La realidad de la economía está mostrando su verdadero rostro inflacionario y confirmando que lo que Chile necesita no es más combustible monetario, dice Alfredo Coutiño, director para América Latina de Moody’s Analytics.
El exceso de demanda que por estos días experimenta la economía chilena, se relaciona directamente con la inflación.
La inflación está mostrando una clara tendencia al alza no solo en el índice general sino también en todas las mediciones subyacentes, lo cual es un indicativo de la existencia de presiones de demanda generadas por la prolongación de las políticas expansivas. En este sentido "ciertamente, la inflación no está desbocada pero corre el riesgo de acelerarse más allá de su límite superior. Por lo pronto la inflación general subió a 3,5% en marzo, desde un 3,2% en febrero", dijo Alfredo Coutiño, director de Moody’s Analytics para América Latina.
La economía chilena sufre desde el 2011 de un creciente exceso de demanda generado por las medidas fiscales y monetarias que se implementaron desde el 2009 y que se han prolongado hasta la fecha. Este sobrecalentamiento de la demanda interna –y la consecuente aceleración de las importaciones– es la causa fundamental de la desaceleración de la economía, ya que la producción nacional ha sufrido cierto desplamiento al tiempo que las importaciones han gando terreno. La evidencia de las cuentas nacionales lo demuestra.
En este sentido, la economía se ha desacelerado y crece por abajo de su capacidad potencial, pero ello no significa que exista una debilidad de la demanda interna. Por el contrario, es el exceso de demanda lo que ha ocasionado una fuerte penetración de importaciones y como resultado
ha desacelerado el vance del PIB.
La interpretación mecánica que dice que una economía que crece por debajo de su potencial presenta holgura y a su vez debilidad de la demanda está basada en un análisis incompleto de la realidad porque no toma en cuenta las causas detrás de la desaceleración económica. En el
caso chileno es claro que no existe debilidad de la demanda sino fortaleza y que la descaleración se debe a la fuerte penetración de importaciones.
Prueba adicional de que Chile sufre de exceso de demanda está en que la inflación estructural, aquella que solo responde a presiones de demanda interna, ha presentado una
clara tendencia al alza desde mediados del año pasado. De hecho, la inflación que descuenta alimentos y energía ha pasado desde una tasa anual menor a 1% a mediados del año pasado hasta un 2,7% en marzo de este año, siendo la única medida subyacente que aún se encuentra por debajo del objetivo de 3%.
La realidad de la economía está mostrando su verdadero rostro inflacionario y confirmando que lo que Chile necesita no es más combustible monetario, sino por el contrario: necesita retirar el estímulo que ya está causando daño a la economía y accelerando la inflación
por encima de su objetivo.
La inflación continuará su tendencia al alza mientras las autoridades chilenas no eliminen el exceso de demanda a través de la normalización de la política monetaria. Por lo que tarde o
temprano se verán forzadas a revertir el ya dañino, prolongado e innecesario relajamiento monetario. De lo contrario, el ajuste monetario podría ser más severo en el futuro.