La región ha perdido impulso a lo largo de los últimos cuatro años, como resultado de la falta de cambios estructurales y la prolongada debilidad global.
De acuerdo con el último estudio de Moody’s Analytics, América Latina continuó desacelerándose en el 2014, por cuarto año consecutivo después del repunte post-recesión del 2010. La lenta demanda global y la debilidad estructural interna son los factores detrás de la persistente desaceleración de la región. En este sentido las perspectivas para 2015 son un poco mejores, pero no extraordinarias.
Cuarto año de desaceleración. La región ha perdido impulso a lo largo de los últimos cuatro años, como resultado de la falta de cambios estructurales y la prolongada debilidad global. Con el repunte posterior a la recesión, a partir del 2010 los precios de las materias primas empezaron a recuperarse y los gobiernos de América Latina continuaron beneficiándose de los recursos adicionales, manteniendo así la expansión del gasto público.
"En el 2014, los precios de las materias primas se ajustaron a la baja de manera más notable no sólo debido al lento avance de la economía global sino también como resultado del aumento en la oferta mundial generada por las grandes inversiones realizadas durante la época de los precios altos", dijieron Alfredo Coutiño, Juan Pablo Fuentes y Douglas Wynne, autores del informe.
Como resultado, en 2014 América Latina sólo creció 1,1%, después de avanzar 2,5% en 2013, presentando así su cuarto año de desaceleración constante.
Durante el año, la inflación aumentó a pesar de la moderación del crecimiento, especialmente en países con políticas persistentemente expansivas y en donde la inflación superó el límite superior de su objetivo.
A pesar de que la expansión del gasto público intentó crear trabajos temporales, el empleo neto
disminuyó en una economía incapaz de absorber la fuerza laboral adicional. En consecuencia, el
bienestar social latinoamericano se erosionó aún más durante el año.
Ligera recuperación. En 2015 América Latina enfrenta el reto de revivir un crecimiento económico sostenido y lidiar con el fin de la era monetaria expansiva en el mundo. En el primer caso, resulta urgente para los gobiernos revertir la tendencia a la baja en el crecimiento a fin de aliviar la creciente
efervescencia social.
En el segundo caso, la era del dinero abundante y barato empezará a llegar a su fin, lo que implicará condiciones más restrictivas y costos de financiamiento más altos, afirman los expertos de la clasificadora. Además, la región tendrá que vivir con la restricción de menores ingresos de las materias primas, al menos durante el próximo año de crecimiento global aún débil.
De aquí que se espera que la región crezca a un ritmo de alrededor de 2% en 2015, después de un 1,1% en 2014. Los países en la delantera serán Colombia y Perú, seguidos de México, Uruguay y Chile, y al final Argentina, Brasil y Venezuela.
En el 2015 Argentina crecerá solo 1,5%, después de una contracción de 0,3% en el 2014. Brasil avanzará 1%, contra cero en el 2014. Chile crecerá cerca de 3%, después de un 1,8% en 2014. Colombia crecerá 4,5%, contra un 4,8% en el 2014.
México avanzará 3,2%, después de un 2% en el 2014. Perú crecerá 4,4%, contra un 2,9% en 2014.
Uruguay alcanzará 3,2%, después de un 3,4%. Venezuela profundizará su recesión con caída de 3,3%, después de una contracción de 3% en el 2014.
Las monedas latinoamericanas por su parte, continuarán depreciadas en el 2015, como resultado de la reversión de capitales atraídos por el alza de tasas estadounidense, lo que afectará los precios al consumidor.
Aunque la inflación en la región seguirá siendo alta, el mercado laboral no reportará mejoras significativas, incluso en países con nuevas reformas ya que el aumento en productividad evitará la aceleración del empleo.
Desafíos para la región. El reto más importante en el 2015 para América Latina es recuperar el crecimiento a tasas mayores y más estables. La región tendrá que parar de jugar con estímulos de política transitorios –en algunos casos exagerados– y centrarse más en una solución estructural para una debilidad estructural.
Lograr un crecimiento sostenido implica el fortalecimiento de sus fuentes permanentes, sobre todo de la inversión en capital físico y humano para fomentar el avance tecnológico y la productividad.
Esto no sólo requiere desregulación sino también reformas en sectores clave. Estas medidas permitirán a los países ganar atractivo para la inversión nacional y extranjera. La clave no está en aprobar un mayor número de reformas, sino hacerlas lo suficientemente profundas para generar cambios significativos y mayor apertura.
Un segundo reto será enfrentar la reversión monetaria global, que empezará en Estados Unidos en 2015. La reducción de la liquidez y el aumento de las tasas de interés agravarán la volatilidad financiera y, en consecuencia, las salidas de capital de los mercados emergentes.
En términos netos, América Latina podría experimentar un descenso en los flujos de capital en 2015.
Asimismo, los países tendrán que aumentar sus tasas de interés internas a fin de ser competitivos, al menos en el mercado de bonos. Los países que tendrán que aumentar sus tasas en mayor magnitud serán aquellos que exageraron los recortes, entre los que se incluyen
Chile y México.
Así, con el fin de los estímulos monetarios y el inicio del alza de tasas de interés en Estados Unidos en 2015, América Latina enfrentará no sólo una reducción de los flujos de capital sino también mayores costos financieros. Una disminución de la inversión extranjera restringirá la acumulación de capital y consecuentemente limitará la capacidad productiva de la región.