de rendimientos de corto plazo o bién perspectivas económicas prometedoras, enfatiza el director de Moody’s Analytics para América Latina.
Así, el arribo de cantidades importantes de capital a América Latina se explica no solo porque la región ofrece rendimientos positivos, sino también porque sus perspectivas a futuro son más prometedoras en un mundo agobiado por una debilidad prolongada. Este exceso de capitales hacia la región ha generado presiones revaluatorias en las monedas, con potenciales consecuencias restrictivas para la competitividad de sus exportaciones. Las recientes acciones monetarias tomadas por los Estados Unidos y Japón han reavivado el debate acerca de la llamada “guerra de divisas”, ya que se argumenta que son acciones premeditadas para debilitar sus monedas y ganar competitividad exportadora. Sin embargo, cada país es libre de utilizar sus propias herramientas de política económica para resolver sus propios problemas. En este sentido, si los desarrollados la usan para debilitar su monedas, los emergentes tienen el derecho de usarla para defenderse.
Entre las herramientas que algunos gobiernos, instituciones, y bancos centrales han mencionado como posibles medidas a tomar, se encuentra desde las extremas como los controles de capital hasta las monetarias como el recorte de tasas de interés, dice Coutiño. Las autoridades monetarias se inclinan más por el manejo de las tasas de interés, ya que se argumenta que es precisamente el diferencial positivo lo que atrae a los capitales especulativos. Ciertamente, una rebaja de tasas puede disminuir el atractivo especulativo, pero siempre y cuando el recorte de tasas sea de una magnitud importante. En el caso de América Latina, las tasas de interés ya se encuentran en territorio expansivo desde hace tiempo, por lo que el espacio para recortes no deja mucho margen de maniobra. Así, para que el recorte de tasas sea desestimulante, América Latina necesitaría mandar sus tasas a niveles cercanos a cero, lo cual no se ve que pueda suceder o que la región esté preparada para soportar, dada su tradición inflacionaria.
De acuerdo con el experto de Moody’s Analytics para la región, el mecanismo de tasas tiene el gran inconveniente de que en un ambiente de excesivas entradas de capital, el recorte de tasas puede crear y fortalecer las condiciones para que los choques de oferta se propaguen más fácil y rápidamente en el sistema de precios, puesto que el exceso de liquidez permitiría acomodar el choque inicial en otros precios. Por el contrario, en ausencia de una política monetaria acomodaticia, un choque de oferta se reduce a un simple ajuste de precios relativos, sin mayores consecuencias.
Dado que tasas de interés menores podrían inducir un aumento del circulante monetario para poder sostenerse, el mecanismo de propagación de choques de oferta se fortalecería en el sistema de formación de precios. Así, el recorte de tasas no sería precisamente el mecanismo efectivo para reducir el impacto de los flujos de capital en el tipo de cambio; por el contrario, podría promover condiciones para una mayor inflación. Por lo que la política monetaria de tasas de interés podría enfrentar un aparente dilema entre revaluación e inflación.
Para solucionar este dilema, un mecanismo menos distorsionante es la aceleración de la acumulación de reservas internacionales con la consecuente esterilización para evitar el impacto de la monetización de los flujos de capital. Esto llevaría a una acumulación de reservas acelerada y a montos mucho mayores, con su consecuente costo financiero. La esterilización de los recursos sería necesaria para evitar el impacto inflacionario de las entradas de capital. Para llevar estoi a cabo, Coutiño dice que "esto podría hacerse a través del mecanismo voluntario de emisión de deuda con fines de regulación monetaria o bien a través de la imposición de reservas bancarias".
El primero tiene la desventaja de que al ser voluntario, el mercado en algún momento puede no comprar dicha deuda si no se le ofrece un rendimiento satisfactorio. El segundo tiene la ventaja de que al ser un requisito legal sería más efectivo para reducir el circulante, además de que podría ofrecer un rendimiento mucho menor al de los bonos de regulación monetaria en caso de que los depósitos de reserva bancaria pagaran algún interés.
Así, los recortes de tasas de interés no serían efectivos para detener el flujo de capitales hacia América Latina como tampoco para evitar la revaluación cambiaria. Por lo tanto, el destino de las monedas latinoamericanas estará determinado tanto por la existencia del exceso de liquidez global, por la mayor o menor intervención de los bancos centrales locales, así como por el uso eficiente de los instrumentos monetarios más efectivos.