Así lo afirma una investigación sobre los matrimonios y la formación de familias en Estados Unidos y nuestra región, un estudio que intenta analizar los factores que afectan el mercado del matrimonio y la participación femenina en la fuerza laboral.
Tener una mejor educación ¿aumenta las probabilidades para una mujer de casarse con un hombre más educado?
Mucho, así lo afirma una investigación sobre los matrimonios y la formación de familias en los Estados Unidos, un estudio realizado por los economistas Ina Ganguli, Ricardo Hausmann y Martina Viarengo, y que intenta analizar los factores que afectan el mercado del matrimonio y la participación femenina en la fuerza laboral de esta región.
Sin embargo, la investigación aclara que esta buena noticia no puede ser trasladada a América Latina, ya que no sería aplicable a la realidad que viven las mujeres latinoamericanas.
El documento titulado "La educación no me hará encontrar el amor: El matrimonio, el Trabajo y la Brecha Educacional de Género en América Latina" (Schooling Can’t Buy Me Love”: Marriage, Work, and the Gender Education Gap in Latin America), examina los caminos en los que cierto nivel educativo genera que una persona se quede soltera o que se case con alguien, y quién es el que finalmente va a trabajar en los países de América Latina.
Utilizando los datos censados de más de 40 países, los autores establecen un conjunto de hechos que pintan un cuadro interesante, donde, en primer lugar, se constata que en América Latina las mujeres con estudios superiores (escuela secundaria o superior), con 30 y hasta 55 años de edad, tienen menos probabilidades de estar casadas que las mujeres menos educadas o los hombres con el mismo nivel educativo. Este sorprendente hallazgo indujo a los autores a estudiar otros aspectos de la formación de la familia en la región.
Asimismo, Hausmann, Ganguli y Viarengo concluyeron que cuando las mujeres más educadas de América Latina se casan, éstas tienden a hacerlo en un número desproporcionado con hombres menos educados. Por ejemplo, en Brasil y Colombia, cerca del 40% de estas mujeres se casa con hombres con menos educación que ellas, mientras que en Estados Unidos la proporción es de sólo 16%.
Curiosamente, cuando una mujer más educada de América Latina se casa con un hombre menos educado, tiene más probabilidades de tener un trabajo ad hoc a su formación, que cuando se casa con un hombre igualmente educado.
Los autores también concluyen que cuando una mujer muy educada se casa con un hombre menos educada, este hombre, sin embargo, tiende a ganar más de lo que cabría esperar teniendo en cuenta sus características observables, tales como su edad o nivel de escolaridad. Es decir, una mujer educada de América Latina se casará con un marido con menos educación, siempre y cuando su salario no sea demasiado bajo. De lo contrario, ella preferirá quedarse sola.
Los autores sostienen que este conjunto de observaciones pueden reflejar las diferentes preferencias geográficas y culturales respecto a si las mujeres deben trabajar o no.
"La explicación más simple es que los hombres calificados en los EE.UU. y América Latina difieren en su valoración sobre los beneficios de tener una esposa que sea ama de casa o una mujer de trabajo", explican los autores.
Los hombres en EE.UU. prefieren que su esposa sea calificada en el trabajo, antes de que ésta sea una ama de casa, mientras que los hombres latinoamericanos opinan lo contrario.
Asimismo, las mujeres de América Latina prefieren un marido calificado laboralmente, que las apoye en su deseo de trabajar, mientras que los hombres latinoamericanos prefieren a una esposa de baja calificación educacional, que se queda en casa.
Sin embargo, el marido de baja calificación está de acuerdo con una mujer altamente calificada en su trabajo, una lógica que explica por qué encontramos tantas mujeres calificadas que permanecen solteras o se casan con hombres menos educados.
Ina Ganguli es candidata al PhD del doctorado en Políticas Públicas en la Kennedy School de Harvard, y miembro de doctorado en el Center for International Development. Ricardo Hausmann es director del Center for International Development y profesor de desarrollo económico en Harvard Kennedy School. Anteriormente, se desempeñó como el primer economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo (1994-2000), donde creó el Departamento de Investigación. Se ha desempeñado como Ministro de Planificación de Venezuela (1992-1993) y como miembro del Consejo del Banco Central de Venezuela. Finalmente, Martina Viarengo es economista de la London School of Economics y profesora de posdoctorado en el Center for International Development y la Harvard Kennedy School. En los últimos años, Viarengo ha examinado la política de educación y los resultados del mercado de trabajo en la OCDE y los países en desarrollo.