En la primera mitad del año, 28.000 pequeñas empresas argentinas cerraron sus puertas a pesar de los esfuerzos de rescate del Gobierno. El sector ya venía siendo golpeado, entre diciembre de 2015 y diciembre de 2019 cerraron casi 25.000 empresas, según el Observatorio de Industriales Pymes.
Buenos Aires. La empresa de hilados de Francisco Lurueña, en los suburbios de Buenos Aires, atravesó muchas crisis económicas en sus 39 años, pero los efectos de la pandemia del coronavirus están a punto de darle un golpe letal tras dos años de estanflación.
Argentina acaba de cerrar un esperanzador acuerdo para reestructurar una deuda externa de US$65.000 millones, pero necesita de empresas pequeñas como la de Lurueña para comenzar la tan deseada recuperación económica.
La firma, que tiene 18 empleados y dos plantas, sufrió un derrumbe en las ventas por la pandemia y tuvo que detener por meses su producción por el confinamiento obligatorio decretado en marzo por el Gobierno, al igual que otras empresas de baja escala, que son la mayor fuente de empleos del país.
"Este momento es el peor de la historia de la empresa, casi diría al borde del cierre", dijo Lurueña, presidente de Rayvis SA, en una entrevista con Reuters.
En la primera mitad del año, 28.000 pequeñas empresas argentinas cerraron sus puertas a pesar de los esfuerzos de rescate del Gobierno, según datos obtenidos por Reuters.
"Hemos recibido ayuda de amigos, familiares. Estamos en una situación limite, prácticamente al borde de una cesación de pagos absoluta", señaló el empresario.
Rayvis sobrevivió hasta ahora a reiteradas crisis del país sudamericano, que en las últimas décadas alternó años de crecimiento y de contracción económica, ciclos de hiperinflación, devaluaciones de la moneda, altas tasas de interés y déficit fiscales que derivaron en mayo en la novena cesación de pagos de su historia.
El presidente de centroizquierda Alberto Fernández dispuso un paquete de ayuda en medio de la pandemia del COVID-19 por 1,4 billones de pesos (alrededor de US$19.900 millones), equivalente al 5% del PBI, pero algunos empresarios lo consideraron insuficiente.
“El Gobierno entró en la pandemia con importantes desequilibrios fiscales y monetarios que efectivamente lo obligaron a incumplir su deuda local”, dijo Patrick Esteruelas, jefe de investigación de EMSO Asset Management. "Ahora enfrenta un problema aún mayor debido a la cicatriz post-COVID".
El déficit podría alcanzar el 8% del PIB en 2020, según analistas consultados por Reuters, un alza que el ministro de Economía, Martín Guzmán, adjudicó a la pandemia.
Lurueña, de todos modos, consideró que el acuerdo para reestructurar la deuda argentina facilitará el acceso a créditos para las empresas y el comercio internacional. "Gran parte de nuestra industria en todos los segmentos depende del mercado internacional", dijo.
Viejos probolemas. La situación de Lurueña es común a muchos empresarios que se han visto obligados a cerrar sus negocios en los últimos años, debido al ingreso indiscriminado de productos importados, el aumento de tarifas públicas y el alza de las tasas de interés impulsados por el ex presidente Mauricio Macri.
Entre diciembre de 2015 y diciembre de 2019 cerraron casi 25.000 empresas, según el Observatorio de Industriales Pymes -pequeños y medianos- Argentinos (IPA), que nuclea a 5.000 socios.
La pandemia agravó la crisis y, de las 28.000 empresas que cerraron este año, 2.000 son pequeñas compañías industriales.
"Esas Pymes que cerraron ya venían soportando una crisis económica (...) Esta pandemia lo que hizo fue definir el cierre", explicó a Reuters Daniel Rosato, presidente de IPA.
El exministro de Economía Ricardo López Murphy culpó a las crisis fiscales recurrentes, la alta inflación y la falta de desarrollo del sistema financiero local por las permanentes tribulaciones del país. "Argentina tiene que ajustar sus gastos a sus ingresos y no lo ha logrado hacer en los últimos 60 años", señaló.
Rubros golpeados. A pesar de que muchos restaurantes se dedicaron a preparar comidas para envíos a domicilio durante la cuarentena, les resulta difícil sostener sus costos.
"Algunos locales y restaurantes se pueden mantener vivos con delivery, pero el delivery es solo un 10% de la facturación total de un restaurante", explicó Santiago Olivera, de 43 años, dueño del bar Bad Toro, en Buenos Aires, que debió cerrar definitivamente sus puertas.
"Esperábamos con ansias el 2020, cuando teníamos muchas expectativas de repuntar esos dos largos años de crisis", explicó.
Freddy Marcano, de 30 años, llegó a Argentina desde su Venezuela natal en diciembre de 2019. En febrero ingresó como ayudante de cocina en un restaurante de comida árabe en el centro de la ciudad de Buenos Aires, pero el 20 de marzo se quedó sin trabajo.
"Decretaron la cuarentena el 19 de marzo y el dueño del establecimiento decidió cerrarlo", explicó a Reuters.
Marcano vive en una habitación alquilada con su hermano, quien recientemente también perdió su trabajo, y se turnan para usar la bicicleta que pudieron comprar para hacer entregas de comida a domicilio.
Aunque el aislamiento es más estricto en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, la situación económica se deterioró fuertemente en todo el país.
En la provincia de Neuquén, suelo de la famosa formación de hidrocarburos no convencionales Vaca Muerta, a unos 1.200 kilómetros de Buenos Aires, desde empresas energéticas hasta comercios minoristas están luchando para sobrevivir, ya que la caída de los precios del petróleo agravó el impacto de la baja demanda interna.
"Vas por la calle y antes de la pandemia había un comercio cerrado definitivamente por cuadra por la crisis, ahora hay tres", explicó Daniel González, presidente de la Cámara de Comercio de Neuquén.
AFAC, una entidad que nuclea cerca de 200 productores de autopartes -muchos situados en el interior del país-, informó en julio que desde 2019 cerraron 47 empresas, 30 de ellas este año.
El sector, que contribuye al 4% del empleo industrial, sufre una contracción desde hace ya una década, con 15.000 empleos perdidos en los últimos nueve años por la alta presión impositiva, impuestos a las exportaciones y normas laborales rígidas, entre otras razones, según la cámara.
"Si con una gran fragilidad se recibe un tremendo shock externo, es natural que se tenga una crisis monumental", señaló López Murphy.