En este periodo, sin embargo, la población juvenil mundial ha aumentado de 1.000 millones a 1.300 millones. La tendencia, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), refleja la creciente matriculación en instituciones de educación, "lo que se traduce en fuerza de trabajo cualificada".
El número de total de jóvenes que participan en la fuerza de trabajo, los que están empleados y desempleados, ha disminuido un 14,29% desde 1999, pasando de los 568 millones que existían en ese año a 497 millones en 2019, según se desprende de un estudio sobre tendencias mundiales del empleo juvenil realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
No obstante, en este periodo de tiempo la población juvenil mundial ha aumentado de 1.000 millones a 1.300 millones. La tendencia, según la OIT, refleja la creciente matriculación en instituciones de educación secundaria y superior, "lo que en muchos países se traduce en una fuerza de trabajo más cualificada".
También destaca que se pone de relieve el gran número de jóvenes que no están empleados y no cursan estudios ni reciben formación. La tasa de desempleo juvenil mundial se encuentra en el 13,6%, aunque existe una variación regional "considerable", que oscila desde el 9% de América del Norte al 30% de África Septentrional.
Según la OIT, los jóvenes tienen tres veces más probabilidades que los adultos (la población de 25 años de edad o más) de estar desempleados. "Aunque esto obedece en parte a que su limitada experiencia laboral juega en su contra cuando presentan su candidatura para empleos de categoría inicial, también existen importantes barreras estructurales que impiden a los jóvenes incorporarse al mercado de trabajo", destaca el informe.
El estudio apunta que, en todo el mundo, una quinta parte de los jóvenes son ninis. A escala mundial, las mujeres jóvenes tienen dos veces más probabilidades que los hombres jóvenes de ser ninis.
Por otro lado, se resalta que entre los jóvenes que tienen un empleo, unos 55 millones (13%), viven en condiciones de extrema pobreza, mientras que 71 millones (17%) viven en situación de pobreza moderada. No obstante, la situación de pobreza extrema ha disminuido unos 20 puntos porcentuales entre 1999 y 2019.
La OIT asegura que la "mala" calidad de los empleos de muchos jóvenes se manifiesta "en las condiciones de trabajo precarias, la falta de protección jurídica social y las limitadas oportunidades de formación y de progresión profesional".
Nuevas reformas de trabajo menos seguras. "Incluso en los países europeos más ricos, la prevalencia de nuevas formas de trabajo, a menudo menos seguras de empleo entre los jóvenes, ha aumentado rápidamente en los últimos años, sin duda a partir de una base muy pequeña, como consecuencia de la expansión de la economía de plataformas", ha remarcado.
El informe, que también examina las oportunidades de los avances tecnológicos para los jóvenes en el mercado de trabajo, resalta que, aunque son el grupo generacional que más entusiasmo tiene por las nuevas tecnologías, también se preocupan por la posibilidad de que sus empleos sean sustituidos por robots.
"En los países tanto desarrollados como en desarrollo preocupa que dichas tecnologías no conduzcan a la creación de empleos nuevos y mejor remunerados", según la organización.
La OIT ha señalado que los jóvenes que han recibido formación profesional tienen más probabilidades de tener un empleo susceptible de ser automatizado que los que tienen una licenciatura universitaria.
En este punto, apunta que "dado que existen pocas alternativas seguras relacionadas con las calificaciones a las ocupaciones con un alto riesgo de automatización, los jóvenes menos calificados y
con una formación profesional tal vez se vean obligados a pasar de un trabajo precario a otro, y acaben siendo ninis".
Esto, según la Institución, pone de relieve que las competencias para ocupaciones específicas impartidas por la formación profesional suelen quedar "obsoletas más rápidamente que las competencias generales orientadas a la resolución de problemas que se imparten en las instituciones de enseñanza superior". Por ello, ve preciso modernizar los programas de formación profesional.
Estudios universitarios no resuelven el problema. La OIT cree que alentar a las mujeres y hombres jóvenes a realizar estudios universitarios "no resolverá de por sí el problema del desempleo juvenil". Desde su punto de vista, es importante asegurar que los programas de estudios universitarios sean de calidad y, además, que exista "suficiente demanda de competencias de licenciados".
No obstante, resalta que en los últimos años, el número de trabajos altamente cualificados no ha ido acompañado del incremento que se ha registrado en el número de jóvenes en edad de trabajar con licenciatura. Por ello, la OIT asegura que es fundamental promover políticas que generen empleos decentes para los jóvenes.
Respecto al impulso de políticas, la OIT ha señalado que se requieren políticas para generar un número suficiente de empleos decentes, a fin de dotar a los jóvenes de las competencias necesarias para esos empleos, asegurar que gocen de protección social y que tengan derechos en el trabajo.
"Si no se toman medidas aumentará el número de jóvenes desanimados en muchos países, lo que socavará en último término el desarrollo socioeconómico de los países", ha alertado.