El economista alemán Heinz Mewes analiza en esta entrevista el nuevo escenario financiero que tiene al frente el país trasandino, luego de que pagara su millonaria deuda y pusiera fin a 14 años de default.
El Estado sudamericano pagó el pasado 22 de abril su deuda con fondos que le ganaron un juicio en tribunales de Nueva York por bonos en mora desde 2001, y el juez del caso, Thomas Griesa, levantó una medida cautelar que impedía los pagos a tenedores de deuda reestructurada.
-En lo sustancial mencionaría dos motivos: por una parte, Argentina tiene un nuevo gobierno, con el cual se espera que el país vuelva a contar con una base más estable. Hay indicios de ello. El nuevo gobierno llegó rápidamente a un acuerdo con los fondos de alto riesgo. También se pusieron en marcha las primeras medidas, como la eliminación de aranceles para exportaciones y la unificación del tipo de cambio. Todas ellas son señales positivas para los mercados. Además, hay que decir los argentinos ofrecieron intereses muy atractivos. Eso también impulsó naturalmente la demanda.
-Se trata de intereses de entre seis y ocho por ciento. ¿Cree Ud. que Argentina podrá pagarlos?
-Todavía sería prematuro decir algo al respecto. Sabemos demasiado poco sobre el verdadero estado de la economía argentina, porque las cifras que se publicaron en los meses pasados provienen aún del gobierno anterior y en gran parte han sido maquilladas. Es de conocimiento general que las tasas de inflación no son efectivas. También es incierto cuánto crecimiento hubo. La deuda fiscal no está del todo clara. Por el momento, no tenemos un panorama claro. Pero pienso que el nuevo gobierno ha emprendido un rumbo sensato. En ese sentido, las perspectivas del país de seguro han mejorado.
-¿Cuán sostenible es la nueva tendencia positiva? ¿O será un auge fugaz, como el de los años 90?
-En ese entonces, los efectos positivos se derivaban en lo medular de la evolución favorable de los precios de materias primas. Ahora no veo algo similar. Lo que tenemos ahora es un nuevo gobierno con nuevos planes. Pero, en el fondo, es ahora cuando empieza el trabajo. Hasta el momento es poco el progreso que se puede apreciar.
-¿Se trata pues de laureles concedidos a priori al nuevo presidente?
-Sí, así lo veo yo. De seguro son laureles a priori, concedidos sobre la base de las primeras decisiones adoptadas. Sobre todo la rapidez con que se llegó a un acuerdo con los acreedores impresionó a los mercados. El gobierno anterior se había negado a conversar siquiera. En este sentido, las loas se justifican. Pero, como dije, aún hay muchos factores inciertos. La economía argentina se encuentra todavía en una fase de debilidad. La inflación y la deuda fiscal son extremadamente altas. A eso se suma otro problema: Brasil, el principal socio comercial de Argentina, se encuentra sumido desde el año pasado en una profunda recesión.
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-Algo no anda bien cuando se debe ofrecer 38% de rentabilidad para conseguir dinero. ¿Qué es lo que anda mal con la tasa del 38% que ofrece el Banco Central?
-Esas son letras del Banco Central a corto plazo, 35 días, y en pesos. Es un programa con el que el Banco Central se propone retirar algo de dinero del mercado. El hecho de que tenga que pagar 38% de interés anual demuestra, sin embargo, que los argentinos aún no tienen mucha confianza en el futuro del país. Porque ese 38% equivale más o menos a la tasa de inflación.
-¿Apuesta Argentina, en último término, por la falta de memoria de los inversionistas?
-Sí. Los inversionistas olvidan a veces con demasiada rapidez cuando se ofrecen altos intereses.