Si se compara el primer trimestre con el previo, el Producto Interno Bruto decreció un 0,01%. Además la confianza del consumidor se mantiene en terreno negativo y el desempleo urbano repuntó a 11,2% en mayo, en un comportamiento sobre el que analistas aún no tienen una explicación precisa.
Bogotá. Cuando se le preguntó al jefe del Banco Central de Colombia qué lo mantenía despierto en la noche, su respuesta desató el enojo del gobierno y provocó un debate entre economistas y empresarios.
Juan José Echavarría admitió en el informe trimestral sobre el desempeño de la cuarta economía de Latinoamérica, en mayo, que su mayor preocupación era la polarización política que vive la nación y su efecto sobre el consumo.
"La polarización política no es buena para el crecimiento del país, los consumidores se asustan, los inversionistas se asustan", dijo.
Poco después, el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, replicó en un foro de banqueros que los funcionarios del banco central deberían mantener sus opiniones en privado y enfocar sus comentarios a la política monetaria.
Las declaraciones del banquero central llevaron a semanas de desafiantes intercambios de palabras con el gobierno conservador, incluyendo al propio presidente Iván Duque, y despertaron interrogantes sobre la sostenibilidad del auge en activos colombianos y las perspectivas de crecimiento económico de largo plazo.
Echavarría echó más leña al fuego cuando luego dijo que la inversión y la actividad se "estancaron" en el primer trimestre.
La economía colombiana se expandió un 2,8% anual entre enero y marzo, un dato inferior a lo esperado pero superior al promedio de la región, resaltó Carrasquilla.
Pero si se compara con el trimestre previo, el Producto Interno Bruto decreció un 0,01%. Además la confianza del consumidor se mantiene en terreno negativo y el desempleo urbano repuntó a 11,2% en mayo, en un comportamiento sobre el que analistas y autoridades aún no tienen una explicación precisa.
"La parte de la polarización, eso es absolutamente etéreo, es un concepto que no tiene ningún fundamento en una estimación concreta, empírica, medible y por lo tanto son opiniones filosóficas", dijo Carrasquilla, quien además preside el directorio del banco emisor, también integrado por Echavarría.
A pesar de haber firmado en 2016 un acuerdo de paz que desmovilizó a la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el país sigue dividido política y socialmente.
El rechazo de muchos en la conservadora sociedad colombiana a integrar a los exguerrilleros sin que paguen por sus delitos, sumado a la demora en la implementación de partes del acuerdo y los asesinatos de exrebeldes y activistas, incluso han llevado a muchos exguerrilleros a volver a la ilegalidad.
Duque y su partido Centro Democrático, no ven con buenos ojos el acuerdo y una de sus promesas de campaña fue hacer cambios para endurecer el pacto. Sin embargo, la mayoría de las otras filiaciones políticas en el Congreso apoya el acuerdo, mediante el cual unos 13.000 guerrilleros entregaron sus armas.
Esta divergencia en el legislativo sobre el acuerdo de paz ha generado también rispideces en otros proyectos. Un plan de desarrollo y una reforma tributaria impulsada por Duque, por ejemplo, fueron aprobados pero con modificaciones importantes que según las agencias calificadoras forzarán a Colombia a buscar más recursos para cubrir sus necesidades.
Golpe a la economía real. Más allá del crecimiento económico a nivel anual, hay otras razones para ver con optimismo la realidad financiera del país: la inflación es moderada con un 3,3% a tasa anual en mayo, el peso se ha fortalecido un 4,5% en junio y la Bolsa de Colombia ha subido casi un 20% ciento en lo que va de 2019.
"Respeto al Banco Central, respeto su independencia, pero creo también que todos debemos ser rigurosos y claros en esas cifras", dijo el presidente Duque, cuyos índices de aprobación en su primer año están entre los más bajos para un mandatario.
Pero líderes empresariales coinciden en que la polarización política está haciendo ruido sobre el consumidor.
"Cuando el ambiente está tan convulsionado y cuando nos quedamos en la coyuntura del día, ahí nos distraemos del foco y eso genera una desconfianza", dijo David Bojanini, presidente de GrupoSURA, el mayor holding de inversiones del país.
"La gente se pregunta si con tanto agite vale la pena hacer una inversión y (...) y eso estanca la economía", agregó.
Renzo Merino, vicepresidente adjunto y analista de riesgo soberano de Moody's, admitió que el ruido político en Colombia puede causar dificultades en la confianza y en las reformas que debe hacer el país para mejorar su situación fiscal.
"Hemos visto que algunas de las medidas que finalmente se adoptaron en el Congreso tal vez hayan disminuido un poco la efectividad de las propuestas originales del gobierno", recordó.
El país sufre un deterioro en la credibilidad de su panorama fiscal y la economía probablemente no crecerá lo que espera el gobierno, opinó el director de calificaciones soberanas de Fitch para América Latina, Richard Francis.
"Si sigue el deterioro de la credibilidad podríamos bajar un escalón la calificación", advirtió.
En mayo la agencia ya había reducido el panorama crediticio a negativo desde estable y mantuvo la nota soberana en "BBB".
Para los expertos el impacto grande se daría sobre la actividad económica colombiana, más que sobre los mercados.
"El riesgo (...) es que la gente posponga inversiones de PIB, no de portafolio, sino más allá de eso las decisiones de inversión reales de la economía", consideró Sergio Olarte, economista jefe para Colombia de Scotiabank. "Y eso a futuro puede ser más complicado".